(Vira gasot)
“La perversidad racista asienta sus reales en la depravación y cuando lo depravado evoluciona en el sentido contrario de la vida, instalando mecanismos y estructuras destinadas a impedir su libre curso, porque ello depara placeres aberrantes, fortuna, gloria o poder, las tímidas imprecaciones naufragan, las denuncias tibias se estrangulan, las protestas de compromiso se suicidan y el porvenir se culmina con lazos que flagelan la conciencia universal y con flagelos que inundan de inmundicias ese porvemir que ya peretenece al pasado oscuro. Ser racista no es un acto depravado, es depravar el aire que la vida requiere para ser vivida por todos los seres humanos…”
Lovaina, Agosto 2004. VR. Gamarra Sotomayor.
...Los nuevos amos perfeccionan sus métodos de recolección de impuestos, desplazándo a sus agentes por todos los confines del imperio e infligiendo a los judíos, un estatuto desigual de ciudadanos de segunda zona y dando lugar a que el precario equilibrio social se rompa y se incline, claramente, en el sentido de dar nacimiento a una persecución compulsiva, inicialmente de carácter impositivo, pero que tendrá sin embargo, consecuencias sociales notorias en el empobrecimiento de los judíos más débiles y cuya ruina y aniquilación económica, transformará en esclavos a muchos y modificará drásticamente su ubicación en la sociedad. Otros, para escapar de tan duras condiciones de vida, aceptarán trabajar por cuenta de exelencias grecas de quienes obtendrán seguridad y protección, mientras que la mayoría pensará en el exilio o en convertirse en soldados al servicio del ocupante.
Se observará que en este periodo, resulta difícil asociar, sin incluir las abundantes deducciones lógicas existentes al respecto, lo que en ningún lado aparece, el binomio “judaísmo especulación”, o la relación de “judío” con “negocio” para justificar artificialmente la fama de comerciantes usureros que se les ha colado. Los más notables investigadores de este periodo, hablan de la ubicación del judío sobre todo, en el sector de la agricultura y en todos los oficios y ocupaciones de la época, desde el tejido y el tinte, pasando por la orfebrería, el vidrio, el bronze, el fierro y otros, localizados en las múltiples profesiones liberales, siendo muy pocos los que se dedicaban al comercio. Según Marcel Simón, cuando enjuicia la condición de los judíos de este periodo, dice, “Considerando el conjunto del Imperio, la población judía comporta una larga mayoría de personas sin importancia… Lo que a menudo se les reprocha, no es que los judíos estén forrados de oro, sino más bien, de ser haraposos y sórdidos…” La única diferencia visible entre los judíos y las diferentes comunidades asentadas en el Imperio, es la religión, el carácter de su culto y ciertas de sus habitudes entrarán, más tarde, en el génesis de la reprobación, evolucionando hasta el aborrecimiento.
