SEGUNDA PARTE
La visita del Papa, cuidadosamente prevista varios meses atrás, debía producirse en el contexto de un encuentro pastoral y de acercamiento
Paralelamente a este objetivo papal, se preveía también, desarrollar el tema de la “comprensión entre la fe cristiana y el Islam, tema que dominó, durante todo el viaje, y que ocupó la concentración y cuidados que Benedicto XVI tuvo que extremar, por las particulares condiciones de irritación que aún mantenían vigentes las autoridades religiosas y la población, a causa de sus declaraciones del 12 de septiembre(*), que en el entender musulmán, denigraron gravemente a su Profeta Mahoma, asociando su proselitismo con la violencia sanguinaria.
Al marco de esta complicada situación hay que adicionar dos elementos capitales, de un lado, las difíciles relaciones que entretiene la Iglesia Ortodoxa con las autoridades turcas, en términos de derecho y libertad religiosa, determinando una existencia confinada al anonimato total, sobre una población cuyo 99 % es musulmana.
El gobierno turco, rehúsa en reconocer el rol ecuménico internacional del Patriarca, así como rehúsa también, de autorizar la abertura del Seminario de Halki. Paralelamente a esta situación de exclusión y privación de derechos humanos fundamentales, el patriarcado de Constantinopla, asume al interior de su iglesia, una sorda rivalidad y contestación de su supremacía, que proviene de otras latitudes, en un mosaico complicado de nuevas relaciones, surgidas después de que estallaran las democracias socialistas del este.
A todo esto, hay que agregar un segundo elemento de importancia, representado por la intransigente tenacidad de los turcos, por acelerar
Tal es pues, el tablero de ajedrez sobre el cual, todo movimiento papal debe ser sopesado en profundidad. Todo gesto y palabra deberán ser cincelados con herramientas de alta presición. De allí que las declaraciones que acompañaron al Papa sean declaraciones de una sobriedad puntual, y de preferencia, repeticiones de textos pronunciados por sus antecesores, para no acumular ninguna sospecha ni ninguna intención de chocar.
La visita a Santa Sofía, catedral transformada en mezquita por los otomanos que entraron a Constantinopla en 1453 y que se convirtió en museo republicano en 1935, es un ejemplo sorprendente de la planificación milimétrica, que la curia romana instauró en un libreto que el papa, tuvo que seguir escrupulosamente, para no herir susceptibilidades, para no repetir la “ofensa” que en 1967, infligiera Paulo VI ,delante de oficiales turcos, cuando se arrodilló en este lugar santo a donde el recogimiento y la oración estaban prohibidas. Juan Pablo II, en 1979, se abstuvo.
Cundo Benedicto XVI se quitó los zapatos y calzó las babuchas árabes para entrar en la mezquita azul del Sultán Ahmed, en pleno corazón de la vieja Constantinopla, se convirtió en el segundo Papa a penetrar en un lugar de culto islámico y el primero en recogerse, orar y meditar, bajo la desconcertada mirada del Muftí de Estambul, Mustafá Cagrici.
El primero en entrar en una mezquita fue el Papa Juan Pablo II, cuando en Damasco, visitó la Mezquita de Omeyyades en 2001.
Ha sido necesario pues, este gesto grave y fuerte para convencer a los turcos, de su humildad cristiana, que va más allá de una simple petición de perdón y se inscribe, seguramente, en el calendario de los grandes pasos hacia el diálogo ínter confesional entre oriente y occidente.
La Turquía, país enmarañado en costumbres e iras ancestrales, con historias vergonzosas de masacres y genocidios, como el genocidio no reconocido en Armenia(**), de posiciones irrespetuosas en materia de derechos humanos, tiene un largo y difícil camino ante si, antes de alcanzar el ingreso a la Unión Europea, la cual exige no solamente una
Ante la petición del Primer Ministro turco de interceder y apoyar la candidatura de su pais, el Papa respondió con la única fórmula diplomática, a saber, “Si ustedes reúnen todas las condiciones requeridas, nosotros los apoyamos…”
Segundo gesto fuerte del Papa, que niega las casi recientes declaraciones del Cardenal Ratzinger, opuesto frontalmente a este país al que consideró no hacer parte de Europa, porque este continente fundamenta su existencia en principios fundacionales de cristianismo, lo que define a Occidente, así como Oriente define a la Turquía islámica.
“Ese país (Turquía), histórica y culturalmente tiene poco que compartir con Europa…” había dicho en 2004.
Finalmente, el viaje papal concluye con una visita al Fhanar, enclave cristiano de Estambul y residencia de Bartolomé I, Patriarca de Constantinopla y Primado de Honor del Ortodoxismo Mundial, con quien
Este cisma, dividió a la cristiandad entre latinos y bizantinos, entre occidentales y orientales, dejando una enorme fractura que como repitió lo dicho por Pablo VI, “la división de los cristianos es un escándalo para el mundo y un obstáculo para la proclamación del evangelio…"
Ambos prelados tendrán mucho pan que rebanar en el futuro, les espera la discusión sobre ejercicio del ministerio del “Obispo de Roma” (el Papa), principal punto de discordia y desacuerdo.
(*)Ver: Ratzinger (Vira gasot)
(**) Ver: historia de un genocidio (Vira Gasot)
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