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sábado, 7 de marzo de 2009

CHINO MALDITO, MAIDITO CHINO

El Perú habría podido ser el país más civilizado del mundo, si Fujimori hubiera comprendido y respetado ese estado de gracia natural que tienen los peruanos en materia de hospitalidad con los extranjeros y si hubiera conducido un gobierno honrado y limpio, como simple retribución a esa extraordinaria miopía colectiva que creyó ver en él, más como japonés que como peruano, a un industrioso ingeniero emigrante que sobre sale en la vida con honestidad, gracias al tesón y a la constancia de su trabajo, considerando esos atributos suficientes para confiarle, hasta la primera magistratura.

Cualquiera que sea su nacionalidad, cualquiera que sean sus orígenes raciales, los extranjeros afincados en el Perú, siempre han beneficiado de una particular deferencia en cuanto a actitudes de simpatía, de respeto admirativo y hasta de solidaridad y entrega, por no decir de sumisión.

Fujimori fue uno de ellos por quien se perdió hasta el orgullo de ser peruanos. Por quien se sacrificó la necesidad de respetar nuestras líneas ancestrales, aun cuando estas hayan producido muy poquísimos presidentes con apellidos de legítima consonancia peruana: Nuestra historia republicana está plagada de apellidos raros, que cuando no son extranjeros y extranjerizantes, son proclives a subrayar sus lazos con el exterior, de preferencia con la madre patria, atavismo colonial que todavía produce suculentos réditos en nuestra triste tabla de homologación social.

Esa, es una de las escasas lealtades al buen sentido y al respeto de la dignidad humana que los oriundos de estas tierras subordinan, sabiéndolo o no, al principio de universalidad del ser humano y de sus derechos, y, al rechazo del infantilismo nacionalista primario que, en otros países, consiste en aborrecer y combatir, desde todos los niveles de la sociedad, a todo aquello que no es autóctono y que aspira a desempeñar un rol activo en la comunidad en la que vive.

Incluso, la ilustre Europa siembra en sus extensos territorios, numerosas parcelas contaminadas de exclusividad nacional y nacionalista, en las que se cultivan casi naturalmente, todos los frutos prohibidos de la diferencia y sus correlatos raciales y racistas. La Unión Europea, contrariamente a lo que se cree, no es otra cosa que una entelequia administrativa, organizada más o menos eficazmente por los imperativos mercantiles y está lejos, muy lejos de representar las ideas de sus fundadores que soñaron con una federación de naciones, política, social y económicamente unidas.

La vigencia de los nacionalismos patrioteros han determinado el estancamiento y la esclerosis aguda de la que hace gala UE, en el terreno real de la integración. En el plano interior, varios de sus países miembros practican activamente la marginalización en contra de las comunidades de origen extranjero, limitando seriamente sus aspiraciones de participación política y dando lugar a derivas monumentales que, como en el caso de España e Italia, han puesto en marcha un tenebroso cambio en la política de emigración extranjera.

Fujimori, ese ciudadano japonés que fue percibido por la población como un peruano más, sin hacer una ociosa distinción sobre sus orígenes extranjeros, recibió, como muy pocos, ese inmenso olor de santidad nacional que confiere la esperanza y la credulidad y él lo dilapidó a los cinco minutos de haberse instalado en la presidencia.

Su gobierno se definirá como una experiencia psicológica de perversión sistémica en todos los estamentos administrativos ligados a los poderes del estado, en los que instaló la inmoralidad y la corrupción participativa, como ejes centrales de una degeneración gubernamental programada para comprometer y asegurar lealtades: “Si todos somos corruptos, nadie será corrompido”

Así, Las arcas del Estado fueron tomadas por asalto y se legisló en el sentido de impedir toda auditoría y todo control. Fue allanado el camino hacia la promoción del delito y se produjeron las fechorías más inconcebibles, desde el enriquecimiento familiar que se conforta extraordinariamente en bancos del Japón y Suiza, hasta el montaje y financiamiento de aparatos de sostenimiento político que actúan a la luz y a la sombra, empleando todavía y aún en la actualidad, los métodos licenciosos y vedados del hampa política, pasando por el fraude a todo nivel y la adquisición de conciencias, mediante el soborno y la paga en contante y sonante.