De esta manera comienza lo que conocemos como “Diáspora”(6), en el sentido de huida y dispersión, aún cuando antecedentes serios hacen afirmar a ciertos autores que ello, habría comenzado incipientemente, ya desde el siglo VI antes de nuestra era. Los judíos emigrantes comenzarán a esparcirse en todos los contornos del mediterráneo, siendo los más numerosos aquellos que se asentarán en Alejandría, la hermoza metrópoli comercial e intelectual del mundo antiguo y en donde contribuirán, desde su fundación, a engrandecer la cultura helenística. Tanto la “Diáspora alejandrina”, como la “Diáspora” que se asienta en Judea, serán obligadas por su nueva situación, ha expresarse en greco y hasta tomarán nombres grecos para facilitar sus relaciones con las autoridades. Este periodo, sobre todo en sus comienzos, no registra razgo alguno de persecucionismo o voluntad de exclusión antijudía, al contrario, los judíos van ha contribuír a desarrollar las artes y las ciencias, “helenizándose” rapidamente, como lo prueba su contribución al nacimiento de la literatura judeo helenista, cuyos escritores y filósofos han dejado magníficos testimonios. Los judíos grecos, digamoslo asi para facilitar la comprensión, hablan griego, la lengua común es la Coiné (7) y hasta traducirán una parte de la Biblia, la versión denominada “Septante” que fuera encargada por el Rey Ptolomeo II.(8)
Esta aparente tranquilidad sin grandes sobre saltos, se modificará en Jerusalen con la evolución política del Imperio en la que, al parecer, los judíos se encontrarán implicados en la guerra que opone a Antioco IV a Ptolomeo VI y cuyo desenlace propiciará una brutal represión contra la cultura y tradición judía, cuando, acentuándose la helenización, los despojarán del templo de Yahveh para transformarlo en Templo de Zeus(9), prohibiéndose terminantemente la circuncisión y la observancia del Sabaat. El pueblo judío reconoce en la guerra santa, la única solución apropiada para responder a las primeras exacciones de arbitrariedad y abuso de las que son víctimas y una revuelta conducida por Matatías Macabeo y su hijo Judas, alcanzará la victoria, a la muerte de Antioco IV, en 164 antes de nuestra era. El nuevo estado Judío, será ferozmente opuesto al helenismo y a la helenización pero sucumbirá, inevitablemente, con la llegada de los romanos y su influencia, decididamente antigreca, cundirá en todas las colonias judías del mediterraneo, hasta alcanzar un grado significtivo de hostilidad.
La precencia de los romanos trae para los judíos las espectativas de encontrar imparcialidad, de contar con un gobierno sólido y fuerte que pueda protegerlos y, en efecto, ni bien asentada la ocupación, aparecen los primeros signos del nacimiento de una clase social pudiente, con la emergencia de prestamistas y comerciantes judíos, con un número importante de personalidades judías que acceden al ejercicio de las altas funciones que la nueva sociedad exige, mientras que los griegos, considerándose marginados por el nuevo poder, sólo ven en los judíos a los enemigos nefastos que influencian negativamente a ese poder, en contra de sus intereses. Asi, se da nacimiento a un importante sentimiento nacionalista que comienza a expandirse rápidamente y es capitaneado por los nacientes agitadores antijudíos como, Isidoro, Apión y otros.
Sobre este tema y en este punto preciso, aparece lo cruxial para poder entender y dar una correcta interpretación de los gérmenes larvarios en la aparición de la conciencia y conductas antijudías. Existen numerosos textos de numerosos escritores que, desde el punto de vista histórico, nos señalan los pormenores del discurso antijudío de ese periodo y que cobrará su carácter antisemita, para nosotros, a partir de la inclusión del concepto “Linaje leproso” y el atribuido “espíritu de encierro y nada sociable” del que los judíos gozan en esa época, dando al “Exodo”, una explicación claramente interesada y arbitraria. En suma, los egipcios habrían “echado” a los judíos “porque eran leprosos”(10).
La aparición de esos elementos constitutivos que denigran la apariencia física, la terrible enfermedad de la lepra que se implanta en la piel y se introduce hasta los huesos, no puede mejor explicar, hasta de una manera símbólica, el genesis del racismo, sin que el mismo término exista y tarde en articularse, más de 20 siglos después.
“La perversidad racista asienta sus reales en la depravación y cuando lo depravado evoluciona en el sentido contrario de la vida, instalando mecanismos y estructuras destinadas a impedir su libre curso, porque ello depara placeres aberrantes, fortuna, gloria o poder, las tímidas imprecaciones naufragan, las denuncias tibias se estrangulan, las protestas de compromiso se suicidan y el porvenir se culmina con lazos que flagelan la conciencia universal y con flagelos que inundan de inmundicias ese porvemir que ya peretenece al pasado oscuro. Ser racista no es un acto depravado, es depravar el aire que la vida requiere para ser vivida por todos los seres humanos…”
Lovaina, Agosto 2004. VR. Gamarra Sotomayor.
