(Vira Gasot)
Las guerras, desde que el mundo es mundo, han existido siempre. Ellas desfilan y exhiben en la historia, el cortejo macabro de las víctimas, a menudo inocentes y cuyo número abulta tenebrosamente la contabilidad tétrica de muertos y heridos, como una referencia lúgubre que enarbolan los vencedores sobre los vencidos, en la creencia espeluznante que la victoria o la derrota, sólo se miden en el balance de atrocidades cometidas, en el grado de destrucción inflingido al enemigo, en la desorganización de su tejido social, en la destrucción de su infraestructura y su sistema de producción, en el grado de colapsación de su economía.
Si ello fuera así, cómo definiríamos las consecuencias de las guerras inspiradas en la arrogancia imperial, aquella que ignora los escrúpulos, inventándose razones inexistentes para matar, por el placer de la supremacía tecnológica, por la contemplación deleitada y deslumbrada de sus instigadores; inventándose nuevos enemigos como el terrorismo, aquel terrorismo iluminado que contribuye a alimentar con las armas y por las armas, que como Ben Laden, desprecian todo lenguaje que no hable por medio del fuego, como George Bush, que también desprecia las leyes del mundo civilizado y la opinión de sus organizaciones planetarias, como ambos, cuya ceguera letal nutre y ceba la prolongación de los actos terroristas, en una espiral interminable, atiborrada de muertos y mas muertos cada dia que pasa. ¿Cómo?
Dentro de algunas horas, el Presidente norteamericano, George Bush, sorprenderá al mundo, como es su habitud, con sus declaraciones espectrales que esta vez, anunciaran, sin duda, la segunda fase del apocalipsis now que se empeña en continuar en Irak.
¿Son éstos, los manotazos de ahogado o es el spring de la muerte?
En todo caso, el anuncio de este nuevo impulso a la guerra, que ha cuidadosamente esperado el final de las fiestas de fin de año, se parece mucho a la estrategia que empleó la armada americana, al final del conflicto en Indochina, denominando “Vietnamizacion”, a la intensificación de la guerra en ese entonces.
Las cancillerías de los principales paises ya están informadas, en líneas generales, del contenido del discurso del Presidente Bush. Estas informaciones se han filtrado también a la prensa, que en todo el mundo hacen estado de un sobre dimensionamiento de 20.000 soldados de élite, que irán engrosar la cifra de 140.000, actualmente sobre el terreno. La probable novedad que incluye este nuevo empuje hacia la intensificación de la maquinaria de guerra, es, sin duda, la petición de 1.000 millones de dólares que el Congreso de la Nación debe aprobar, para emplearse, según los temibles estrategas, en operaciones de un lipting publicitario, que permitirá vender, por unos cuantos dólares, la imagen de una América generosa, que se ocupa en repintar las escuelas y los hospitales destruidos, que contribuye a levantar las inmundicias acumuladas en la calle, por un deficiente servicio municipal y que crea algunos empleos para paliar las desastrosas consecuencias que la guerra hoy y el embargo ayer, produjeron en la economía de ese país, destruyéndola, casi totalmente.
¿Qué podrá decir además de esto el presidente Bush?
¿Que su pais, autoerigido en bastión de la democracia mundial, ha escuchado el llamado de dios, que le insta incesantemente de expulsar de la faz de la tierra, a todos los terroristas que se le oponen en su camino, y que le acuerda la implacable lógica de emplear el terror contra el terror?
¿Existe un dios que pueda recomendar el terrorismo recíproco?
Por lo pronto, que escuche al menos a Nancy Pelosi, que ayer, en el Congreso Norteamericano, se sumó a la anulación del orden del dia sobre las cuestiones interiores, para dar primacía a las discusiones sobre la guerra en Irak, rogando al presidente que de marcha atrás en el “caos” que él conduce en Irak y convocando para el jueves, inmediatamente después del anuncio de Bush, a Condolezza Rice y Robert Gate, para que se expliquen y expliquen los alcances de las nuevas divagaciones mesiánicas del Comandante en Jefe de la armada americana.
