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domingo, 30 de noviembre de 2014

Ucrania: la pasión europea Según MVLL

Afirmar que son millones  los ucranianos que quieren aproximarse a la Unión Europea, es un inexactitud lamentable que compromete la seriedad del autor literario que juega, desacertadamente, al critico de la geopolítica internacional. 

Según una encuesta fiable de julio de 2014, 31.9% de la población ucraniana se dice favorable a una adhesión a la UE mientras que, 47.8 %  de los encuestados dicen estar en contra. Hay que señalar que la Ucrania occidental se muestra relativamente más entusiasta que la parte oriental que proclama, mayoritariamente, su oposición radical a un tal proyecto de unificación. 

Por otro lado, la UE no ve con buenos ojos una nueva adhesión que vendría a complicar aún más su existencia alicaída por efecto de la crisis económica y por efecto de su política desastrosa de entronizar estados que no reúnen las condiciones políticas ni  financieras que son necesarias. Por citar únicamente a los franceses, éstos no están dispuestos a echar mano a sus bolsillos para ayudar al viejo estado soviético. En una reciente encuesta de Ifop por el Atlántico, 67% de franceses se oponen firmemente a la entrada de Ucrania dentro de la UE (Read more at http://www.atlantico.fr/decryptage/65-francais-opposes-aide-financiere-ukraine-jerome-fourquet-ifop-994234.html#5qKBD5GUrgkRoqtm.99).

Por otro lado, no me sorprende la reverente  amistad de MVLL con el presidente Prochenko, quien hace parte exclusiva de sus amigos ricachones en el mundo y olvida mencionar la forma como dicho personaje amasó una de las primeras fortunas de  Ucrania, convirtiéndose en el líder de la confitería en varios países del Este. Sus actividades expansionistas, le han permitido ponerse a la cabeza de un imperio que incluyen numerosos astilleros de construcción naval, construcción de automóviles, múltiples compañías de transporte, incluyendo el monopolio de taxis y medios de comunicación, entre los que destaca la cadena “channel 5”. 

La fortuna personal de Prochenko se estima en 1,3 billones de dólares (magazine Forbes) y ante esta solida referencia es evidente que confunda sus intereses con los intereses del pueblo ucraniano y que, ante sus ojos desorbitados,  produsca la encendida admiracion de nuestro Varguitas nacional.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Fernando Raimondi Uribe o la muerte inútil

El joven de 22 años, estudiante de periodismo que trabajaba para la revista Caretas y a quien se le encomendó investigar un tema tan peligroso como "el sicariato", fue, de toda evidencia, asesinado fríamente a raíz de sus arriesgadas exploraciones en el telúrico mundo del hampa.
Fuera del hecho indignante que el Perú persigue con desesperación, aspirar a la segunda plaza en el pódium del crimen latinoamericano, después de México por supuesto, hay preguntas más cercanas al 
corazón y a la rabia fulminante, que es necesario formular:

¿Fernando Raimondi Uribe estaba legalmente contratado?  

¿Cuánto percibía para formar parte de la "unidad de investigación" de "Caretas"?  

¿No es acaso elemental, encargar ese tipo de trabajo a un periodista profesionalmente cuajado y de experiencia?

¿Invocar los méritos de tesón y entrega personal de Fernando, pueden justificar la temeridad 

irresponsable de enviarlo a la boca del infierno?

La prensa peruana ignora la repugnancia que suscita, en el  exterior, su comportamiento ladino y marrullero. Desde hace demasiado tiempo se encuentra sumergida entre la arrogancia de su mediocridad y la total ausencia de moral y de ética. Manchada de un comportamiento  hipócrita y reptiliano, es capaz de ser pérfida incluso con sus propios servidores y de  gambetear con la explotación y la mal honestidad y, al final, quienes pagan la  factura, siempre son personas como Fernando a quien obligaron a transitar,  de manera escueta,  desde la primera página de los diarios hasta las páginas del olvido. Hoy, esos mismos diarios, no cesan de glorificar el trasero silicónico de starlettes sulfurosas. Esa es nuestra prensa.





martes, 4 de noviembre de 2014

Morir en Cajamarca

La muerte de Fidel Flores, perpetrada en Cajamarca por miembros de la policía, es un acto criminal que pone en evidencia los mecanismos escondidos que ayudan a producir la fractura social del Perú y que se decanta de unsimulacro de desarrollo económico que no llega a producir cambios sociales significativos. Cuando las pequeñas y grandes miserias cotidianas se revelan públicamente, nos muestran que los problemas sociales son insolubles y que solo se pueden combatir con la fuerza y la violencia del Estado.
La arenga presidencial de exigir mayor profesionalismo, quiere decir que la policía debe ser más determinada y eficaz. Que debe matar rápidamente y, de preferencia, sin que las victimas tengan que agonizar delante de las cámaras. El neoliberalismo de García y Humala, con la ratificación de sus leyes represivas, han instaurado una segregación mucho más profunda en la sociedad peruana, a donde los derechos a preservar y defender conciernen únicamente a los ricos, en desmedro de los intereses de los pobres. El Estado ha huido de sus responsabilidades de árbitro dejando agravar la corrupción endémica del espectro judicial, el mismo que actúa crecientemente monitoreado por mafias bien organizadas. Que incursionan en todos los terrenos sin exceptuar la propia policía, ciertos medios de prensa y ciertos políticos expertos en la apropiación de bienes ajenos.
La violencia policial que ha sido empleada en Cajamarca, no es otra cosa que el correlato de la violencia que el estado emplea frente a todos los otros grupos sociales que sufren de represión. Los métodos y técnicas que se emplean, responden a una lógica de brutalidad que es inherente a la formación profesional de la policía, cuyo primer mandamiento consiste en desposeer la dignidad del ciudadano y someterlo a la humillante postura de desamparo físico. El segundo mandamiento consiste en no respetar la ley ni los derechos de la persona humana. La violencia policial se caracteriza por la imposición de una relación de fuerza, desfavorable y arbitrariamente desigual.