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domingo, 14 de septiembre de 2008

BOLIVIA: GOLPE AL GOLPE

No fue por gusto que el Che, hace más de cuarenta años, supo que Bolivia era el país en donde las condiciones extremas de miseria sobrepasaban, en América del Sur, el zócalo de lo que se considera inferior a lo humano, y fue, en ese país, donde sentó las románticas rampas movibles de su cuartel general, con la generosa visión de devolver a los bolivianos, la dignidad perdida o hasta entonces desconocida.

Los otros infrahumanos, me estoy refiriendo a los hombres atosigados de instintos bestiales, los que amamantan de las ubres de la explotación y del racismo, al mismo tiempo que acarician los testículos del imperialismo americano, lograron vencerlo, con la ayuda visible y macabra de la CIA.

Pútridos cívicos y militares del más esclarecido salvajismo acabaron con su vida, matándolo a boca de jarro. Pero no lo murieron. Hoy, la historia se repite en la dimensión pedagógica de la terquedad y los nuevos cívicos guerreristas quieren matar las ansias libertarias y de justicia de todo ese pueblo nutrido del ejemplo Guevarista.

Los textos y pretextos de la sedición reaccionaria se inspiran en los más bajos instintos del racismo criminal contra los “collas y contra los indios altiplánicos” y están actuando en consecuencia, en lo que sólo es el comienzo de una larga lucha que privilegiará los método crueles y vedados del fascismo, devolviéndonos a los días en que ese tipo de violencia se respondió con la violencia revolucionaria inevitable.

Asistiremos sin ninguna duda al primer parto doloroso de la historia, en este comienzo de siglo, porque la reacción boliviana ha decidido desencadenar la locomotora ilegal del golpe de Estado y las cartas están echadas sobre la mesa: Frente a la mayoritaria posición de resolver democráticamente las diferencias políticas que encarna el Presidente Evo Morales, se levanta una postura minoritaria, racista, sediciosa, separatista y falazmente “autonómica” , cuya desesperación es proporcional al tiempo que pasa, porque a cada minuto, constata su fragilidad y su orfandad. La solidaridad internacional es grande, incluyendo la de aquellos países que no necesariamente comulgan con el gobierno boliviano, pero que respetan la noción y la defensa de la Democracia. En el frente interno, el apoyo popular crece.

A llegado el momento de demostrar al mundo si los marcos legales de la democracia son, o no son capaces de conducir hacia un tránsito ordenado, a la preeminencia de las clases y etnias sociales vencedoras mayoritariamente en las urnas. La idea dominante de los años febriles del gobierno de Salvador Allende, denostaba la imposibilidad de arribar a buen puerto con la democracia a cuestas y el zarpazo pinochetista confirmo esta teoría, liquidando los sueños de confiar en ella. Pero los tiempos han cambiado, las ideologías se han desnutrido, los pueblos han madurado y las instituciones castrenses son cortejadas de todos los lados para reafirmar el principio de fidelidad a la constitución y al gobierno legal o para desconocerlo, cediendo a las aspiraciones de putchismo de la reacción boliviana, que no tiene, en absoluto, otra salida y que ha comenzado con los tradicionales actos terroristas y de banditismo subvencionado

Es claro que los bolivianos no pueden fiarse de sus generales, -ojo con el General Trigo- como es claro también que no pueden fiarse de los dirigentes de organizaciones masivas que se debaten entre la irresposabilidad de condicionar su apoyo o anunciarlo de labios para afuera. La hora histórica exige de todos los bolivianos que escojan su campo. La revolución no espera.