Victima de una larga enfermedad, ayer murió, a la edad de 76 años, el gran actor francés, Philippe Noiret.
Durante más de medio siglo, fue un excelente embajador de Francia, con cerca de 130 películas que recorrieron el mundo entero, mostrando la imagen profunda de ese país, su cultura, su elegancia, su hedonismo, su gusto refinado por las sutilidades de la gastronomía, en sus versiones mínimas y máximas.
Philippe Noiret supo adaptarse a los universos de Roberto Enrico, Louis Malle, Bertrand Tavernier, Marco Ferreri y tantos otros, que nos permitieron apreciar su talento en la piel de tantísimos personajes que van desde el gangster simpático, el policía corrompido, el homosexual caracterial, el poeta intrépido, pasando por el juez incorruptible y otros.
La relación de todas sus películas es extensa e incomodo poder reseñar o recensarlas, sin embargo, en cada una de ellas siempre se hallará la enorme simpatía de su su forma de ser, su voz, de una profundidad gutural tan particular y exclusiva, y esa cierta idea agradable que todos nos hacemos sobre Francia y sus costumbres.
He aquí, algunas de las películas que me han marcado profundamente:
Zazie dans le métro, Alexandre le bienheureux, La grande Bouffe, Le vieux fusil, Le juge et l’assassin, Les Ripoux, Cinéma Paradiso, La vie et rien d’autre…
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