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lunes, 19 de marzo de 2018

VENEZUELA RESISTE

VENEZUELA RESISTE
Ahora que las trompetas de guerra anuncian una intervención extranjera muchísimo más solapada, pero igualmente inescrupulosa contra el gobierno de Venezuela, seria un acto de indecencia total, para cualquier revolucionario del mundo, prorrumpir reproches o fiscalías en contra de los acuerdos y desacuerdos sobre el fondo y sobre la forma, del cómo conducir la Revolución Bolivariana. Asunto que, finalmente, solo compete a los venezolanos: dirimir sobre disyuntivas y alternativas.
Las críticas, incluyendo aquellas que se denominan constructivas o bien intencionadas, son, en estos momentos cruciales, inoportunos y perjudiciales. Ello, nos colocaría de facto, del otro lado de la barrera al que vergonzosamente se acaba de unir el presidente de Francia, Emanuel Macron.
Macron ha hecho, el pasado viernes, un solemne llamado a la Unión Europea para que incremente sus sanciones contra el régimen venezolano, alegando “que hay que poner término a la deriva autoritaria”. Al mismo tiempo, el presidente francés incitó, al resto de los países latinoamericanos, a través del presidente argentino Mauricio Macri, a “movilizarse por acrecentar la presión sobre Caracas”.
Estamos, por lo tanto, ante un escenario en el que se están redondeando los últimos ajustes de la ofensiva diplomática concertada, para asestar el zarpazo artero contra el presidente Maduro. Se trata, en suma, de un golpe internacional que promueven los países otanescos de Europa y los Estados Unidos, más, los inevitables títeres Latino Americanos encabezados por el deplorable gobierno corrupto del Perú, de Colombia y de la Argentina.
Últimamente, hemos visto cómo la prensa a través de “Liberation” y otros pasquines franceses, se han aferrado al esfuerzo combinado por intensificar la campaña psicológica de desprestigio del país venezolano, a partir de gruesas mentiras y falsificaciones monstruosas de la realidad económico-social de ese país. La prensa internacional de occidente tiene poco interés en analizar, con objetividad y honradez intelectual, las causas profundas y verdaderas de los desajustes económicos, impuestos fehacientemente desde el interior y desde el exterior de ese país.
Jamás, pueblo alguno del continente americano, ha padecido una embestida económica tan brutal y tan deshumanizada, como la que hoy instrumentaliza el imperialismo americano contra el pueblo venezolano. A este panorama macabro de operaciones internacionales combinadas, para facilitar la evicción del Presidente Maduro, se agrega la actual visita en el Perú, del Secretario de Estado Rex W. Tillerson, quien acaba de declarar en Lima, “la preocupación del gobierno de los Estados Unidos por la crisis económica, social y humanitaria de Venezuela, a cuyo pueblo es importante escuchar para acabar con su sufrimiento…”
Tillerson, inaugura su gira diplomática en la región, enarbolando ridículamente un anacronismo decimonónico: la Doctrina Monroe de la zanahoria y el garrote. Doctrina oportuna y ajustada a los sueños de una América poderosa y prepotente, tan caros a los actuales delirios de Donald Trump.
Detrás del liberalismo exacerbado de Trump, descubrimos sin sorpresa, un minucioso proyecto de restructuración geopolítica para la América Latina en su conjunto. La finalidad última sería la de enterrar, definitivamente, los proyectos político-integracionistas concebidos en la región y que penosamente subsisten en el papel.
El fracaso de los esfuerzos por concretar la integración en Latino América, abona en favor de la nueva configuración geopolítica, digitada exclusivamente por Washington para arrinconar, de paso, a todos los gobiernos progresista-populistas de la región, en especial el de Venezuela. Está claro que se perfila una estratégica de integración continental, totalmente hegemónica y afín a la política económica de los Estados Unidos, en concordancia con las pautas de la llamada Doctrina Monroe, que se resume en la terrible frase, “América para los Americanos”.
La truculencia de Trump busca restituir lo que la América Latina siempre fue para los estadounidenses: el dúctil patio trasero del imperialismo norte americano. Pero esta vez, no pasarán…No pasarán… Venezuela resiste.