El caracol, ese
magnífico animalito que suele desplazarse por la noche, gracias a la secreción
de moco, es distinto de la babosa que también es un gasterópodo pero no tiene
concha… o la tiene internamente sin que su sexualidad se aparente a otra cosa
que al hermafrodismo masculino y femenino pero no, al mismo tiempo. Ambos
moluscos han sido escogidos de manera desconsiderada por el austriaco, Ivan
Ilich, sobre todo el caracol, para ejemplarizar sus anacrónicas teorías del
monopolio radical y la contra productividad, como antídotos para reducir la
complejidad de la transformación del capitalismo, fuera de un esquema
previsible de confrontación y de enfrentamiento
entre dos mundos irreconciliables: los detentores de la riqueza y la inmensa mayoría de oprimidos. Una revolución siempre ha
sido un parto doloroso y, la que esperamos, instalara un reequilibrio razonable
entre el extractivismo salvaje, el dispendio abusivo de recursos y las reales
necesidades humanas. A la hora actual, la lógica capitalista ha impulsado el
consumo a una velocidad superior a la
capacidad de recuperación de la tierra, produciendo basura a un ritmo imposible
de ser asumido por los ecosistemas. Todo ello, en medio de una desigualdad
social que es la fuente del enriquecimiento capitalista y la razón por la cual
sus defensores se preparan a batirse hasta la muerte.
Volviendo a los
caracoles, en el año 2009, un equipo de científicos chilenos llegó a la conclusión
que la evolución de esos animalitos se orienta progresivamente al incremento de
la lentitud y no al mejoramiento de su rapidez. En realidad, la lentitud es la
fuerza de este animal y no su debilidad. Era la primera vez que se mostraba
esta especificidad en una especie animal. Para comprender, hay que fijarse en
el carácter del metabolismo de base que todos los animales son dotados. Nosotros
los humanos, por ejemplo, consumimos ingentes cantidades de energía, incluso en
estado reposo. Nuestro cuerpo tiene necesidad de un mantenimiento constante en el que el sistema digestivo y nuestro
cerebro toman una parte bien importante. En el caracol, la opción es a la
inversa: conservar la energía lo máximo posible para desarrollarse y
reproducirse en toda tranquilidad. Los expertos chilenos pudieron verificar de
esta manera, que lo caracoles son mucho más rentables desde un punto de vista
energético.
En cuanto a
nuestro amigo Ivan Ilich, ese gran idealista europeo que conoció muy bien la América
Latina, murió en el año 2002, como consecuencia de un tumor canceroso que él,
voluntariamente dejo progresar, renunciando a todo tipo de operación contra la opinión
de sus médicos. Ilich, consideraba que el cáncer, en general, era un ejemplo de
enfermedad tratada de manera contra productiva por la medicina: “el paciente
muere de sanar”.
Si hubiera
aceptado la extirpación, habría podido probablemente vivir veinte años más.
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