...Los nuevos amos perfeccionan sus métodos de recolección de impuestos, desplazándo a sus agentes por todos los confines del imperio e infligiendo a los judíos, un estatuto desigual de ciudadanos de segunda zona y dando lugar a que el precario equilibrio social se rompa y se incline, claramente, en el sentido de dar nacimiento a una persecución compulsiva, inicialmente de carácter impositivo, pero que tendrá sin embargo, consecuencias sociales notorias en el empobrecimiento de los judíos más débiles y cuya ruina y aniquilación económica, transformará en esclavos a muchos y modificará drásticamente su ubicación en la sociedad. Otros, para escapar de tan duras condiciones de vida, aceptarán trabajar por cuenta de exelencias grecas de quienes obtendrán seguridad y protección, mientras que la mayoría pensará en el exilio o en convertirse en soldados al servicio del ocupante.
Se observará que en este periodo, resulta difícil asociar, sin incluir las abundantes deducciones lógicas existentes al respecto, lo que en ningún lado aparece, el binomio “judaísmo especulación”, o la relación de “judío” con “negocio” para justificar artificialmente la fama de comerciantes usureros que se les ha colado. Los más notables investigadores de este periodo, hablan de la ubicación del judío sobre todo, en el sector de la agricultura y en todos los oficios y ocupaciones de la época, desde el tejido y el tinte, pasando por la orfebrería, el vidrio, el bronze, el fierro y otros, localizados en las múltiples profesiones liberales, siendo muy pocos los que se dedicaban al comercio. Según Marcel Simón, cuando enjuicia la condición de los judíos de este periodo, dice, “Considerando el conjunto del Imperio, la población judía comporta una larga mayoría de personas sin importancia… Lo que a menudo se les reprocha, no es que los judíos estén forrados de oro, sino más bien, de ser haraposos y sórdidos…” La única diferencia visible entre los judíos y las diferentes comunidades asentadas en el Imperio, es la religión, el carácter de su culto y ciertas de sus habitudes entrarán, más tarde, en el génesis de la reprobación, evolucionando hasta el aborrecimiento.
De esta manera comienza lo que conocemos como “Diáspora”(6), en el sentido de huida y dispersión, aún cuando antecedentes serios hacen afirmar a ciertos autores que ello, habría comenzado incipientemente, ya desde el siglo VI antes de nuestra era. Los judíos emigrantes comenzarán a esparcirse en todos los contornos del mediterráneo, siendo los más numerosos aquellos que se asentarán en Alejandría, la hermoza metrópoli comercial e intelectual del mundo antiguo y en donde contribuirán, desde su fundación, a engrandecer la cultura helenística. Tanto la “Diáspora alejandrina”, como la “Diáspora” que se asienta en Judea, serán obligadas por su nueva situación, ha expresarse en greco y hasta tomarán nombres grecos para facilitar sus relaciones con las autoridades. Este periodo, sobre todo en sus comienzos, no registra razgo alguno de persecucionismo o voluntad de exclusión antijudía, al contrario, los judíos van ha contribuír a desarrollar las artes y las ciencias, “helenizándose” rapidamente, como lo prueba su contribución al nacimiento de la literatura judeo helenista, cuyos escritores y filósofos han dejado magníficos testimonios. Los judíos grecos, digamoslo asi para facilitar la comprensión, hablan griego, la lengua común es la Coiné (7) y hasta traducirán una parte de la Biblia, la versión denominada “Septante” que fuera encargada por el Rey Ptolomeo II.(8)
Esta aparente tranquilidad sin grandes sobre saltos, se modificará en Jerusalen con la evolución política del Imperio en la que, al parecer, los judíos se encontrarán implicados en la guerra que opone a Antioco IV a Ptolomeo VI y cuyo desenlace propiciará una brutal represión contra la cultura y tradición judía, cuando, acentuándose la helenización, los despojarán del templo de Yahveh para transformarlo en Templo de Zeus(9), prohibiéndose terminantemente la circuncisión y la observancia del Sabaat. El pueblo judío reconoce en la guerra santa, la única solución apropiada para responder a las primeras exacciones de arbitrariedad y abuso de las que son víctimas y una revuelta conducida por Matatías Macabeo y su hijo Judas, alcanzará la victoria, a la muerte de Antioco IV, en 164 antes de nuestra era. El nuevo estado Judío, será ferozmente opuesto al helenismo y a la helenización pero sucumbirá, inevitablemente, con la llegada de los romanos y su influencia, decididamente antigreca, cundirá en todas las colonias judías del mediterraneo, hasta alcanzar un grado significtivo de hostilidad.
