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martes, 24 de agosto de 2010

El secreto de la confesion o la confesion del secreto

Bélgica, el país plano que cantara Jacques Brel con intensa emoción, ha conocido en el lapso de muy poco tiempo, un vendaval de acontecimientos importantes que han venido a remover su cielo bajo, en lo más alto y profundo de su esencia. Es, sin duda, la probabilidad de escisión nacional entre Flandes y Walonia, la que alimenta esa creciente inquietud universal por el porvenir de este país, en trance de desaparecer: "infinement. Lentement. Ces deux corps se séparent. Et en se séparent. Ces deux corps se déchirent…"
País excepcional que también reivindica René Magritt como el suyo y que los nativos del mismo, a menudo, se apresuran en considerarlo como un “pequeño reino”; siendo por el contrario, el único Estado del mundo que ha sabido incorporar, magníficamente, el surrealismo “real” a la estructura del Estado, concibiendo y aplicando con lucidez el principio de: “Consenso en el Desacuerdo”, como cuarto legítimo poder… de equilibrio y de supervivencia:
Bélgica habrá sido, efectivamente, un pequeño país, si la ceguera de sus responsables políticos continúan a empujarlo en dirección del ocaso; haciendo abstracción de sus múltiples rasgos de grandeza, entre otros, en lo que concierne a la construcción de la Europa Comunitaria, la Cooperacion Internacional y otros…“Elle est dure à chanter La belgitud…”
Pero, entre las desgracias caídas del cielo como pedradas en ojo tuerto en estas últimas semanas y que ponen los pelos de punta, están las declaraciones de los familiares de Patricio Lumumba, quienes acusan a numerosas personalidades de este país de ser los responsables directos de la tortura y de la organización del asesinato perpetrado en 1961, contra el ex Presidente del ex Congo Belga, Acusación sumamente grave, con consecuencias insospechadas e insospechables, que merecerá, sin duda, un comentario exhaustivo, en las próximas ediciones.
Hoy, hablaremos sobre el católico “plat pays.” Avec des “Cathédrales coment uniques montagnes." Catedrales que nos introducirán en los corredores sombríos de los seminarios, entre los sahumerios de las sacristías, entre las oscuras y austeras habitaciones de curas y prelados, de sacerdotes y hasta de obispos y, también, en otros lugares opacos y siniestros donde se practicó el abuso sexual, sobre menores de edad y sobre otras personas y que, la impudicia de un cierto clero, estableció el silencio riguroso como método infamante para acallarlos… La expeditiva manera de decir: “Señores, aquí no pasó nada”: "Un Enfant Ça écoute le Merle. Qui dépose ses perles. Sur la portée du vent. Un enfant c’est le dernier poète..."
No es nuestro propósito levantar el dedo moralizador, sobre la fétida conducta de los sacerdotes pederastas, redundando en la avalancha de denuncias de las víctimas de abuzo sexual que se destapan todos los días y que todos los días señalan con nombre y apellido a sus autores, muchos de los cuales han quitado la tierra y muchos de los cuales se encuentran previsiblemente en actividad. No. No es eso lo que nos interpela.
Las preguntas imprescindibles surgen sin ambigüedades, sin ningún esfuerzo intelectual porque son preguntas simples, compartidas por todos los sectores de la sociedad:
¿Por qué diablos se han elevado esas prácticas demoníacas al rango de secreto confesional?
¿Por qué, todos esos innobles abusos han sido frenéticamente protegidos por las más altas esferas eclesiásticas, incluyendo al Vaticano?
¿Y por qué se calla, sabiendo que ese silencio es un tentáculo de la no asistencia a personas en peligro?
La ausencia de repuestas claras a estas angustiantes preguntas, dejan entrever la posibilidad que, un tal estado de cosas, puede encubrir una participación mucho más extendida de religiosos notables o no, lo cual justificaría entre ellos, el desesperado apretón de ambas manos que se han dado últimamente, para defenderse y hacer causa común. Tal es la imagen inevitable que se desprende de la renuncia a decir la verdad y hacer la claridad, con toda claridad…Lejos de esconderse en el taparrabos del puntualismo jurídico, que, vergonzosamente, ha acordado a los presuntos inocentes, razón en algunos puntos, pero muy transitoriamente… Mais vous savez que Dieu est Belge et qu’il ignore le nom de fleurs…
El silencio, impuesto en tales aberrantes términos no puede sino, perjudicar injustamente a la Iglesia Católica, que por otro lado y en otros horizontes, alberga en su seno, a personas y personalidades de un intachable apostolado y de una inmaculada dignidad, como lo son, los curas de la Teología de la Liberación y tantos otros. Las respuestas un poco caricaturescas que surgen de los sectores afines a la Curia Romana, acusando a los masones como responsables directos del carga montón levantisco contra la Iglesia Católica, no solamente son ridículas, sino que muestran una vez más, el falso camino que asume la defensa de la Iglesia, cuando lo más simple consistiría en transformar el secreto de la confesión, en confesión del secreto que quema y si no lo hacen, serán condenados sin remisión, en estricta obediencia a sus dogmas, inapelables: Opacitas peccatum...."
Solo una confesión clara y honesta los liberará de ese tsunami de pecados contumaces y sobre acumulados y ayudará a las autoridades civiles ha desarrollar su trabajo, sin las actuales interferencias, interferencias y travas discretas, pero muy poco católicas en contra de las leyes humanas, que como se ve, son necesarias, por que la Iglesia, no está por encima de éllas… La lumière jaillira. Claire et Blanche un matin. Brusquement devant moi. Quelque part en chemin. La Lumière jaillira. Et la reconnaîtrai…

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