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viernes, 27 de marzo de 2009

TRISTES DECLARACIONES DEL ANDINO GARCIA


Lo que muchos
llaman verborrea a esa disentería crónica y compulsiva del doctorcito, pueden trastabillar peligrosamente. Detrás de sus diarreas apremiantes se esconde el nudo gordiano de una ideología nacional socialista, que como hoy, en sus tristemente célebres declaraciones sobre el determinismo genético en relación con la geografía, se asocia a la gama de cruces gamadas que se estancaron en las teorías raciales en boga, en los años 30: En los años aciagos de la construcción del pensamiento hitleriano, que como todos saben, se establecieron las bases de las diferencias y de la supremacía racial, sustentadas en teorías antropológicas trasnochadas, falsas y obsolotetas, de las que García se hace eco en pleno 2009.


En sus declaraciones, que dicho sea de paso acentúa brutalmente la supuesta inferioridad del “indígena” con relación al negro, porque el primero “todavía” cosecha la coca y el segundo, al menos mete la alegría, García da nacimiento formal al racismo de Estado contra su propia población indígena: El racismo nace como ideología, cuando sustenta sus pilares en la afirmación equívoca que hay una relación lineal entre los contornos físicos de un grupo humano y su expresión psicológica.

Sin embargo, García no es el primero en lanzar sus desprecios públicos por la “raza indígena". El mismo Haya de la Torre, a pesar de su tórrido discurso social y político, aquel discurso anti imperialista de la primera época, era fundamentalmente un individuo racista antes y después, aún cuando aseguraba sentir una profunda admiración por la filosofía estética de los artistas greco romanos (que por otro lado, ellos adoraban al negro como modelo supremo de gracia y elegancia muscular), un día se le ocurrió pronunciar este grave dislate conceptual: “No es lo mismo un desnudo greco, que un cholo calato”, dijo, y los que festejaron esta “ocurrencia genial” del Jefe, deben ahora lamentar la profunda y humillante desvalorización física del cholo peruano, tacita antitesis del ideal que él se hacia del ser humano perfecto.

miércoles, 25 de marzo de 2009

GARCIA EL BELLACO: EL LORCHO INTI REY


La corrupción se radicaliza sin ambages y ahora asume la forma pontificada del dogma único, la bellaquería de todos los extremismos, la trasnochada certitud de ser la luz y la razón, la imitación grosera y mediocre del rey Sol, Luis XIV, la caricatura de un absolutismo monárquico todo poderoso; el Lorcho Inti Rey, ha dicho: El Estado soy yo:


“En el Perú, el presidente tiene un poder, no puede hacer presidente al que él quisiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiere. Yo lo he demostrado”


La pobre madre del cordero exhibe su total desnudez mostrando que García, el doctorcito de los enjuagues cloacales, el fidel servidor del mercantilismo pútrido, tiene el derecho y la potestad absoluta de impedir la victoria de quien el pueblo decide.


En otras palabras, nuestro lorcho Inti Rey a dicho:“yo me zurro en la constitución y en las elecciones generales, la ley soy yo para garantizar vuestras inversiones, yo lo he demostrado, tengo el poder de matar y mandar a matar a quien os estorbe…”

Esperemos que esta nueva manifestación corrupta de la interpretación del rol de un Jefe de Estado, no caiga en la banalización y la indiferencia. Pidamos su cesantía.

domingo, 22 de marzo de 2009

BENEDICTO XVI Y SUS TRES NEGACIONES



El oficio de ser Papa
y ser Jefe de Estado a perpetuidad, un poco antidemocráticamente, debería reglamentarse. Hay que inventar el retiro o la obligación de abstenerse cuando no se sabe lo que se dice: Dicenda, tancenda loqui.

A la edad en que ya no se puede diferenciar por ejemplo, sida y suicida, que son dos cataclismos existenciales, dos azotes con rangos y rasgos distintivos a pesar de la convergencia dramática de significados y consecuencias, hay que retirarse en un claustro. Se “taire” como diría Voltaire. De preferencia en un monasterio trapense, allí donde los frailes fabrican esa extraordinaria cerveza “trapista” de alta fermentación y el Señor perdona con creses su consumo exagerado, sobre todo, si se hunde en la cebada como un humilde pececillo y nos asegura un silencio benefactor.

Chocantes y suicidas, para quedarnos en la gama de comparaciones tivias, son las declaraciones del Sumo Pontífice a propósito de la utilización del preservativo. Yo diría, perfectamente escandalosas y muñidas de un incomprensible pasaporte papal hacia la muerte colectiva. Declaraciones, claro, expresadas en el contexto de la consabida posición oficial del Vaticano frente a la concepción y contracepción y que ese viejo foro de disquisiciones filosófico religiosas entre detractores y adherentes, se enfrasca en el inmovilismo de las ideas, a la imagen de la evolución de la Iglesia Católica que justifica sus retardos por una preocupación contestable de tomar esas distancias de tiempo enormes que según ella, exige la reflexión:

La tierra continúa a ser plana, la inquisición está a la vuelta de la esquina, los científicos son los nuevos herejes, el preservativo es un instrumento diabólico que deja pasar el virus: El pisano Galileo Galilei (1564-1642) será condenado de nuevo y esperaremos cuatro siglos para que la iglesia reconozca y deplore oficialmente sus erróneas decisiones.

Sabíamos que las voces del señor son impenetrables, pero las que utiliza Benedicto XVI son anochecidas y retorcidas. El Papa ha dicho que “no se puede solucionar el problema del sida con la distribución de preservativos, al contrario, su uso agrava el problema”. Tesis que se conoce, según el rito al que nos tiene acostumbrados, pero que, expresadas en África, en esa inmensa geografía donde el sida ha edificado su fortaleza inaccesible devastando a poblaciones enteras, ha irritado a todos los que siendo católicos o no, luchan ferozmente contra esa abominable pandemia que es el sida.


La teología medieval del Vicario de Cristo, sumergida en otra memorable metida de pata como aquella de Ratisbona, a propósito del espíritu guerrero de Mahoma, ha llamado a la palestra a un jesuita de talla, y como buen jesuita, el padre Lombardi que es más calculador que analista, ha sacado de su chistera un afrodisíaco argumento que rectifica y amplifica lo que en realidad quiso decir el Papa:


“Señalar al preservativo como el único medio de luchar contra la epidemia, es olvidar los otros aspectos que son esenciales, como hacer un trabajo de educación del comportamiento, la afirmación de los valores del matrimonio, de la fidelidad y de la familia”. En suma, desterrar “esta forma de ideología de la confianza absoluta en el preservativo…” En suma, el maniqueísmo religioso reinventado políticamente, por un sacerdote…Pobre Mani.

El gallo ha cantado por la tercera vez, Pedro. Primero fue la resbalada con los integristas este 21 de enero, segundo, la excomunión de Recife y tercero, el sida. Tres negaciones que enlodan el Evangelio, siendo la última la más espectacular, porque desconoce no solamente el contexto de permisividades sexuales de una población sociológicamente particular, como lo es la sociedad africana, con ignorancias matriculadas en la alquimia de la nigromancia y la hechicería sino que olvida, que sobre este drama, se edifican también las fortunas inconmensurables de las transnacionales farmacéuticas que en secreto, libran sucias batallas por el control del mercado, estamos hablando de Estados Unidos y de la UE.

¿A quién beneficia comercialmente, el mantenimiento y la propagación continental de una enfermedad incurable, donde una joven sobre 3 y un joven sobre 7 están infectados por el VIH, como sucede en Botswana y en general, como sucede en el sud-este del continente africano?
Creced y multiplicaos y poblad la tierra…
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Leer el Artículo de Alvarez Rodrich en La República de hoy. ESTE PAPA NO ES CHARAPA.

sábado, 14 de marzo de 2009

EL RAPTO DEL VELERO

Los capítulos anteriores pueden encontrarlos en el Archivo del Blog, del mes de febrero


4 LOS PREPARATIVOS DEL VIAJE


Su tía abuela le había prohibido salir a la calle sin la compañía de sus primos o de sus numerosos tíos que más o menos frisaban la misma edad que él: “No salgas a vagabundear como un huirataca”, le dijo, en un tono seriamente amenazador.

Como casi siempre, él desobedeció.

La vieja hermana de su abuelo a quien le habían encomendado la “crianza” del chico, era una mujer que lo olvidaba todo. Debido sin duda a su avanzada edad o debido quizás, a su personalidad perturbada por algunos atisbos de desequilibrio mental, que flotaban entre la demencia y la chifladura. O ambos al mismo tiempo.

Ella, por ejemplo, sostenía que para aprender el Quechua había que chuparle la lengua a un indio. Cada vez que este sentencioso juicio se hacía escuchar, provocando la perplejidad de la gente, ella desataba una risotada monumental, a la vez nerviosa y compulsiva y de la cual, súbitamente, saltaba sin intermedios hacia una postura ecléctica de constricción y de arrepentimiento. Enseguida, erguía sus afectos por la raza indígena, sosteniendo que no eran animales sino, casi. Y había que protegerlos. Hay que tratarlos como si supieran pensar, decía, porque ellos son también, “hijos de Dios”.

Aquella vez, ella olvidó verificar si su severa prohibición se había respetado al pie de la letra, tal como lo había previsto la víspera, mientras discutía del asunto con su hermano. La reputación del chico se construía poco a poco, como una leyenda injusta –como todas las leyendas-, atiborrada de exageraciones sobre supuestas malacrianzas y desobediencias, cuando solo se trataba en él, de un afán encarnizado por descubrir la tortura que causa esa inmensidad de interrogaciones que flotan en el aire, que revolotean subversivas y religadas entre ellas… por todo el cerebro… al mismo tiempo.

La gente mayor ignora casi siempre el martirio que significa llevar a cuestas tantas preguntas, con respuestas que se hacen esperar y esperar, exasperando hasta la rabia. De allí, que todo el mundo se irrita con esa manía tan suya y tan particular de preguntar a cada instante: ¿Por qué? ¿Porqué esto y porqué lo otro? De allí, su necesidad de circundar en el “vagabundaje” de las interpelaciones, directamente, en el terreno de los hechos… En el meridiano de esa tentadora realidad que se le ofrece a sus pies tan generosamente y que le invita a marchar… solamente a marchar un poco.

Ese día, Lucrecia salió muy apresurada, con la sola idea de vender las camisas que había confeccionado toda la noche en su vieja máquina de cocer, “Singer”. Ese día era muy importante para ella, porque como nunca, todo el mundo anunciaba con entusiasmo que habría muchísima gente en el mercado de abastos, y que había que aprovechar para vender al máximo.

Cuando salió de la casa, Lucrecia no constató para nada si su sobrino nieto, enfermo de una debutante bronco pulmonía, dormía bien tranquilo en aquella habitación obscura que le habían asignado, en el fondo de la inmensa casona familiar. Morada confortable que contaba con tres patios que se comunicaban entre ellos y que el abuelo Víctor Manuel, continuaba a construir, para poder albergar a todos los vástagos de sus cuatro matrimonios y aquellos que vendrían de un quinto enlace en preparación con aquella señora que fuera, por largos años, su sirvienta y su ama de llaves: La hilaria.

El “chalet”, como el denominaba a su casa, permitía albergar también a los allegados a la familia que venían a pernoctar por “algunas días” y se quedaban para siempre y, desde luego, permitía cobijar a los numerosos indígenas, hombres y mujeres que se ocupaban de los menesteres de la casa y de sus múltiples negocios de rescatista, vendedor de abarrotes y otros.

Los “pongos”, como se les llamaba, transportaban incansablemente o estocaban todo el santo día, inmensos bultos de mercancías o fardos de hojas de coca. Sus espaldas curvadas a más no poder, sostenían el peso atroz de enormes objetos apiñados unos sobre otros, en un desafío permanente al equilibrio precario de sus cuerpos famélicos. Otros, trasvasaban en botellas gruesas, las interminables botijas de aguardiente que mulas y caballos traían a la casa, vaya a saber el diablo de dónde… Lo que cierto día provocó su inmensa curiosidad y para saberlo puso en práctica un estratagema muy simple: Se Refugió a escondidas en una alforja relativamente espaciosa que contenía lazos, cueros de oveja y otros materiales de protección de las mercaderías y se incrustó en el viaje de regreso del convoy, pero fue descubierto a mitad del camino, en medio de una noche lluviosa y cuyos relámpagos furiosos lo aterraron tanto a él, como él, al mayoral.

Pero ese día de prohibiciones tan repetidas, él, había logrado salir silenciosamente de su habitación, sin que nadie se de cuenta, atraído desde muy temprano por los gritos encendidos de pasión y de cólera que los huiratacas coreaban infatigablemente, por todas partes en la ciudad. Esos rugidos sañosos se introducían en su habitación, como invitaciones impertinentes, pero tentadoras, muy a pesar de que sus ventanas estaban cerradas y condenadas herméticamente al exterior y al interior.

Y, como su abuelo solía decir, esos “pordioseros huiratacas” eran, en efecto, personas andrajosas que salían a la calle para protestar en vano. Ese desfile interminable que inundaba la calle hasta perderse de vista en el fondo profundo, estaba presidido por algunos notables reconocibles, como ciertos maestros de escuela, celosos de mostrar sus corbatas bien sostenidas por prendedores que pretendían ser de oro.

Ellos, eran seguidos de un inacabable tropel de personas vestidas con la modestia del obrero o con la ligereza, un poco descuidada de los estudiantes. Al final del inmenso cortejo, otros individuos aún más pobres, exhibían sus ponchos multicolores y deshilachados, calzando gruesas ojotas de caucho, que dejaban entrever sus talones ranurados de estrías, dentro de las cuales se alojaba una mugre incontestable. Eran sin duda, los cargadores, una institución de transporte humano de la que todo el mundo se servía para desplazar sus pertenencias, a cualquier hora del día y de la noche.

Ese conclave bullicioso y querelloso, deambulando por toda la localidad, instalaba un cierto ambiente de celebración pomposa y jubilatoria. Numerosas banderas y banderolas agitaban en el aire los nombres de las empresas donde esa gente trabajaba: “Maranganí”. “Tejidos Huáscar”. “Sindicato de Chóferes”, “maestros Primarios” y muchas otras siglas que se empapaban de coloridos festivos, en un marco extraordinario de música autóctona, de bombos y de cachasparis que se producían y que se escuchaban al mismo tiempo, en las calles aledañas.

El, desoyendo todos los concejos y las recomendaciones de Lucrecia, o simplemente sin
acordarse de ella en absoluto, se resolvió a seguir a la multitud de manifestantes, caminando
entusiasmado sobre la acera donde muchos curiosos le impiden ver, constantemente, la
amplitud del espectáculo. Esa exhibición de muchedumbres disciplinadas, concertadas para
gritar lemas y consignas radicales, en el centro de un delirio que hace apelaciones a la muerte
y hasta a la extinción inequívoca de ciertos grupos sociales, provocan en él, un choque
violento, con emociones contradictorias.


Son, sobrexcitaciones desconocidas que lo introducen en un estado de febrilidad. Súbitamente
aparecen los primeros escalos fríos y las primeras sensaciones de calor, simultáneamente, en
medio de una deliciosa agitación que le hace temblar hasta perder el equilibrio, son temblores
extraños que evocan un incremento anormal de la temperatura. Su cuerpo sufre cambios
notables hasta en el en el color de la piel, que se transforma desde la palidez demacrada,
hasta el enrojecimiento sudoroso. La vejiga se inunda y se desborda, entonces él, sin más no
poder se detiene al costado de un viejo camión cuyo propietario ha colgado al costado de un
destartalado doble tubo de escape, una advertencia que reza: “Cuidado con los Reactores”. El,
lee el rótulo con una cierta inquietud pero orina copiosamente, con la sensación de descargar
un océano entero.


El, siente ganas de llorar y ganas de enfrentarse contra ese enemigo invisible y todo poderoso
que está presente por todo lado. Contra ese gestor oscuro de tantas iras y tantas desventuras, enumeradas una a una, con tan inmensa convicción por esa masa de personas dominadas por el frenesí de la indignación colérica. Y, sin saber cómo ni exactamente porqué, aquel día, él, sintió encarnar a un personaje muy importante. Demasiado importante. Aquel día llegó a persuadirse que de alguna manera, su frágil humanidad, formaba parte imprescindible de toda esa marea humana y con la cual había que contar a partir de ese momento. La mayoría de los gritos eran confusos e ininteligibles, pero estaban cargados de mucha sinceridad y había que hacerlos inequívocamente suyos y repetirlos con la misma convicción


Entre empellones y palmoteos en la cabeza llegó, con esas personas enardecidas hasta el final de la marcha. Hasta ingresar turbulentamente con ellos a la plaza de armas del Cuzco. Allí, en las inmediaciones del costado izquierdo de la catedral, reconoció a varias personas cercanas a su familia. Ellas confortaron su adhesión categórica al movimiento de sindicalistas cuando constató que en sus rostros, también se había instalado ese rictus de protestación colérica que había que imitar a todo precio, sin saber todavía a ciencia cierta, exactamente, porqué.

FOXLEY O FORCEPS








Chile ha cambiado
de Ministro de Relaciones Exteriores y este cambio provoca comentarios encontrados en el Perú. Los unos, ven un repentino ajuste de clavijas, un fórceps que modificaría la posición oficial chilena con respecto a nuestro país y, los otros, quieren ver que no ven nada. O muy poco.

La verdad es que, en efecto, la presidenta Michelle Bachelet ha hecho cambios significativos en esa cartera para no cambiar absolutamente nada. Para mantener inflexibles las aspiraciones chilenas cuyos diferendos con nosotros no se autentifican ni se transforman por el efecto mágico de un eventual cambio de personas, aquí o allá, sino que son lo que son: Aspiraciones nacionales. Tesis de Estado que obligan a tirios y troyanos a cerrar filas con eficacidad militar, aunque en la forma sean lícitas, en ese país, todas las parodias piratas de la oposición, o todas las intrepideces que parodian a los piratas.

Los chilenos no pueden pasear su alma de la misma manera irresponsable que nosotros. Ellos son concientes de la agrimensura letal de sus superficies y el apetito por el norte continúa a amplificarse en todos los frentes y, dese luego, la coordenada económica es una sólida avanzadilla de una estrategia nacional que busca el afincamiento confortable, que nos lubrica con promesas de buena cosecha, que nos introduce enjambres de oasis milagrosos por los que la banda de García se cae de babas.

La perspectiva cada vez más escalofriante de intervención económica abierta, a través de la danza de las inversiones chilenas ultra protegidas en sectores claves de nuestra economía, la imposición antidemocrática del Acuerdo de Complementación Económica con ese país, van convirtiendo lentamente nuestros diferendos marítimos, en postulados retóricos aún cuando jurídicamente, La Haya, nos acuerde razón. Lo que dentro de cincuenta años no tendrá ninguna importancia porque a esa época, todo será chileno…O casi.

viernes, 13 de marzo de 2009

BLANCA ENTRE LAS BLANCAS




Susurros enrostrados.
En la calamidad de un gesto ajeno.
Sonrisas anónimas y pendencieras.
Empotradas en el compendio de la ley.
Tus ojos que calan mirando lo invisible.
Y en tu plato de pobre, pobre, danzan ellas.
Las lúcidas alimañas, observándote.
Observando cómo sonríes a la vida.
Y cómo la vida se esconde en el tacto.
En la tragedia de la mañana clara.
Cuando clara, solo se alumbra de cerrazones.

domingo, 8 de marzo de 2009

LA INTOLERANCIA Y LA INCULTURA DE MVLL





Vargas Llosa
no puede con su genio. De nuevo a las andadas con andanadas de contrabando intelectual, cuando analiza en un artículo reciente, la espantosa reticencia gubernamental de declinar la propuesta alemana de participar en la construcción de un Museo de la Memoria, en nuestro país.

La lucidez del escritor se ilumina de cabo a rabo con esa ilustre pedagogía del trato preferencial a lo accidental, a lo contingente, a la anécdota, a la forma ciertamente literaria y bien tratada, pero desprovista de fondo, o con un fondo machacado de inexactitudes, que se pierden en la extensa filosofía de su intolerancia y desprecio por las formas de pensar que no corresponden a su sectarismo de reaccionario cabal. De unicornio, anclado en esa derecha española de la non inteligenzia.

Es cierto que el mayor drama que nuestro país ha sufrido, se condensa en el enfrentamiento armado entre peruanos y cuyas cifras aterrorizantes de muertos y desaparecidos, como cruel resultado, se calculan en 70 mil.

70 mil seres humanos escogidos entre los sectores más pobres y más olvidados de las profundidades serranas, que efectivamente fueron las víctimas enumeradas de la violencia ciega, parto doloroso de otra violencia más antigua y todavía latente y que está determinada por las condiciones inaceptables del sistema que impone y privilegia la explotación, fabricando una miseria desesperada y desesperante que puede caer, en cualquier momento, en los brazos de una nueva aventura delirante, porque a la hora actual nada ha cambiado, y no se hace nada de fundamental por cambiar, a excepción de la demagogia alanista, que pondera un desarrollo inexistente e invisible.

Los verdaderos artesanos de todo conflicto social, entre otros, son aquellos que como Vargas Llosa, desde su extraordinario pupitre mediático sostienen y entretienen tesis políticas y económicas que van al encuentro y protección del capital sin responsabilidades sociales. A la sacralización de las inversiones privadas acordándoles el máximo de libertad y el mínimo de interferencia estatal: “dejarlas enteramente en los brazos del mercado para que se ocupen del desarrollo y del crecimiento” y ya vemos los resultados: Pobreza y desigualdad, Enriquecimiento desmedido para pocos y miseria para el resto.

Quien suscribe alegremente tales convicciones en otros foros de magnificencia internacional, con socios de comprobada inmoralidad intelectual, no puede lagrimear sobre los cadáveres de quienes directamente fueron las víctimas de la vigencia lamentable de ese pensamiento, de ese de estado de injusticia que tales tesis contribuyen a perpetuar.

Un Museo de la Memoria no puede ser una pinacoteca a donde se cuelguen los excesos y las aberraciones de los unos o de los otros. Un museo de la Memoria es la conciliación y el acuerdo nacional de reivindicar la razón para no recaer en la vorágine de la manipulación que crea enemigos en un mismo campo, como lo fueron la inmensidad de soldados de extracción pobre que torturaron y tiraron por encargo y se emularon con el adversario en una absurda espiral de odio y muerte.

Alemania no ha conocido las dimensiones de la guerra interior. Un conflicto particular entre connacionales. Alemania afronta su pasado con un sentido de culpabilidad que envuelve de vergüenza a toda la nación. Alemania saldó sus deudas reconociendo que sufrió la manipulación hitleriana, aquella que arrojo innoblemente a todo el país, en la gigantesca locura de la exterminación pura y dura de judíos y pidió públicamente perdón.

El suyo, es un gesto comprensible y generoso de hacer una donación importante a un país que como el nuestro, aún se debate por esclarecer las odiosas responsabilidades de tanta matanza injusta, de allí que el Gobierno, a través del ministro Ántero Flores Aráoz, explicite su preferencia por el olvido antes que por el recuerdo. Las heridas no están cerradas, ni nuestro porvenir económico y social es claro. Las injusticias se multiplican. El vandálico saqueo de nuestro país y la entrega loca de nuestros recursos al capital foráneo amenazan, tarde o temprano, con una nueva respuesta popular. Por lo que, honrar la memoria de los que fueron asesinados, de todos los muertos de ese periodo doloroso, es, ante todo, desaparecer para siempre las condiciones económicas profundas que motivan la desigualdad flagrante de la sociedad peruana.

sábado, 7 de marzo de 2009

CHINO MALDITO, MAIDITO CHINO

El Perú habría podido ser el país más civilizado del mundo, si Fujimori hubiera comprendido y respetado ese estado de gracia natural que tienen los peruanos en materia de hospitalidad con los extranjeros y si hubiera conducido un gobierno honrado y limpio, como simple retribución a esa extraordinaria miopía colectiva que creyó ver en él, más como japonés que como peruano, a un industrioso ingeniero emigrante que sobre sale en la vida con honestidad, gracias al tesón y a la constancia de su trabajo, considerando esos atributos suficientes para confiarle, hasta la primera magistratura.

Cualquiera que sea su nacionalidad, cualquiera que sean sus orígenes raciales, los extranjeros afincados en el Perú, siempre han beneficiado de una particular deferencia en cuanto a actitudes de simpatía, de respeto admirativo y hasta de solidaridad y entrega, por no decir de sumisión.

Fujimori fue uno de ellos por quien se perdió hasta el orgullo de ser peruanos. Por quien se sacrificó la necesidad de respetar nuestras líneas ancestrales, aun cuando estas hayan producido muy poquísimos presidentes con apellidos de legítima consonancia peruana: Nuestra historia republicana está plagada de apellidos raros, que cuando no son extranjeros y extranjerizantes, son proclives a subrayar sus lazos con el exterior, de preferencia con la madre patria, atavismo colonial que todavía produce suculentos réditos en nuestra triste tabla de homologación social.

Esa, es una de las escasas lealtades al buen sentido y al respeto de la dignidad humana que los oriundos de estas tierras subordinan, sabiéndolo o no, al principio de universalidad del ser humano y de sus derechos, y, al rechazo del infantilismo nacionalista primario que, en otros países, consiste en aborrecer y combatir, desde todos los niveles de la sociedad, a todo aquello que no es autóctono y que aspira a desempeñar un rol activo en la comunidad en la que vive.

Incluso, la ilustre Europa siembra en sus extensos territorios, numerosas parcelas contaminadas de exclusividad nacional y nacionalista, en las que se cultivan casi naturalmente, todos los frutos prohibidos de la diferencia y sus correlatos raciales y racistas. La Unión Europea, contrariamente a lo que se cree, no es otra cosa que una entelequia administrativa, organizada más o menos eficazmente por los imperativos mercantiles y está lejos, muy lejos de representar las ideas de sus fundadores que soñaron con una federación de naciones, política, social y económicamente unidas.

La vigencia de los nacionalismos patrioteros han determinado el estancamiento y la esclerosis aguda de la que hace gala UE, en el terreno real de la integración. En el plano interior, varios de sus países miembros practican activamente la marginalización en contra de las comunidades de origen extranjero, limitando seriamente sus aspiraciones de participación política y dando lugar a derivas monumentales que, como en el caso de España e Italia, han puesto en marcha un tenebroso cambio en la política de emigración extranjera.

Fujimori, ese ciudadano japonés que fue percibido por la población como un peruano más, sin hacer una ociosa distinción sobre sus orígenes extranjeros, recibió, como muy pocos, ese inmenso olor de santidad nacional que confiere la esperanza y la credulidad y él lo dilapidó a los cinco minutos de haberse instalado en la presidencia.

Su gobierno se definirá como una experiencia psicológica de perversión sistémica en todos los estamentos administrativos ligados a los poderes del estado, en los que instaló la inmoralidad y la corrupción participativa, como ejes centrales de una degeneración gubernamental programada para comprometer y asegurar lealtades: “Si todos somos corruptos, nadie será corrompido”

Así, Las arcas del Estado fueron tomadas por asalto y se legisló en el sentido de impedir toda auditoría y todo control. Fue allanado el camino hacia la promoción del delito y se produjeron las fechorías más inconcebibles, desde el enriquecimiento familiar que se conforta extraordinariamente en bancos del Japón y Suiza, hasta el montaje y financiamiento de aparatos de sostenimiento político que actúan a la luz y a la sombra, empleando todavía y aún en la actualidad, los métodos licenciosos y vedados del hampa política, pasando por el fraude a todo nivel y la adquisición de conciencias, mediante el soborno y la paga en contante y sonante.

Este modelo de organización gubernamental, hizo estallar todos los principios morales e instaló una soberbia, como descarada política de negación de los derechos humanos. Se sirvió de militares ignorantes y ambiciosos que modificaron los términos de la carrera militar, subordinándola al arrivismo servil y transformando a las fuerzas armadas en huestes mermadas de dignidad y sin código del honor: En guarniciones de rapiña que sembraron la muerte con la crueldad brutal del primate y que violaron por doquier, guarecidos en la impunidad y en la protección del gobierno central.

La mentira y el fraude fueron las monedas corrientes y cotidianas de la acción del Estado. Organizó y se dotó de un sistema de información subliminal que apuntó derecho al corazón fragilizado del peruano medio, explotó sus miedos, su mediocridad y su ignorancia, fundando el concepto “chicha”, concepto que se pierde, para vergüenza de todos los peruanos, en la infinidad de la ramplonería profundamente estúpida y vacua.

El estado de guerra constituyó la excusa oportuna para no rendir cuentas. Para inventar secretos operativos monstruosos de matanzas programadas, a diestra y siniestra; para aterrorizar a sus opositores mediante el rapto o la amenaza de muerte. Condujo la guerra con mano firme hasta la parodia estrafalaria de pretender encarnar en el Perú, la crueldad de Pinochet, haciéndose llamar admirativamente: “chinochet”.

Fue el inspirador de los métodos más bajos y vedados que se emplearon en esa guerra que debió terminar mucho más temprano y que la prolongó, artificialmente, por los réditos que ella distribuía en todos los estratos concernidos. Se inventó una grosera caricatura de patriotismo violento, combatiendo a Sendero bajo las formas sanguinarias más fieras y más inhumanas, lo que dio origen a una espiral de monstruosidades inaceptables desde todo punto de vista, en los dos campos.

Pero, lo que la historia retendrá en prioridad cuando analice la personalidad de Fujimori, será sin duda, el cinismo estudiado de todos sus actos públicos, Su triunfalismo bellaco paseándose en medio de cadáveres. Su renuncia por fax y su vergonzosa huída al extranjero, coronada por una candidatura al Congreso Nipón y una millonaria boda, falsa y convenida, es decir, la mentira que sucede a otras mentiras en una progresión de inmoralidades, en las que termina creyendo él, su familia y sus colaboradores, al punto de concebir y acariciar el sueño de una alternancia que acribilla los últimos residuos de decencia y enloda a sus descendientes, con el anuncio de que su Señora Hija podría ser candidata a la Presidencia. Si, ella, la hija de un asesino ladrón.

Hoy, cuando está a las puertas el veredicto final sobre su suerte, somos impotentes para que nuestra intransigencia en la aplicación estricta de la justicia sea escuchada. Ese juicio se desarrolla en medio de intereses millonarios y con actores vivientes que tienen rabo de paja, pero que todavía tienen mucho poder de decisión y mucho de influencia determinante.

Ese proceso es el espejo que permitirá impedir lo que no desean que ocurra con ellos mismos en un futuro próximo, de allí el pacto de sangre que anunciáramos hace más de dos años y que liga a las dos versiones de la infamia corrupta, el alanismo y el fujimontesinismo en una coprofagia de perros del hortelano, alianza de intereses compartidos que otorgarán, más pronto que tarde, un indulto vergonzoso que aterrizará en una prisión dorada de algunos meses, o tal vez de algunos años, para guardar las apariencias y apaciguar la vehemencia de los irreductibles….
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Yo tacho la candidatura de Keiko Fujimori porque la considero inmoral e insultante para la inteligencia y la dignidad de mi país, aun cuando reconozco su derecho a postular, como hija de un emigrante, a la Presidencia de la República del Perú. (Usa esta introducción en todos tus escritos y firma)

domingo, 1 de marzo de 2009

CACABANILLAS CACASENAY TOMBITAS CALATAS



El primer desliz
acaba de producirse: Sancionar sin investigar y sin proceso administrativo. Imaginar por un solo instante la sexualidad de la Cabanillas -lo que de por si es una tarea dura, una ruda prueba-, sospechándola cómo se chorrea y cómo se abandona lascivamente a los juegos duros y secretos de su alcoba, cómo se entrega sin reservas al dulce goce de su haber sexual, para luego decretar con “mano dura”, que las tombitas a quienes les colgaron sus inocentes travesuras en la red, han cometido un acto impúdico… castigándolas demagógicamente con dos meses sin goce de haber… Eso, es una triple invitación para penetrar en los arcanos de la hipocresía y la deslealtad consigo mismo.

Es, retornar al Brabante monacal de la edad media: “No queremos “vedetistas” que estén dispuestas a proteger el orden público desnudas”. Es la voz presidencial del falso puritano que destruye las bondades egregias y naturales de la piel, el que se aterra de sus propias impulsiones pero brinca, hipócritamente, con la lujuria tenebrosa y mórbida de los verdaderos enfermos de sexo. El puritano es un traidor.

Es, exaltar la facundia apristona de la doble moral con su inmoral presidente a la cabeza, que sabe tanto de conyugal como de brincadas extraconyugales, como cuando sale a la palestra para justificar sus deslices o para felicitar los de su pupila, que no busca otra cosa que acariciar, fálicamente, todos los efectos mediáticos que amplifican su imagen de presidenciable aunque legalmente cometa una falta grave, castigando injustamente a las gatitas “Fénix”… Aunque esas mogigatadas oculten lo esencial de su misión, que es perseguir a la verdadera corrupción que reina por todo el país.

Al fin y al cabo, el fin justifica los miedos. El doctorcito lo ha dicho célebremente a las autoridades estatales: “Brínquense sobre las normas y gasten sin temor a las leyes ni a los controles…”

Son las pautas referenciales de la filosofía aprista del robo, disfrazadas de una falsa eficacidad administrativa.