El capitalismo mundial, enclavado en la crisis económica más profunda de su historia, condición sine qua non para visualizar un cambio revolucionario, ¿ha encontrado en el G -20 la vía revolucionaria para salir de sus males?
Para los gestores universales de la pobreza, se trata de una revolución sin precedentes. En efecto, la dirección del capitalismo mundial se ha socializado. La globalización salvaje podrá sistematizar su actual anarquía dotándose de una mínima racionalidad a comenzar por la incorporación, en ese exclusivo cónclave capitalista, de otros países capitalistas emergentes como la China, La India y el Brasil, que han reunido las condiciones necesarias para acceder al gendarmerato de la economía capitalista mundial.
Ya no son ocho, ahora son 20 paises, lo que implica reconocer que las reglas de funcionamiento del “nuevo orden” establecerán nuevas zonas de influencia, nuevos patrones. Las disputas y la falta de entendimiento entre el norte y el sur comienzan a suavizarse, las declaraciones entusiasmadas de Brown y el éxtasis de Zarkozy y Merckel a propósito de los corolarios de la reunión, ha producido la primera reacción de las bolsas deprimidas:
Su fino olfato especulativo ve en los resultados de Londres un balón de oxigeno para continuar con el agio abusivo: han reaccionado a la alza, Los negocios financieros marchan. Nada cambia, todo se transforma. ¿Se puede moralizar el sistema financiero internacional? No, reglamentarlo, si.
Los paraísos fiscales, que son concepciones enclaustradas en la lógica íntima de la inmoralidad capitalista, creaciones necesarias y rigurosamente compartidas por todos los países a quienes beneficia, como son el tráfico de armas, de drogas, de medicinas, etc., ¿Podrán desaparecer?
La abolición del secreto bancario es una farsa descarada, no se puede desaparecer la partida de nacimiento del sistema capitalista porque su esencia nunca podrá ser transparente, sino, estaremos hablando de otra cosa.
Otra cosa también sobre el mismo tema, es el rol y el modo de empleo de los enormes medios financieros que se otorgarán al FMI, ese gigantesco testaferro de los grandes intereses financieros internacionales, a quien se le confía el rol de evitar la quiebra de los Estados pobres y “prevenir futuras crisis” cuando en América Latina, esa institución se le recuerda como una amenaza mortal, sobre todo en Argentina, que con sus ajustes estructurales delirantes, la hundió en una enorme pesadilla de la aun no sale todavía.
Para los gestores universales de la pobreza, se trata de una revolución sin precedentes. En efecto, la dirección del capitalismo mundial se ha socializado. La globalización salvaje podrá sistematizar su actual anarquía dotándose de una mínima racionalidad a comenzar por la incorporación, en ese exclusivo cónclave capitalista, de otros países capitalistas emergentes como la China, La India y el Brasil, que han reunido las condiciones necesarias para acceder al gendarmerato de la economía capitalista mundial.
Ya no son ocho, ahora son 20 paises, lo que implica reconocer que las reglas de funcionamiento del “nuevo orden” establecerán nuevas zonas de influencia, nuevos patrones. Las disputas y la falta de entendimiento entre el norte y el sur comienzan a suavizarse, las declaraciones entusiasmadas de Brown y el éxtasis de Zarkozy y Merckel a propósito de los corolarios de la reunión, ha producido la primera reacción de las bolsas deprimidas:
Su fino olfato especulativo ve en los resultados de Londres un balón de oxigeno para continuar con el agio abusivo: han reaccionado a la alza, Los negocios financieros marchan. Nada cambia, todo se transforma. ¿Se puede moralizar el sistema financiero internacional? No, reglamentarlo, si.
Los paraísos fiscales, que son concepciones enclaustradas en la lógica íntima de la inmoralidad capitalista, creaciones necesarias y rigurosamente compartidas por todos los países a quienes beneficia, como son el tráfico de armas, de drogas, de medicinas, etc., ¿Podrán desaparecer?
La abolición del secreto bancario es una farsa descarada, no se puede desaparecer la partida de nacimiento del sistema capitalista porque su esencia nunca podrá ser transparente, sino, estaremos hablando de otra cosa.
Otra cosa también sobre el mismo tema, es el rol y el modo de empleo de los enormes medios financieros que se otorgarán al FMI, ese gigantesco testaferro de los grandes intereses financieros internacionales, a quien se le confía el rol de evitar la quiebra de los Estados pobres y “prevenir futuras crisis” cuando en América Latina, esa institución se le recuerda como una amenaza mortal, sobre todo en Argentina, que con sus ajustes estructurales delirantes, la hundió en una enorme pesadilla de la aun no sale todavía.
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