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viernes, 11 de enero de 2008

PONER LA BALA DONDE SE PONE EL OJO

(Vira Gasot)


Los babosos acostumbrados a no dejar pasar la menor de las ocasiones para acribillar, confortablemente, desde sus posturas de aborrecimiento cretino y reaccionario al Presidente Chávez, ven la liberación reciente de Clara Rojas y Consuelo Gonzáles en términos de victoria para el Presidente Uribe y derrota clamorosa para el Presidente de los venezolanos.

Esta aritmética trivial pone en evidencia la inutilidad de reclamarse humanitarista, cuando sólo se es humanitario por la imposición mercantil de razones políticas que se explotan innoblemente y cuando se pasa al costado de lo esencial que en este caso, es la persona humana de las que fueron injustamente mantenidas en cautiverio, la que ahora alcanza la libertad, gracias a mucha gente anónima, pero sobre todo, gracias a éllas.

Esto, no impide señalar que muchísimo antes de que los vociferantes comentaristas garabateen sus visiones hepáticas, la ola de indignación por las condiciones de detención arbitraria de los rehenes de las FARC se desarrolló en Alemania y en Francia, sobre todo en Francia, porque la inquietud sobre su suerte llego hasta el despacho del Ministro Villepain y hay que reconocer, porque es de hidalgos, que fue el Presidente Chirac el primero que dio una impulsión diplomática importante y hasta Sarkozy, en su última conferencia de prensa, señala que las cancillerías latinoamericanas comenzaron a despertar después de que Francia dio la alerta. Los comedidos comentaristas reaccionaron muchísimo tiempo después...

Hay centenares de rehenes y entre ellos la señora Ingrid Betancourt. El combate es claro y sin demagogias liliputienses. En este río revuelto hay responsabilidades y responsables que no pueden lavarse las manos, porque en la brutal dinámica de guerra cruenta que azota a Colombia, no hay angelitos con alas doradas ni en uno y otro bando. Las razones más hondas conciernen la libertad verdadera de todos los colombianos.