Mario Vargas Llosa, el controvertido escritor arequipeño ha sido galardonado con el Premio Nobel. Este hecho por supuesto que regocija a una buena parte de peruanos y latinoamericanos que en el fondo, siempre manifestarán su satisfacción cuando se trata de un reconocimiento internacional que exalta el orgullo nacionalista y regional.
Yo no me asocio a una tal aventura porque el célebre escritor nunca sopesó, a pesar de su catadura intelectual y a la magnificencia de su cultura, las consecuencias de su sorprendente viraje ideológico, un viraje con claros acentos de oportunismo, que lo llevaron a abrazar las causas mas infectadas de conservadurismo reaccionario internacional.
Pero dejémoslo así, en beneficio de esa convicción legítima según la cual, cada quien tiene el derecho de cambiar de camiseta aunque sea hasta las antípodas.
Sin embargo, nadie nos convencerá que un escritor, ahora de talla Novel, habría hecho bien en expresarse odiosamente y en términos panfletarios, contra numerosos líderes latinoamericanos y contra numerosos personajes históricos ajenos a sus nuevas devociones.
Yo no me asocio a una tal aventura porque el célebre escritor nunca sopesó, a pesar de su catadura intelectual y a la magnificencia de su cultura, las consecuencias de su sorprendente viraje ideológico, un viraje con claros acentos de oportunismo, que lo llevaron a abrazar las causas mas infectadas de conservadurismo reaccionario internacional.
Pero dejémoslo así, en beneficio de esa convicción legítima según la cual, cada quien tiene el derecho de cambiar de camiseta aunque sea hasta las antípodas.
Sin embargo, nadie nos convencerá que un escritor, ahora de talla Novel, habría hecho bien en expresarse odiosamente y en términos panfletarios, contra numerosos líderes latinoamericanos y contra numerosos personajes históricos ajenos a sus nuevas devociones.
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