CONVERSACIONES EN LA
CAPILLA ARDIENTE
Victor Raul Gamarra Sotomayor
El
escándalo que ha provocado la revelación de las actividades secretas de la NSA
nos impone una reflexión o más bien varias reflexiones sobre los alcances y
consecuencias de este hecho.
Sin
duda, las indignaciones y la reacción de un buen número de dirigentes europeos
espiados por sus aliados americanos, comenzando por el canciller alemán, Angela
Merkel, no ha sido otra cosa que la teatralización de una protesta destinada a
guardar las formas. En Europa, todo el mundo espía. Ese viejo deporte ha sido
inscrito en las primeras páginas de la antigüedad y, desde entonces, las
guerras y las alianzas han sido precedidas de una intensa actividad de
espionaje, cada vez más sofisticada, al punto que la tecnología de hoy a casi
liquidado a los agentes secretos de carne y hueso, obligándolos a colgar,
definitivamente, sus impermeables, sombreros y lentes obscuros.
El
espionaje americano que ha logrado penetrar en la intimidad de millones de
personas (70 millones de comunicaciones interceptadas en un mes, entre diciembre
y enero) es, en realidad, la punta de lanza de un proyecto universal destinado
a controlar, tecnológicamente, a todos los seres humanos de la tierra, con el
propósito de vigilar su relativa libertad y explotar sus hábitos de consumo
para encuadrarlos dentro de una estrategia de explotación económica, “racional
y eficaz”.
La
estructura de este sistema tiene sus pilares en el plano político, a todas las
instituciones dedicadas a la recolección de informaciones, como la NSA, el FBI y
la CIA.
Esas son las cabezas visibles de la enorme red de servicios
especializados de información, sustentados y dirigidos por la Casa Blanca.
En
el plano social y comercial, Google et Facebook, más una gran cantidad de
sociedades similares, son las entidades que se ocupan de recolectar la informaciones
personales, desde las más inocentes hasta las más íntimas o secretas.
Los
usuarios de esos motores de búsqueda son los proveedores fundamentales de la
información que colecta la CIA, facilitando de esa manera su trabajo, a partir
de la exposición gratuita de sus datos
personales.
El
mundo entrará, en muy poco tiempo, en la era del súper espionaje a escala
universal. La información recolectada, permite ya, en la actualidad, construir
productos adaptados a la personalidad de cada cual. En el futuro, el internet
de los objetos inteligentes, dotados de la capacidad de rebuscar hábitos y
costumbres personales, permitirá un enriquecimiento exponencial, transformado
así el marketing, tal como lo conocemos, en una actividad fósil. Nosotros
somos, en suma, los productores de la información que genera la riqueza de
otros y, por lo tanto, la consolidación de la dominación y de la explotación.
Dentro de este contexto ¿cómo no relativizar y considerar como un hecho menos
importante el espionaje entre Estados, que la sistematización tecnológica de la
información del ciudadano, al servicio de los grandes capitales industriales y
financieros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario