A Mirko Lawuer se le salen dramáticamente sus impulsiones inclinadas hacia el autoritarismo y la franela por la dictadura. Dura constatación de alguien que a veces da en el blanco con sensateces, pero a menudo, da en el flanco con sandeces. Al costado de la basenica. Cómicamente.
Hay que ser un payaso para censurar a los cómicos que hacen reír (que por otro lado no hacen otra cosa que decir cosas serias pero tristemente jocosas), sobre todo, cuando se las emprenden con los políticos; porque en el Perú, es necesario ser cómico para ser político, o ser futbolista (de la selección) para aspirar a ser un cómico en el terreno de juego y fuera de él, como lo demuestra la carta notarial que un futbolista ha enviado a un programa cómico, exigiendo que dejen de hacer imitaciones de su persona.
Las sociedades que ríen de Democracia (no de la Democracia) son aquellas que están de acuerdo en la importancia de zarandear a los estereotipos, traquetear a la intolerancia, desenmascarar lo grotesco y lo incorrecto, desinflar a los gordos grasos de ridículo, a los bufos repulsivos y risibles (también a ciertos búfalos), como el santo sebáceo de su palaciega devoción:
¡Reír es sano, alarga la esperanza de vida y como él mismo lo dice, lo que no mata engorda! Por eso García se mata de la risa con nosotros y ahi está como está, gordo, orondo… adiposo.
En nuestro país es trascendental reír, sobre todo, ahora que el doctorcito nos ha declarado andinos tristes y que sin razón Mirco Lawuer se solidariza con él, soltando perlas mofletudas como esta:
“¿Saben realmente los humoristas en qué momento dejan de ser graciosos? Una regla de oro en el tema podría ser que si hay tantas personas que no tienen problema en ser imitadas, y que incluso lo reclaman, entonces es preciso respetar la voluntad de quienes no desean ser imitados”.
Yo digo: Pobre muerto de hambre; la comedia y la risa, "Castigat mores ridendo".
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