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martes, 1 de abril de 2008

ALAN GARCIA, EL HERODES FASCISTA


Una de las formas
más eficaces de considerar a los visitantes extranjeros, APEC, como perfectos imbéciles, es presuponer que lo son. Sobre todo, cuando el desquiciado presidente García, a quien lo ilumina una obesa y celestial certitud, cree que el Perú arrancará profundos suspiros de admiración y de elogio, cuando éstos atraviesen los itinerarios y circuitos cuidadosamente seleccionados y cuidadosamente retocados para la ocasión, a la imagen de los circuitos “Express” que se fabrican para turistas distinguidos y analfabetos.

Con ese hipócrita afán de “mise-en-scène” falsificada, las autoridades que recibieron el encargo del guía supremo, se desviven día y noche por instrumentalizar el pensamiento único del presidente, maquillando groseramente las protuberancias y los huecos centenarios, operando afeites caprichosos a cielo abierto, acicalando de improvisaciones acicaladas los espacios con estructuras de miseria, empolvando o desempolvando muros y salones angustiados, despejando las cosas horribles y feas que producen enorme vergüenza , despejando también a los niños mendigos que hacen parte de las cosas horribles que el Apra quiere esconder, en un acto de verdadera y genuina vergüenza nacional.

Vender la imagen y saber cómo hacerlo es prerrogativa del fascismo neoliberal y lo que están haciendo, es vender la imagen inexistente de un país imaginario que lamentablemente y ante los ojos del mundo, nada y se asfixia en la miseria social y económica endémicas del subdesarrollo, y cuya expresión más chocante, son los niños que trabajan, ante la indiferencia glacial del gobierno, pero aun más chocante, la injusta situación humana de los niños abandonados a su suerte miserable y que pululan mendigando por todo sitio, instalando en cualquier esquina el pregón suplicante de la limosna y señalando, únicamente con su existencia, el reproche cruel a la indolencia del estado.

Aún cuando nuestra enorme miseria, pretenda ser escondida y tapada por el dedo presidencial, ella existe y ella se describe con abundante información en las más elementales guías turísticas del mundo, y nuestras cifras y nuestros datos de orden económico y social, son actualizadas y conforman los meticulosos dossier que son preparados por gentes competentes, a quines no seducen los oropeles ficticios de la operación burlesca del retoque, que García se apura en ofrecer y que sin duda costarán muy caro.
Los que vienen al Perú en calidad de gobernantes, saben dónde aterrizarán, qué comerán, y qué no deberán comer. Creer en su ingenuidad y pensar que se puede traficar con ella, eso es ingenuidad. Es imposible cambiar el paisaje, cuando apenas a algunos metros de distancia, estallan los apretados sesgos de nuestra triste realidad, los contornos de una ciudad horrible que rinde homenaje a la irracionalidad urbana, fruto también de la improvisación y de las miserias. No se pueden esconder los temblores que tenemos por dentro, con flores de papel crepé que nos cubren a medias, por afuera...