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miércoles, 3 de diciembre de 2014

EL CHAVO DEL 8



Esas series de televisión se dirigían a un público sencillo, fácil  de manipular y a quienes se les inculcó la pasividad y el amor por el statu quo, es decir, mantener la ambigüedad sobre una situación inmovible, de forma a evitar  la explicación sobre  los factores que intervienen en el inevitable enfrentamiento, al interior de una sociedad polarizada entre ricos y pobres. 

Chespirito se atascó en lo repetitivo, sin modificar sus contenidos trillados a muerte, sin proponer otros valores concomitantes con la ética, otros puntos de vista morales, humanistas, filosóficos, sociales y culturales, entre otros. Digamos un poco más civilizatorios. El cómico se atoró en el sesgo psicoemotivo, jugando con los sentimientos primarios de la gente quienes le aseguraron lo único que realmente le interesaba a él y a sus productores: El rating.

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