A pesar de los numerosos representantes de la nación, sumados a larga lista de hombres políticos de todo bando que expresan en permanencia su desacuerdo con el giro que toma la estrategia de guerra en Irak, hay que decir, en honor a la verdad, que hasta el momento, no hay una reacción combativa de resuelta oposición y condenación explícita de la guerra, a la excepción honrosa de algunos demócratas notorios, que asumen a título personal la responsabilidad de llamar a las cosas por su nombre y a Bush por su apellido.
Graves cálculos políticos deshonorantes, en el campo demócrata, ensombrecen la dignidad heredada de los padres de la independencia, cuando se conciertan y se barajan en términos de rentabilidad, tal o cual posición política. Asi, por ejemplo, muchos miden sus palabras frente a la proximidad de las elecciones presidenciales que vienen y frente a las cuales, alejarse de Bush o acercarse a él, puede costar muy caro.
Tal razonamiento se aúna a otro, según el cual, el Congreso podría cortar el cordón umbilical financiero que nutre el aventurerismo de Bush en Irak, pero tomar una medida de esa naturaleza, seria “arriesgar” una condenación por falta de patriotismo y por “ayudar” a conducir a los Estados Unidos a la derrota sin honor. Tales son las coordenadas en las que unos y otros mueven, con miedo o por miedo, sus fichas marcadas.
Pero el Presidente Bush no escuchará a nadie, salvo a sus mentores ideológicos que siguen activos detrás de las bambalinas y que, considerando que la guerra desatada con su concurso es legítima, apoyan y asesoran desde la sombra, con sus temibles consejos como el que acaba de plasmar Bush, en la limpieza de todo rezago contestatario, al interior de las tres armas, nominando un equipo menos pesimista, menos derrotista que el precedente, quien que oso, en su momento, señalar el giro peligroso de la moral de las tropas y la inconveniencia de aumentar su número.
Entre esos concejeros destaca el temerario y arrogante Donald Rumsfeld, cuya evicción no ha limitado el ímpetu de sus declaraciones ni la persistencia de sus extravagantes apreciaciones políticas, que pintan de cuerpo entero el neofascismo conservador americano.
En una reciente entrevista en L’Espress, Rumsfeld dijo: “Nosotros poseemos incuestionablemente las fuerzas militares mas modernas del mundo y de la historia. Nosotros no podemos perder una sola batalla, por otro lado, nosotros no hemos perdido una sola batalla y no perderemos ninguna…Nos enfrentamos a una pequeña minoría de extremistas violentos que tienen el acceso a las tecnologías, las más modernas, material, armas mortales, cada vez más peligrosas y destructoras, a todos los sistemas bancarios, a los e-mails, a Internet que les permite comunicarse entre ellos… Así, la ausencia de una guerra clara y lisible crea un medio ambiente, fundamentalmente diferente, en fin, hay que tomar en cuenta la evolución mediática. Esta guerra es la primera del siglo XXI desde el punto de vista militar y tecnológico y lo es, también, en términos de mediatización, de información continua, 24 horas sobre 24 horas que se usan en los BLOGS y en las cámaras numéricas, todo lo que el adversario puede utilizar y manipular y lo hace muy hábilmente…”
“El Presidente Bush confronta una situación en la cual el debe defender lo que estima necesario para la seguridad de los Estados Unidos. Sólo la perseverancia le permitirá lograr resultados positivos. El presidente debe siempre guardar esta idea en su espíritu. Las consecuencias de un fracaso militar serían tan desastrosas para el país, que tendría que recentrar el combate, que se sitúa en una cierta medida en el lejano oriente, pero en realidad, en los Estados Unidos…El debe estudiar y reconsiderar las diversas proposiciones y sugestiones que le han sido hechas, yo pienso que dejar la situación en Irak, tornarse a la ventaja de los terroristas, tendría graves consecuencias, no solamente en razón del petróleo, del agua, de las riquezas que se encuentran en ese pais, de la situación geográfica y de la talla de su población, su historia, sino también, porque Irak se convertiría en un lugar de predilección, para planificar ataques terroristas contra los paises moderados de la región y contra los Estados Unidos…La capacidad de los Estados Unidos a proteger la población americana, se encontraría disminuida…”+
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