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sábado, 20 de septiembre de 2008

PEPITAS EN EL HIGADO DE GARRIDO LECCA

Garrido Lecca, el transido y transitorio Ministro aprista en el sector salud, últimamente ha revelado sus conmociones patológicas que se producen por un notable exceso de acidosis en sus tejidos y en la sangre. El volumen epitelial ha disminuido, pero los ácidos quedan…El hígado zapatea…

Su lengua, instrumento de dimensiones gigantescas, que sólo se puede medir con el auxilio de la trigonometría, a menudo le hace meter la pata por no querer meterla en las regiones inhóspitas donde el sol no amanece y… la caga. Simplemente la caga…

Quedándonos en el terreno de sus afecciones cacasenas, como aquella vez en que hablaba sin inmutarse acerca de sus experiencias escatológicas, contándonos públicamente haberse servido para aligerarse, de un periódico viejo y sucio en la lejana provincia de Marcahuasi, nos desmoralizó intensamente, desmoralizando de paso las proyecciones inversoras de Scottex, en nuestro país y sumiéndonos a todos en la más triste, en la más desoladora de las opiniones que se puede tener de un ministro, precisamente del sector de la salud.

Como este Ministro padece de incontinencia verbal crónica, siendo incapaz de reflexionar dos veces antes de activar sus exabruptos que pintan de cuerpo entero su fragilidad y su ineficacidad como hombre político, son comprensibles y explicables sus hierros y desaciertos; comprensible su incapacidad natural para gerentar el conflicto que opone a los médicos con el gobierno, y, la sucesión de iniciativas desastrosas que últimamente ha tomado, prescindiendo de los insultos y de esa especie de miopía suicida de decir lo que no debe o de sobreactuar cuando la reprobación es elocuente y masiva, son nada más ni nada menos que una minúscula pepita de su convulsa personalidad, frente al audio que el Blog Pepitas.com.pe ha difundido, desde su portal, el día de ayer y que da una dimensión esclarecedora del zafarrancho de chicotes inclementes que se cruzan en su cabeza.

En ese zafarrancho, encontramos sentimientos y pensamientos vedados por su contenido dictatorial y autoritario y porque entroniza una suerte de fascismo local de corte aprista, que hace gala, a la par, de la arbitrariedad de sentirse omnipotente en la piel de ministro, facultándose la libertad del desafuero sin proceso administrativo de sus subalternos que se equivocan, incluso en el ridículo de la nimiedad e irrogándose la nutrida potestad de no tener piedad frente aquellos funcionarios infelices e idiotas, aun cuando sus esposas o sus madres sufran de cáncer.
En breve, a los imbéciles hay que botarlos al tacho de la basura. Ese es el mensaje de la ideología de la intolerancia y del atropello legal del Ministro.

¿Un sujeto de tan hilarante catadura puede ser interlocutor de la dignidad de los médicos peruanos?

Garrido Lecca ha resucitado el lenguaje y los actos de permisividades antediluvianas y me parece escuchar al mismísimo Ministro Turco, Taalat Pacha, que en 1915 decía que no había que tener piedad con los funcionarios tibios e ineficaces, desaforándolos sin consideraciones sobre su situación personal ni familar. Eso nos reportaba Arnold toymbee, desde las cavernas del drama armeniano.