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martes, 4 de noviembre de 2014

Morir en Cajamarca

La muerte de Fidel Flores, perpetrada en Cajamarca por miembros de la policía, es un acto criminal que pone en evidencia los mecanismos escondidos que ayudan a producir la fractura social del Perú y que se decanta de unsimulacro de desarrollo económico que no llega a producir cambios sociales significativos. Cuando las pequeñas y grandes miserias cotidianas se revelan públicamente, nos muestran que los problemas sociales son insolubles y que solo se pueden combatir con la fuerza y la violencia del Estado.
La arenga presidencial de exigir mayor profesionalismo, quiere decir que la policía debe ser más determinada y eficaz. Que debe matar rápidamente y, de preferencia, sin que las victimas tengan que agonizar delante de las cámaras. El neoliberalismo de García y Humala, con la ratificación de sus leyes represivas, han instaurado una segregación mucho más profunda en la sociedad peruana, a donde los derechos a preservar y defender conciernen únicamente a los ricos, en desmedro de los intereses de los pobres. El Estado ha huido de sus responsabilidades de árbitro dejando agravar la corrupción endémica del espectro judicial, el mismo que actúa crecientemente monitoreado por mafias bien organizadas. Que incursionan en todos los terrenos sin exceptuar la propia policía, ciertos medios de prensa y ciertos políticos expertos en la apropiación de bienes ajenos.
La violencia policial que ha sido empleada en Cajamarca, no es otra cosa que el correlato de la violencia que el estado emplea frente a todos los otros grupos sociales que sufren de represión. Los métodos y técnicas que se emplean, responden a una lógica de brutalidad que es inherente a la formación profesional de la policía, cuyo primer mandamiento consiste en desposeer la dignidad del ciudadano y someterlo a la humillante postura de desamparo físico. El segundo mandamiento consiste en no respetar la ley ni los derechos de la persona humana. La violencia policial se caracteriza por la imposición de una relación de fuerza, desfavorable y arbitrariamente desigual.

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