La precencia de los romanos trae para los judíos las espectativas de encontrar imparcialidad, de contar con un gobierno sólido y fuerte que pueda protegerlos y, en efecto, ni bien asentada la ocupación, aparecen los primeros signos del nacimiento de una clase social pudiente, con la emergencia de prestamistas y comerciantes judíos, con un número importante de personalidades judías que acceden al ejercicio de las altas funciones que la nueva sociedad exige, mientras que los griegos, considerándose marginados por el nuevo poder, sólo ven en los judíos a los enemigos nefastos que influencian negativamente a ese poder, en contra de sus intereses. Asi, se da nacimiento a un importante sentimiento nacionalista que comienza a expandirse rápidamente y es capitaneado por los nacientes agitadores antijudíos como, Isidoro, Apión y otros.
Sobre este tema y en este punto preciso, aparece lo cruxial para poder entender y dar una correcta interpretación de los gérmenes larvarios en la aparición de la conciencia y conductas antijudías. Existen numerosos textos de numerosos escritores que, desde el punto de vista histórico, nos señalan los pormenores del discurso antijudío de ese periodo y que cobrará su carácter antisemita, para nosotros, a partir de la inclusión del concepto “Linaje leproso” y el atribuido “espíritu de encierro y nada sociable” del que los judíos gozan en esa época, dando al “Exodo”, una explicación claramente interesada y arbitraria. En suma, los egipcios habrían “echado” a los judíos “porque eran leprosos”(10).
La aparición de esos elementos constitutivos que denigran la apariencia física, la terrible enfermedad de la lepra que se implanta en la piel y se introduce hasta los huesos, no puede mejor explicar, hasta de una manera símbólica, el genesis del racismo, sin que el mismo término exista y tarde en articularse, más de 20 siglos después.
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(1) “¿Quieren deshacerse de los judíos -dice Céline- , o quieren que ellos se queden? Si quieren verdaderamente deshacerse de los judíos, entonces no hay 36 mil medios, 36 mil muecas ¡El Racismo! Los judíos sólo tienen miedo del racismo. El antisemitismo no les preocupa. Siempre pueden arreglárselas con los antisemitas. Para eso está allí el nacionalismo! ¡Racismo! ¡Racismo! ¡Racismo! ¡Y no sólo un poco, de labios para afuera, no, sino integralmente! ¡Absolutamente! ¡Inexorablemente, como la esterilización Pasteur perfecta…! Si ustedes quieren únicamente hacer “joujou”, láncense inmediatamente en las “dosis equitables” Las medidas juiciosas, las tonalidades en degradé, el antipersecucionismo, por ejemplo…”
(2) Palabra que también contiene probados elementos racistas.
3) Foto publicada por Céline en “La escuela de Cadáveres”, en el momento de su prohibición bajo pena de muerte en la ex URSS.
(4) “El papá deTintín, cumple 100 años”, en “Conversaciones en la Capilla ardiente”, mayo de 2007.
