(Vira Gasot)
Es, sobre un fondo impregnado de dolor y de interrogaciones, sobre un pié de esperanza de justicia reparadora y sobre otro, de amarga y justa desesperanza que, los españoles acuden hoy, a la gran misa jurídica, al santo sacrificio que celebrará la búsqueda de la verdad. La respuesta puntual que explique el porqué profundo de la barbarie, la elección abominable de 191 seres inocentes, seleccionados por el azar brutal de la deflagración de una decena de bombas asesinas. 191 personas escogidas por el fanatismo ciego, por la estupidez humana que los inmoló en nombre de una causa infinitamente descabellada, absurda, humanamente execrable, moralmente atroz e inadmisible.
Horror y espanto ...
Desear progresar en el juicio que se abre hoy, únicamente sobre un pie, o únicamente sobre el otro, provocará graves tambaleos, resbalos inevitables, se correrá el riesgo de una caída irreversible y el mundo que los observa con inquietud no tendrá ni una sola mirada piadosa hacia la fosa dentro de la cual, corren el riesgo de precipitarse:
La historia los habrá condenado, por no haber sabido marchar con la nobleza de quien, respeta la dignidad del hombre, sin el acento vindicativo que reclaman los extremismos, igualmente innoble y reprobable; pero sobre todo, sin la ingerencia vil del apetito político; de la exuberante rivalidad partidaria que no se explica y se desborda, únicamente por la búsqueda malsana de dividendos, por encima de los cadáveres, por encima de las lágrimas de los deudos y de los que, sin haber muerto en la estación de Atocha, han sido condenados a medio vivir, injustamente, después del 11 de marzo del 2,003, fecha en el que, el Islamismo fundamentalista aberrante, se rebela como el enemigo implacable de la civilización occidental en Europa, luego de haber perpetrado el más grande atentado terrorista en suelo español, el más mortífero en Europa, después de aquel de Lockerbie, en Escocia, a donde murieron 270 personas en 1988.
Este proceso podrá también desnaturalizar su finalidad intrínseca, si el soliloquio, monomaniático de la derecha reaccionaria de ese país continua, contra viento y marea, pero sobre todo contra la razón, a sostener impávidamente la tesis de la participación, “de cerca o de lejos”, de la organización terrorista ETA, en los atentados de Madrid. Tesis testarudamente edificada y sostenida en permanencia por el líder del Parido Popular, Mariano Rajoy y obsesionalmente cultivada por sus acólitos, contra la formalidad de la investigación científica presentada a las autoridades judiciales por la policía, descartando esta hipótesis trasnochada.
Insistir tercamente, hasta las inmediaciones de la alucinación en esta porfiada certitud, ensañándose innecesariamente contra ETA, implica reconocer la incapacidad de proyectar una mirada serena, de análisis serio y responsable contra el terror, una mirada de objetividad solvable que ayude a mejorar la interpretación histórica de ese fenómeno. Continuar a reinsistir es una ceguera total que, los sitúa en el mismo rango que el fanatismo con sus motivaciones incomprensibles, excluidas de la razón y del buen sentido.
29 inculpados deberán responder en los próximos 5 meses, a las inculpaciones de participación o de colaboración en los ataques del 11 de marzo, reivindicados por la célula islamista basada en España, la misma que se declaró próxima de la organización terrorista, Al qaeda. Ese fatídico dia, a las 7.37 de la mañana, hora de gran afluencia de público, 10 explosiones gigantescas cegarán la vida de 191 personas y provocarán la mutilación y heridas graves de todo grado a 1,824 otras personas, entre las cuales, varios latinoamericanos.
La amplitud de esta masacre ciega provocará una reacción inmediata, 11 millones de españoles saldrán a las calles a manifestar su cólera y su doble repudio, también contra la postura inmoral y manipuladora del gobierno del ex presidente Aznar y de su Ministro de Justicia, Aceves, quienes se obstinarán a endilgar la responsabilidad de los atentados a ETA, negando las evidencias recogidas sobre el terreno y escondiendo las declaraciones de los sobrevivientes que dieron una descripción precisa de los terroristas árabes, reconocidos en los trenes, poco antes del atentado,
Esta increíble impostura de Aznar que pretendió ocultar el sol de la verdad con un dedo mentiroso, en la absurda creencia de poder engañar a su pueblo, contribuirá a su derrota en las elecciones de ese año. Su idea de soslayar la verdadera causa de los ataques, que obedecían más bien a su descabellado alineamiento con Bush, en la odiosa participación militar española a la invasión de Irak, no logró pasar, no pasó.
100 mil páginas de expediente, 200 pruebas certificadas de ADN, centenares de testigos, millares de cintas magnetofónicas, 50 abogados, sesiones retransmitidas por la TV y por Internet, hacen de este proceso el más mediático de la historia que comenzará, con un bolso, cuya bomba escondida al interior no pudo estallar y que condujo directamente hacia la pista islamista de obediencia al “grupo de combatientes marroquíes”, cuya despabilación del complejo ovillo que tizaron, certificará la existencia de redes conexas, operando en Inglaterra, Alemania y Bélgica, además de otras capitales árabes.
Las primeras dificultades de la investigación policial se producirán con el suicidio colectivo de de la mayor parte de los terroristas que, atrincherados en un departamento de la localidad de Leganés, al sur de Madrid, se harán explotar con los últimos de sus pertrechos de dinamita, alcanzando a matar también, a un policía
de la Guardia Civil. El resto de los terroristas implicados, lograrán escapar, uno de los cuales habría aparente muerto en Irak, en otro escenario de terror.
Policía en la Audiencia Nacional
Sobre los 29 inculpados 8 son españoles y 18 irán a sentarse en el banco de los acusados, protegidos por un espeso cubículo de vidrio anti balas, los restantes siguen perseguidos por la justicia, desvanecidos en la naturaleza, por ahora. Las miradas del mundo entero se detendrán en los rostros de los presumidos autores intelectuales de esta terrible matanza: Rabei Ouzmane Zayed Ahlmed, el “egipcio”, detenido en Italia y facilitado a la justicia española, quien en múltiples ocasiones se auto proclamó como el cerebro de la operación macabra del 11 de marzo; el marroquí Hassan Al-Haski, militante de la organización “combatientes marroquíes” y; sobre todo, su compatriota Youssef Belhadj quien reivindicó, varias veces, la paternidad de los atentados a nombre de Alqaeda. Se juzgará también al español José Emilio Suárez Trashoras, presunto jefe de la llamada “red de Asturias” a quien se le sospecha de haber facilitado 200 kilos de explosivos empleados en las deflagraciones de la estación de Atocha. Sobre este último ex minero de la mina asturiana “Conchita”, de donde provienen los explosivos robados, pende una pena de 93,500 años de prisión, un poco más que las penas señaladas para los dos árabes precedentes.
La historia de esta azarosa compilación de información y búsqueda de responsables y responsabilidades, retendrá la incomprensible actitud de no colaboración, sino mas bien de obstrucción sistemática por parte del Partido Popular y de sus dirigentes más esclarecidos. Estos, han privilegiado sus afanes partidistas y exclusivos, en nombre de una equivocada concepción partidaria, sobre la manera de cómo se ofrecen los servicios de un gran partido, cualquiera que sea su orientación, en la asistencia a la nación en peligro, asistencia a la que finalmente están obligados de testimoniar, sobre todo, en las horas difíciles en que la nación entera busca la concordia y la serenidad participativa y solidaria de todos sus hijos.
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