Ahora que la avancha mortifera de revelaciones sacan al aire los trapitos ensuciados colectivamente, en el campo de los invasores anglo-americanos de Irak, con el informe WikiLeaks, ahora que la estrategia militar de la guerra se revela como un atentado flagrante a la conciencia de la humanidad, por tramposa y criminal, es bueno recordar lo se decía ya al comienzo de la invasión...
Friday, November 10, 2006
RUMSFELD JINETE DEL APOCALIPSIS
A escasos dias de diferencia, dos decisiones históricas vienen de sacudir la conciencia del mundo, suscitando reflexiones que interpelan acerca de los límites de la falacia y acerca de las miserables audacias que comporta la condición humana.
De un lado, la condenación a muerte de Sadán Hussein, en un contexto de guerra y lucha fratricida y, del otro, la evicción deshonorante de la escena política, de quien fuera hasta hace poco, el emisario de la muerte, el temible jinete del Apocalipsis: Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa del Presidente Norteamericano, George Bush.
Hombre de poca fe en el hombre, inmisericordioso señor de la guerra, patrón arrogante y altanero de una armada infamante y en transito de engullir la derrota, pero sobre todo, hombre mentiroso y compulsivo, mañoso fabricante de falsas pruebas, concertador abusado de fábulas y falacias; ese es el retrato incompleto de quien ha sido el pionero de la primera guerra injusta del Siglo 21.
Sus osadías declarativas a la prensa en 2002, cuando todas sus intervenciones eran trasmitidas en directo, durante la ofensiva en Afganistán, le permitían decir: “Estaremos
muy contentos si se rinden, y si no, estaremos muy contentos de matarlos…”
El artífice de la intervención americana en Irak ha vivido una larga caída, antes de que el honor de ensanchar su epitafio corresponda a los demócratas, cuya victoria inapelable en ambas cámaras, esta última semana, pone el epílogo vergonzoso, dejándolo partir sin pena ni gloria, por el momento.
Hace varios meses, la perspectiva de su separación del gobierno comenzó a vislumbrarse claramente, a partir de ciertas declaraciones desaprobatorias sobre su actuación en la conducción de la guerra en Irak, declaraciones que no partían únicamente del campo demócrata sino que, también provenían de sus propias filas, como las del ex jefe de Estado Mayor y ex Secretario de Estado, Colin Powel, las del probable candidato a la presidencia John McCain y las declaraciones oficiales de algunos generales retirados y, sobre todo, las crítica abiertas de los tres mas influyentes periódicos de las fuerzas armadas norteamericanas. El periodista BobWoodward, en su último libro de revelaciones políticas afirma que, incluso su mujer, la Señora Laura Bush, habría señalado a su marido, la inconveniencia de guardar a quien los ha metido en tan terrible atolladero.
Sin embargo, Rumsfel continuó. Sus dos dimisiones fueron rechazadas por el presidente norteamericano, y continuaron a acumularse serias acusaciones y críticas demoledoras, entre otras, sobre las condiciones de vida impuestas a los prisioneros de AbouGhraib en Bagdad, la no aplicación de la Convención de Ginebra a los prisioneros de Al-Qaida, y, sobre todo, su testarudez autocrática, para no modificar las condiciones de la invasión de Irak, que mereció un título sugerente en National Journal, anunciando que se había producido en Estados Unidos, la “ruptura más grave de las relaciones entre el poder civil y militar”
Rumsfeld, víctima colateral de la guerra que ayudó a desencadenar, viene a sumarse a las dos otras víctimas colaterales importantes: Aznar, el español cuya obsecuencia y servilismo por la Casa Blanca le hicieron perder la últimas elecciones y el Capo italiano, Berlusconi cuyo belicismo fue sancionado duramente por los italianos. El turno de Blair está a la vuelta de la esquina. En cuanto a Bush, es previsible lo que le espera.
Ahora que deberá instalarse un sistema convivencial entre la Casa Blanca y el congreso demócrata, el curso de la política norteamericana sufrirá, sin ninguna duda, modificaciones importantes a corto plazo. Sin embargo, cualquiera que sea la solución que este binomio presente para salir del engranaje mortífero de la guerra, que el Presidente Bush desencadenó, su naturaleza absurda e injusta, hará que las condiciones del retiro de las tropas americanas,
transcurra inevitablemente, en las condiciones más humillantes que aquellas sufridas en Vietnam.