(5) Trascribo algunos párrafos ilustrativos del discurso de Céline:
“El mundo en toda su locura sigue, a pesar de todo, de muy cerca, las predicciones judías. Eso no pude sorprendernos demasiado porque los judíos son autores de todas nuestras músicas, de todas las danzas de las cuales la fútil humanidad se menea y se abre depiernas. Es, en la menor de las cosas que ellos se encuentran, en los refranes del destino…”
“Son los espíritus perversos los que vuelven la vida insoportable, esos espíritus encuentran intencionalidad por doquier. Yo siento también convertirme en perverso hasta la locura racista. Y no sólo un poco, ¡Racista ciento por ciento! ¡Tanto como comunista sin judíos ¡ A la hora en que vivimos, en estas circunstancias tan trágicas, no hay lugar para la indiferencia. Hay que escoger, hace falta optar por un tipo de perversión, no es suficiente decirse malvado, hay que tener una fe terrible, una intolerancia atroz, no existen muchas alternativas, o es la raza aria o es la masonería, la masonería judía o la antijudía…”
“Yo me siento un amigo de Hitler, un amigo de todos los alemanes, los encuentro como si fueran mis hermanos, que tienen razón de ser racistas. Me dará muchísima pena si son vencidos. Yo encuentro que nuestros verdaderos enemigos son los judíos y los franc masones. Que la guerra que se nos viene, es la guerra de los judíos y de los franc masones, que esa guerra no es en absoluto la nuestra. Que es un crimen que se nos obligue a empuñar las armas contra las personas de nuestra misma raza, que no nos piden nada, que esta guerra se hace justo para dar gusto a los que arremangan la camisa del ghetto. Que ya está bien dejarse caer en la última escala de la asquerosidad…”
“Arianos, hace falta deciros siempre, que a cada judío que ustedes encuentren, si él estuviera en vuestro lugar, el sería nazi ciento por ciento. El encuentra en su íntimo fuero estúpido que devoráis el hichu, la paja salvaje porque aun no habéis comprendido nada. Y cuanto más pruebas de amistad le acordareis, más desconfiará forzosamente…A cada segundo él se pregunta si eso va durar siempre… A él no le gusta mirar a los ojos. Más bien él, os mira pestañando de costado, furtivamente, como observan las aves de esa manera oblicua y transversal…”
(6) Diáspora, es una palabra de origen griego que significa dispersión, concepto usado de forma indiscriminada para referirse a distintos fenómenos migratorios en la actualidad. Nosotros lo usamos en su significación primigenia, es decir, como una migración etnonacional que se desplaza en varias metrópolis extranjeras, formando comunidades cerradas, dificilmente adaptables a las sociedades de acogida, en donde guardan y desarrollan sus costumbres y sus tradiciones religiosas y culturales.
(7) f. Lengua común de los griegos a partir del siglo iv a. C., formada por la unificación de los distintos dialectos que se hablaban en ese entonces.
(8) La Biblia de los Setenta se denomina asi, porque fueron setenta y dos los expertos judíos, seis por cada una de las doce tribus de Israel, invitados por Ptolomeo II Filadelfo, quienes traducen el Pentateuco, la Torá, al griego común. Esta obra será la que, a través de Orígenes, llegará a Jerónimo, quien la traducirá al Latín y, se llamará la Vulgata, covirtiéndose en la Biblia de los cristianos.
(9) La influencia helenística de esos tiempos fue tan grande que con el tiempo todos los nombres de los individuos, incluyendo a Ieshu, fueron cambiados a la forma griega para dar honor al dios Zeus, incorporarando al final del nombre la silaba "us" de Zeus, como en Jesus y Josephus.
(10) Este enjuiciamiento aparece en la obras de Queremón,Lisimaco, Apolonio, Molón y especialmente Apiòn. Según Lisimaco, “los judíos enfermos de lepra y de escorbuto, se refugiaron en los templos hasta que el Rey Bojeris ahogó a los leprosos y mandó a los otros a perecer en el desierto, guiados por Moises quien les instruyó a que no mostraran buena voluntad con ninguna persona y destruyeran todos los templos que encontraran en su camino y, cuando llegaron a Judea, construyeron Hierosyla, la ciudad de los saqueadores de templos…”
(2) Palabra que también contiene probados elementos racistas.
3) Foto publicada por Céline en “La escuela de Cadáveres”, en el momento de su prohibición bajo pena de muerte en la ex URSS.
(4) “El papá deTintín, cumple 100 años”, en “Conversaciones en la Capilla ardiente”, mayo de 2007.
