publizida.es

miércoles, 3 de septiembre de 2008

CIPRIANI CABEZON Y SU SANTA TRINIDAD



Hay enfermedades
que no son hereditarias sino, mutaciones genéticas espontáneas que se producen hasta por la ausencia de afección, como la acondroplasia específica y reductora, que se localiza exclusivamente en la cabeza de los tontos y que se caracteriza por la concentración de temperaturas elevadas, lo que viene a provocar la termocefalia, mas conocida como fiebre de la cabeza. Imagínense el lenguaje de un termocéfalo sonso, cabezón y encima, mal amado…y encima, enmitrado…

No, no se imaginen, escuchen o lean las homilías cardenalicias.

A ese propósito, el Obispo Bambarén viene de pedir al Cardenal Cipriani que se calle, en mil idiomas, de preferencia en español que es la lengua que más maltrata sobre todo, cuando sus citaciones y sus referencias se nutren en el trasero de la lengua (tal como dice nuestro genial CH), como la célebre definición que dio sobre los Derechos Humanos, reduciéndolos a la insultante condición, de cojudez.

Lo que natura no da, la curia no lo presta.

Sin embargo, hay una ligera evolución en su concepción de la defensa de los derechos humanos: “Los derechos humanos son demasiado importantes para confiarlos a un grupo ideológico”. Ha dicho en su homilía. Lo cual no deja de ser una grosería y un calamitoso parafraseo, una debilidad baboseante de irreverencia con Wiston Churchil, cuya célebre frase decía: “la guerra es un asunto demasiado importante para confiarlo a los militares…”

Ni peras al olmo ni nísperos al cactus. Su vanguardismo retrógrado lo condena al infierno, porque al cielo no entrará ni de vainas este miniaturizado personaje que bendijo las matanzas con su silencio y que resucita los odios cuando condena a la CVR, más por vicio que por ceguera oscurantista.

La santísima trinidad de los eminentes calsonazos no encierra ningún misterio, es decir, don Luis Giampietri y los ministros Ántero Flores-Aráoz y Rafael Rey, quienes se han subido al carro de los ataques injustos e injustificados contra la CVR, es explicable.

El primero se defiende atacando, con odio y desde el fondo angustiado de su miedo, como si quisiera anticipar su gratitud a quienes cree que mañana lo protegerán y lo defenderán de una justicia que está tardando, pero ojo, esa justicia llegará para él y para García.

Los otros peleles, el Antero posterior del gobierno aprista, servil y hueco como una caverna infinita, repite las consignas desde las “pircas” estrechas de su borreguismo, igualándose en neuronas a las de un loro y, el hijo putativo del Escriba de las mil sandeces, racista hasta la médula y defensor de la esclavitud, ese batallador contumaz por las obligaciones infrahumanas del hombre, más no por sus derechos, es un calificado pobre diablo que dice, contradictoriamente, que ama a dios cuando defiende a los criminales como Martín Rivas.