! Qué culpa tiene el tomate de estar prendido en la mata y viene un hijo de puta y lo mete en una lata y lo manda a Caracas…!
O al revés:
¡Qué culpa tiene Venezuela de afianzar su democracia y llega de España un hijo de puta y quiere meterles la lata, en una monserga de embrollos fascistas…!
Los magníficos atarantes, de un atarantado tarado, cuya camiseta política se embobina con los residuos pestilenciales del franquismo, quiso prescribir en su clásico lenguaje de ingerencias supinas, la receta que los venezolanos supuestamente necesitan para defender a la democracia. Se llama Luis Herrero Tejedor - Algar y es Eurodiputado español del PP de Aznar e Hijo de Fernando Herrero Tejedor, fiscal de Castellón y antiguo Secretario General del Movimiento Franquista, naturalmente.
Y claro, recibió la integralidad de la medicina familiar, conspicua en inmundas arbitrariedades, con una expulsión justificada por su intensa actividad política, de la cual está impedido, no sólo por no ser venezolano, sino también, porque su estatuto de observador político europeo, invitado por la oposición venezolana para avistar el desarrollo de las elecciones del domingo, le impide, en toda lógica elemental -simetrizada además por la práctica diplomática internacional-, de zamparse con ojotas y chullo en una lid electoral que no le concierne, haciendo declaraciones explosivas, que los mismísimos adversarios a ultranza y locales, se guardan de efectuar, por la dimensión sulfurosa, provocativa y demagógica de sus aseveraciones personales y personalizadas.
Un hijo de puta venido de España a Caracas, con la biblia franquista en la mano para dar cátedra de democracia, aquella democracia sobre la cual sus ancestros excretaron, no es surrealismo, es una agresión descabellada.
Un tal hijo de mala madre, empernado con las más turbias y sombrías aberraciones históricas en contra de la libertad, llega a Caracas y se permite hablar en nombre de ella, cuando su padre, muerto en un accidente de avión en 1975, se salvó de responder sobre las ejecuciones sumarias y las desapariciones de tantos obreros españoles, que aún pesan en la conciencia de sus pares y en él mismo, como continuador de la esa política nefasta y abominable. Eso, es simplemente escandaloso e inaceptable.
O al revés:
¡Qué culpa tiene Venezuela de afianzar su democracia y llega de España un hijo de puta y quiere meterles la lata, en una monserga de embrollos fascistas…!
Los magníficos atarantes, de un atarantado tarado, cuya camiseta política se embobina con los residuos pestilenciales del franquismo, quiso prescribir en su clásico lenguaje de ingerencias supinas, la receta que los venezolanos supuestamente necesitan para defender a la democracia. Se llama Luis Herrero Tejedor - Algar y es Eurodiputado español del PP de Aznar e Hijo de Fernando Herrero Tejedor, fiscal de Castellón y antiguo Secretario General del Movimiento Franquista, naturalmente.
Y claro, recibió la integralidad de la medicina familiar, conspicua en inmundas arbitrariedades, con una expulsión justificada por su intensa actividad política, de la cual está impedido, no sólo por no ser venezolano, sino también, porque su estatuto de observador político europeo, invitado por la oposición venezolana para avistar el desarrollo de las elecciones del domingo, le impide, en toda lógica elemental -simetrizada además por la práctica diplomática internacional-, de zamparse con ojotas y chullo en una lid electoral que no le concierne, haciendo declaraciones explosivas, que los mismísimos adversarios a ultranza y locales, se guardan de efectuar, por la dimensión sulfurosa, provocativa y demagógica de sus aseveraciones personales y personalizadas.
Un hijo de puta venido de España a Caracas, con la biblia franquista en la mano para dar cátedra de democracia, aquella democracia sobre la cual sus ancestros excretaron, no es surrealismo, es una agresión descabellada.
Un tal hijo de mala madre, empernado con las más turbias y sombrías aberraciones históricas en contra de la libertad, llega a Caracas y se permite hablar en nombre de ella, cuando su padre, muerto en un accidente de avión en 1975, se salvó de responder sobre las ejecuciones sumarias y las desapariciones de tantos obreros españoles, que aún pesan en la conciencia de sus pares y en él mismo, como continuador de la esa política nefasta y abominable. Eso, es simplemente escandaloso e inaceptable.