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viernes, 31 de octubre de 2014

Caracoles

 El caracol, ese magnífico animalito que suele desplazarse por la noche, gracias a la secreción de moco, es distinto de la babosa que también es un gasterópodo pero no tiene concha… o la tiene internamente sin que su sexualidad se aparente a otra cosa que al hermafrodismo masculino y femenino pero no, al mismo tiempo. Ambos moluscos han sido escogidos de manera desconsiderada por el austriaco, Ivan Ilich, sobre todo el caracol, para ejemplarizar sus anacrónicas teorías del monopolio radical y la contra productividad, como antídotos para reducir la complejidad de la transformación del capitalismo, fuera de un esquema previsible de confrontación  y de enfrentamiento entre dos mundos irreconciliables: los detentores de la riqueza y la inmensa  mayoría de oprimidos. Una revolución siempre ha sido un parto doloroso y, la que esperamos, instalara un reequilibrio razonable entre el extractivismo salvaje, el dispendio abusivo de recursos y las reales necesidades humanas. A la hora actual, la lógica capitalista ha impulsado el consumo  a una velocidad superior a la capacidad de recuperación de la tierra, produciendo basura a un ritmo imposible de ser asumido por los ecosistemas. Todo ello, en medio de una desigualdad social que es la fuente del enriquecimiento capitalista y la razón por la cual sus defensores se preparan a batirse hasta la muerte.
Volviendo a los caracoles, en el año 2009, un equipo de científicos chilenos llegó a la conclusión que la evolución de esos animalitos se orienta progresivamente al incremento de la lentitud y no al mejoramiento de su rapidez. En realidad, la lentitud es la fuerza de este animal y no su debilidad. Era la primera vez que se mostraba esta especificidad en una especie animal. Para comprender, hay que fijarse en el carácter del metabolismo de base que todos los animales son dotados. Nosotros los humanos, por ejemplo, consumimos ingentes cantidades de energía, incluso en estado reposo. Nuestro cuerpo tiene necesidad de un mantenimiento constante  en el que el sistema digestivo y nuestro cerebro toman una parte bien importante. En el caracol, la opción es a la inversa: conservar la energía lo máximo posible para desarrollarse y reproducirse en toda tranquilidad. Los expertos chilenos pudieron verificar de esta manera, que lo caracoles son mucho más rentables desde un punto de vista energético.
En cuanto a nuestro amigo Ivan Ilich, ese gran idealista europeo que conoció muy bien la América Latina, murió en el año 2002, como consecuencia de un tumor canceroso que él, voluntariamente dejo progresar, renunciando a todo tipo de operación contra la opinión de sus médicos. Ilich, consideraba que el cáncer, en general, era un ejemplo de enfermedad tratada de manera contra productiva por la medicina: “el paciente muere de sanar”.
Si hubiera aceptado la extirpación, habría podido probablemente vivir veinte años más.

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