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miércoles, 20 de diciembre de 2006

Entre tus manos tivias,
impulsado por las ráfagas
de la cólera pensante,
tus pasos y tus giros,
ardorosas mentiras y tristes,
se acumulan en el vértice opaco
de tu cruel aliento.
Allí, reverberas, como un insecto
enajenado de ebriedad,
com la sonrisa incandescente,
alquilada del silencio,
como los ultrajes que se reciben
antes de nacer,
como las algas que seccionan
en dos, el paso de los muslos,
la lengua enmarañada,
la lengua hipotecada.

(Vira Gasot)

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