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jueves, 3 de marzo de 2011

Porqué el novelero tiene problemas...

Gusanos, se denominan a esos animalitos invertebrados, cuya despreciable actividad se instruye arrastrando su nuisible perversidad en la tierra y en otros medio ambientes. En informática, un gusano se copia a si mismo hasta ocupar toda la memoria, sembrando el pánico y la destrucción. Los gusanillos, son aquellos parientes próximos de los anélidos, de sus especies infinitas que pueden ser incluso, “erectus” y provocan otros enormes estragos por el placer de destruir, único sentimiento que poseen, única obsesión de rampar y destrozar todo lo que se construye con esfuerzo, desmenuzando también las memorias humanas, incluida la de aquellos hombres cuya gigantesca estatura los abruma, los inquieta, los deprime.
Tal, es el caso del escritor Vargas Llosa que, en una edición de ayer o de anteayer del diario El Comercio, arroja una inmensa piedra de toque sobre los huesos de Comandante Che Guevara, en un entusiasta artículo que avala la intrigante “teoría” de los periodistas Rico y De la Grange, según la cual, la repatriación de los restos mortales del Che, habría sido una inmensa mentira de estado, fraguada por Fidel Castro en Persona, hace diez años atrás.
Vargas, garantiza que no es imposible que una tal hipótesis sea cierta: Fidel Castro, dice, “necesitaba que el cadáver del Che reapareciera oportunamente para echarle una mano, en una gran operación de desvío de la atención y manipulación de la opinión pública cubana, golpeada con dureza por la crisis económica y la incertidumbre. Y toda la maquinaria del Estado se puso en marcha para encontrar ese cadáver, o fabricarlo, sino aparecía el verdadero. Por eso la fosa fue abierta de noche, fuera de las horas permitidas para la excavación… y por eso nunca se hizo la prueba de ADN…”Declaraciones de una tal envergadura, cortan la respiración y cercenan de cuajo la voluntad de responder. Al vómito disfrazado con la inelegancia de la palabra, no se responde; como no respondimos ni nos ocupamos, los primeros dias de febrero, cuando apareció, en la revista de pronunciado formato anticomunista de Enrique Krause, Letras Libres, el articulo: “Operación Che.” Historia de una mentira de Estado, publicado, y publicitado como una primicia mundial “irrefutable”
En ese artículo, los gusanillos inoculados de la rabia y del odio que les inspira la revolución cubana, ya se habían interesado anteriormente a demoler en carne viva la trayectoria de ejemplar honestidad del Che. Ahora se introducen en sus huesos, macabramente, mórbidamente, ensañándose con ellos, más allá de la muerte, sin por lo tanto llegar a horadar de un solo milímetro la pétrea y enorme estatura de un hombre, que dejo como herencia, la fidelidad y persistencia en las ideas que se suscribe, el inmenso amor por el hombre desposeído en cualquier punto de la tierra, la austeridad y la justa mesura en todos los actos de la vida.
El padecimiento físico del que sufrió el Che, no fue una excusa para no consagrarse intensamente, en cuerpo y alma, a la misma causa que el escritor Vargas Llosa, abandonó, deplorablemente en su juventud, en beneficio de una rufianesca postura de traidor, y hoy, como comentarista que honora el deshonor, en un gusanillo abominable de más.
El artículo que publicaron los ensalzados periodistas, Rico, española y De la Grange, francés, es un doble cuento: Cuento, porque es falso y mentiroso. Cuento porque la técnica de la narración convoca a la trama policial, con sus sospechas y sus sospechosos en profusión y con afirmaciones imposibles de verificar, al menos por el momento, y porque son declaraciones a donde la manipulación narrativa las inclina en el sentido de beneficiar la postura política que sus autores buscan y sobre las cuales edifican sus conclusiones “irrefutables”, sin aportar la más mínima prueba científica, exceptuando el hecho que, efectivamente, no se hicieron los análisis de ADN, porque las confrontaciones maxilares, hace diez años, tenían el mismo rigor y el mismo valor científico que hoy, la prueba de ADN.
Son, sin duda, las características de romance policial las que atraen al escritor y las que avivan su fantasía literaria en la que encuentra refugio y en donde se aloja indefinidamente; desde allí, la pluma del político frustrado, desborda de fantasmas y delirios, incongruencias y paranoia. Sus retinas embarazadas de cataratas macartistas, le hacen ver la ficción en política, más bella y más hermosa que la “grisácea” realidad, como él declara.
Por eso, no entraremos a decorticar sus otras afirmaciones en el contexto del artículo en que denigra la memoria del Che, porque son reflexiones mezquinas, de espíritus enanos, que a diario las encontramos en el lenguaje panfletario y primitivo de los detractores de la Revolución Cubana.
Hay, sin embargo, algo con lo que estamos de acuerdo con Vargas, cuando sostiene que “la imagen del Che, es una marca de valor seguro, a la que empresarios de toda clase explotan en los cinco continentes”.
Eso, es irreversiblemente cierto, como cierto es también que los huesos del Che han servido al escritor como insumos de fabricación de un artículo repugnante, por el cual se hace pagar un precio respetable: Hey men, first my copyright. You know men?

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