Friday, November 10, 2006
RUMSFELD JINETE DEL APOCALIPSIS
A escasos dias de diferencia, dos decisiones históricas vienen de sacudir la conciencia del mundo, suscitando reflexiones que interpelan acerca de los límites de la falacia y acerca de las miserables audacias que comporta la condición humana.
De un lado, la condenación a muerte de Sadán Hussein, en un contexto de guerra y lucha fratricida y, del otro, la evicción deshonorante de la escena política, de quien fuera hasta hace poco, el emisario de la muerte, el temible jinete del Apocalipsis: Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa del Presidente Norteamericano, George Bush.
Hombre de poca fe en el hombre, inmisericordioso señor de la guerra, patrón arrogante y altanero de una armada infamante y en transito de engullir la derrota, pero sobre todo, hombre mentiroso y compulsivo, mañoso fabricante de falsas pruebas, concertador abusado de fábulas y falacias; ese es el retrato incompleto de quien ha sido el pionero de la primera guerra injusta del Siglo 21.
Sus osadías declarativas a la prensa en 2002, cuando todas sus intervenciones eran trasmitidas en directo, durante la ofensiva en Afganistán, le permitían decir: “Estaremos
muy contentos si se rinden, y si no, estaremos muy contentos de matarlos…”
El artífice de la intervención americana en Irak ha vivido una larga caída, antes de que el honor de ensanchar su epitafio corresponda a los demócratas, cuya victoria inapelable en ambas cámaras, esta última semana, pone el epílogo vergonzoso, dejándolo partir sin pena ni gloria, por el momento.
Hace varios meses, la perspectiva de su separación del gobierno comenzó a vislumbrarse claramente, a partir de ciertas declaraciones desaprobatorias sobre su actuación en la conducción de la guerra en Irak, declaraciones que no partían únicamente del campo demócrata sino que, también provenían de sus propias filas, como las del ex jefe de Estado Mayor y ex Secretario de Estado, Colin Powel, las del probable candidato a la presidencia John McCain y las declaraciones oficiales de algunos generales retirados y, sobre todo, las crítica abiertas de los tres mas influyentes periódicos de las fuerzas armadas norteamericanas. El periodista BobWoodward, en su último libro de revelaciones políticas afirma que, incluso su mujer, la Señora Laura Bush, habría señalado a su marido, la inconveniencia de guardar a quien los ha metido en tan terrible atolladero.
Sin embargo, Rumsfel continuó. Sus dos dimisiones fueron rechazadas por el presidente norteamericano, y continuaron a acumularse serias acusaciones y críticas demoledoras, entre otras, sobre las condiciones de vida impuestas a los prisioneros de AbouGhraib en Bagdad, la no aplicación de la Convención de Ginebra a los prisioneros de Al-Qaida, y, sobre todo, su testarudez autocrática, para no modificar las condiciones de la invasión de Irak, que mereció un título sugerente en National Journal, anunciando que se había producido en Estados Unidos, la “ruptura más grave de las relaciones entre el poder civil y militar”
Rumsfeld, víctima colateral de la guerra que ayudó a desencadenar, viene a sumarse a las dos otras víctimas colaterales importantes: Aznar, el español cuya obsecuencia y servilismo por la Casa Blanca le hicieron perder la últimas elecciones y el Capo italiano, Berlusconi cuyo belicismo fue sancionado duramente por los italianos. El turno de Blair está a la vuelta de la esquina. En cuanto a Bush, es previsible lo que le espera.
Ahora que deberá instalarse un sistema convivencial entre la Casa Blanca y el congreso demócrata, el curso de la política norteamericana sufrirá, sin ninguna duda, modificaciones importantes a corto plazo. Sin embargo, cualquiera que sea la solución que este binomio presente para salir del engranaje mortífero de la guerra, que el Presidente Bush desencadenó, su naturaleza absurda e injusta, hará que las condiciones del retiro de las tropas americanas,
transcurra inevitablemente, en las condiciones más humillantes que aquellas sufridas en Vietnam.
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