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sábado, 7 de junio de 2014

SI, “PODEMOS” ROMPER EL ESPINAZO DE LA MONARQUIA



Victor Raul Gamarra Sotomayoy
http://viraugasot.blogspot.com




La terrible pregunta empleada por el Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón para interrogar al Presidente Chávez que interrumpía repetidamente el discurso del ex presidente Rodríguez zapatero, sirvió para constatar que la soberbia y la arrogancia del gran país colonizador continuaba vigente. Sus súbditos, convocados a la XVII Cumbre Iberoamericana en noviembre del 2007, en Santiago de Chile, participaron pasmados a un violento retorno de 5OO años atrás, cuando de un gesto imperial y colonialista el dedo del Rey autorizaba a los conquistadores a perpetrar, sin escrúpulo, el más grande y sistemático genocidio de la América indígena, para mejor pillar y desvalijar sus patrimonios auríferos.

“Porque no te callas” sentenció el Rey Juan Carlos, y el insumiso comandante Chávez siguió hablando, para reivindicar su cólera legitima contra aquel mentiroso que había participado a la trama secreta del golpe contra su gobierno. El embustero fascista, como Hugo Chávez lo había  calificado, era el mismo que responsabilizó a ETA del atentado de Al-Qaeda en Atocha, el mismo falsario que certificó la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Hoy, Aznar purga sus perjurios, encogido por el aborrecimiento mayoritario de los españoles, pero continúa a recordar sus fechorías comunes con el ex presidente George Bush, como últimamente en Texas, entre las cuatro paredes de su biblioteca de Dallas.

Mientras tanto, la madre patria, la vieja España  se estremece y se debate por subsistir en medio de lo que se ha dado en llamar, el colapso económico y financiero más grave de toda su historia.

Después de Aznar, Rodríguez Zapatero se dejó aspirar por la vorágine de la crisis económica que no comprendió y que  él subestimó, haciendo palidecer los débiles aciertos de la primera etapa de su gobierno, como la retirada de las tropas españolas de Irak, la Alianza de Civilizaciones, la legalización del matrimonio homosexual, la ley de la promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, la ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, la creación de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer, la nueva regularización de inmigrantes, el intento de proceso de paz con ETA y entre otras cosas, la reforma de los Estatutos de Autonomía.

Su segundo mandato estuvo marcado por el impacto de una terrible crisis económica, mucho más grave y profunda de lo previsto por su Gobierno. Este período de recesión, conllevó un violento deterioro de la economía nacional y un rápido crecimiento del desempleo. La reacción del Gobierno de Rodríguez Zapatero consistió en aplicar políticas de recorte presupuestario, incluyendo la retirada pura y simple de muchas de las medidas sociales puestas en marcha en su anterior legislatura. La socialdemocracia española se había equivocado fatalmente al negarse reconocer y  hacer frente a los verdaderos responsables de la crisis económica, localizados en las esferas del poder financiero nacional e internacional. El concepto de austeridad presupuestaria había nacido en Europa y, un año  más tarde, el pacto fiscal europeo destinado a incrementar la disciplina fiscal de los países de la zona euro, entró en vigor el 1 de enero del 2013.

Ese tratado, establecía una disciplina fiscal reforzada y una vigilancia más estricta con la introducción de la “regla de oro”,  que limitaba el déficit estructural anual  al 0,5% del PIB. Digamos que es en ese momento que la espada de Damocles fue pendida por la troika europea y, desde entonces, pesa sobre la cabeza de todos los países Europeos que marchan a tientas y a ciegas entre graves malestares sociales y bajísimos índices de crecimiento, preparando el inevitable camino de la implosión. Incluso, si algunos atisbos de crecimiento positivo son perceptibles, como el de España  (de O.3 %) en el último trimestre, ello no podrá engañar ni distraer a los economistas, que todavía no ven la puerta de salida del túnel de la recesión.

La economía española y la europea en general continúan a experimentar índices de estancamiento prolongado, a causa de los elevados niveles de la deuda y de la permanente insuficiencia de la demanda.  Las políticas de austeridad aplicadas en todo la Unión están  provocando un efecto contrario al esperado y la fuerte recesión continental se desliza peligrosamente sobre el plano social, pauperizando a los pueblos y provocando una inmensa contestación popular que crece día a día en España y en toda Europa y que gesta  la aparición de súbitas ascensiones “extremas”, perfectamente explicables en el actual cuadro de recesión y de colapso institucional. A ello hay que agregar  el estado de descomposición de la clase política en su conjunto, incluyendo la increíble conducta de la monarquía con su soberano a la cabeza, cuya familia y él mismo han protagonizado actos censurables y difícilmente perdonables por la ciudadanía, que ha visto desfilar escándalo tras escándalo, sobre un fondo de crisis económica y de desestabilización social. 

Es, en este contexto que los “Indignados” asumieron un salto cualitativo al decidirse por una estructura de partido y el resultado de “Podemos” en las recientes elecciones europeas, tuvo el efecto de un rayo fulminante en medio de un cielo sereno, confirmando la justeza del nombre que escogieron y que desde ahora los distingue. En efecto, es a partir de hoy que “Podemos” puede y deberá substituir la corruptela institucionalizada de un bipartidismo de alternancias fácticas, recicladas en la misma voluntad de no tocar el sistema que en definitiva los amamanta. En cuanto a la monarquía que se ahoga en la inmensidad de sus desaciertos  y de sus contradicciones que tocan el ámbito moral, ético y financiero, corresponde a “Podemos” tomar la iniciativa por una revisión de la constitución que redefina la estructura del Estado, contemplando las legítimas aspiraciones republicanas del pueblo español y respetando las voluntades de autonomía de sus comunidades. Si, “Podemos”, puede comenzar a romper el espinazo de la monarquia.

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