(5) Trascribo algunos párrafos ilustrativos del discurso de Céline:
“El mundo en toda su locura sigue, a pesar de todo, de muy cerca, las predicciones judías. Eso no pude sorprendernos demasiado porque los judíos son autores de todas nuestras músicas, de todas las danzas de las cuales la fútil humanidad se menea y se abre depiernas. Es, en la menor de las cosas que ellos se encuentran, en los refranes del destino…”
“Son los espíritus perversos los que vuelven la vida insoportable, esos espíritus encuentran intencionalidad por doquier. Yo siento también convertirme en perverso hasta la locura racista. Y no sólo un poco, ¡Racista ciento por ciento! ¡Tanto como comunista sin judíos ¡ A la hora en que vivimos, en estas circunstancias tan trágicas, no hay lugar para la indiferencia. Hay que escoger, hace falta optar por un tipo de perversión, no es suficiente decirse malvado, hay que tener una fe terrible, una intolerancia atroz, no existen muchas alternativas, o es la raza aria o es la masonería, la masonería judía o la antijudía…”
“Yo me siento un amigo de Hitler, un amigo de todos los alemanes, los encuentro como si fueran mis hermanos, que tienen razón de ser racistas. Me dará muchísima pena si son vencidos. Yo encuentro que nuestros verdaderos enemigos son los judíos y los franc masones. Que la guerra que se nos viene, es la guerra de los judíos y de los franc masones, que esa guerra no es en absoluto la nuestra. Que es un crimen que se nos obligue a empuñar las armas contra las personas de nuestra misma raza, que no nos piden nada, que esta guerra se hace justo para dar gusto a los que arremangan la camisa del ghetto. Que ya está bien dejarse caer en la última escala de la asquerosidad…”
“Arianos, hace falta deciros siempre, que a cada judío que ustedes encuentren, si él estuviera en vuestro lugar, el sería nazi ciento por ciento. El encuentra en su íntimo fuero estúpido que devoráis el hichu, la paja salvaje porque aun no habéis comprendido nada. Y cuanto más pruebas de amistad le acordareis, más desconfiará forzosamente…A cada segundo él se pregunta si eso va durar siempre… A él no le gusta mirar a los ojos. Más bien él, os mira pestañando de costado, furtivamente, como observan las aves de esa manera oblicua y transversal…”
(6) Diáspora, es una palabra de origen griego que significa dispersión, concepto usado de forma indiscriminada para referirse a distintos fenómenos migratorios en la actualidad. Nosotros lo usamos en su significación primigenia, es decir, como una migración etnonacional que se desplaza en varias metrópolis extranjeras, formando comunidades cerradas, dificilmente adaptables a las sociedades de acogida, en donde guardan y desarrollan sus costumbres y sus tradiciones religiosas y culturales.
(7) f. Lengua común de los griegos a partir del siglo iv a. C., formada por la unificación de los distintos dialectos que se hablaban en ese entonces.
(8) La Biblia de los Setenta se denomina asi, porque fueron setenta y dos los expertos judíos, seis por cada una de las doce tribus de Israel, invitados por Ptolomeo II Filadelfo, quienes traducen el Pentateuco, la Torá, al griego común. Esta obra será la que, a través de Orígenes, llegará a Jerónimo, quien la traducirá al Latín y, se llamará la Vulgata, covirtiéndose en la Biblia de los cristianos.
(9) La influencia helenística de esos tiempos fue tan grande que con el tiempo todos los nombres de los individuos, incluyendo a Ieshu, fueron cambiados a la forma griega para dar honor al dios Zeus, incorporarando al final del nombre la silaba "us" de Zeus, como en Jesus y Josephus.
(10) Este enjuiciamiento aparece en la obras de Queremón,Lisimaco, Apolonio, Molón y especialmente Apiòn. Según Lisimaco, “los judíos enfermos de lepra y de escorbuto, se refugiaron en los templos hasta que el Rey Bojeris ahogó a los leprosos y mandó a los otros a perecer en el desierto, guiados por Moises quien les instruyó a que no mostraran buena voluntad con ninguna persona y destruyeran todos los templos que encontraran en su camino y, cuando llegaron a Judea, construyeron Hierosyla, la ciudad de los saqueadores de templos…”