Este modelo de organización gubernamental, hizo estallar todos los principios morales e instaló una soberbia, como descarada política de negación de los derechos humanos. Se sirvió de militares ignorantes y ambiciosos que modificaron los términos de la carrera militar, subordinándola al arrivismo servil y transformando a las fuerzas armadas en huestes mermadas de dignidad y sin código del honor: En guarniciones de rapiña que sembraron la muerte con la crueldad brutal del primate y que violaron por doquier, guarecidos en la impunidad y en la protección del gobierno central.

La mentira y el fraude fueron las monedas corrientes y cotidianas de la acción del Estado. Organizó y se dotó de un sistema de información subliminal que apuntó derecho al corazón fragilizado del peruano medio, explotó sus miedos, su mediocridad y su ignorancia, fundando el concepto “chicha”, concepto que se pierde, para vergüenza de todos los peruanos, en la infinidad de la ramplonería profundamente estúpida y vacua.

El estado de guerra constituyó la excusa oportuna para no rendir cuentas. Para inventar secretos operativos monstruosos de matanzas programadas, a diestra y siniestra; para aterrorizar a sus opositores mediante el rapto o la amenaza de muerte. Condujo la guerra con mano firme hasta la parodia estrafalaria de pretender encarnar en el Perú, la crueldad de Pinochet, haciéndose llamar admirativamente: “chinochet”.

Fue el inspirador de los métodos más bajos y vedados que se emplearon en esa guerra que debió terminar mucho más temprano y que la prolongó, artificialmente, por los réditos que ella distribuía en todos los estratos concernidos. Se inventó una grosera caricatura de patriotismo violento, combatiendo a Sendero bajo las formas sanguinarias más fieras y más inhumanas, lo que dio origen a una espiral de monstruosidades inaceptables desde todo punto de vista, en los dos campos.

Pero, lo que la historia retendrá en prioridad cuando analice la personalidad de Fujimori, será sin duda, el cinismo estudiado de todos sus actos públicos, Su triunfalismo bellaco paseándose en medio de cadáveres. Su renuncia por fax y su vergonzosa huída al extranjero, coronada por una candidatura al Congreso Nipón y una millonaria boda, falsa y convenida, es decir, la mentira que sucede a otras mentiras en una progresión de inmoralidades, en las que termina creyendo él, su familia y sus colaboradores, al punto de concebir y acariciar el sueño de una alternancia que acribilla los últimos residuos de decencia y enloda a sus descendientes, con el anuncio de que su Señora Hija podría ser candidata a la Presidencia. Si, ella, la hija de un asesino ladrón.

Hoy, cuando está a las puertas el veredicto final sobre su suerte, somos impotentes para que nuestra intransigencia en la aplicación estricta de la justicia sea escuchada. Ese juicio se desarrolla en medio de intereses millonarios y con actores vivientes que tienen rabo de paja, pero que todavía tienen mucho poder de decisión y mucho de influencia determinante.

Ese proceso es el espejo que permitirá impedir lo que no desean que ocurra con ellos mismos en un futuro próximo, de allí el pacto de sangre que anunciáramos hace más de dos años y que liga a las dos versiones de la infamia corrupta, el alanismo y el fujimontesinismo en una coprofagia de perros del hortelano, alianza de intereses compartidos que otorgarán, más pronto que tarde, un indulto vergonzoso que aterrizará en una prisión dorada de algunos meses, o tal vez de algunos años, para guardar las apariencias y apaciguar la vehemencia de los irreductibles….
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Yo tacho la candidatura de Keiko Fujimori porque la considero inmoral e insultante para la inteligencia y la dignidad de mi país, aun cuando reconozco su derecho a postular, como hija de un emigrante, a la Presidencia de la República del Perú. (Usa esta introducción en todos tus escritos y firma)