(Vira Gasot)
¡A mayor rebaja salarial… mayor productividad…!
Este parece ser el nuevo axioma encopetado de guirnaldas prospectivas, que el doctorcito vino a anunciar a la televisión, en su último discurso sobre los édiles, buscando, naturalmente, aquellas canteras que atesoran lo que más abunda en el Perú: Panegíricos y loas de admiración, de factura populachichera…
Su discurso, impregnado de su particularísimo estilacho: “engaña muchachos”, no duró mucho, lo que ya está muy bien, pero su contenido dicotómico y hasta tricotómico pero siempre monomaniaco, tocó, como también es natural, las fibras ultrasensibles de un público distraído y mal informado, fácil de manipular…
Si a Usted de dicen, por ejemplo, que en el pueblo de Huatala, al sur de Chichaquillo, que tiene una pequeña población de 700 habitantes, con 80% (¿?) de pobreza y 60% de mortalidad infantil y que su alcalde gana: ¡S/ 4,200, que salen de su modesta caja! Usted estará de acuerdo con el doctorcito y señalará con indignación el carácter inmoral de ese salario. Es, lógico entonces, que Usted se apresure a apoyarlo en la condenación de esta terrible aberración. Lo que hasta ahí, es lúcido, lógico y patriótico… Pero vayamos por partes y cucharadas…
En primer lugar, para proceder a la modificación de la estructura de salarios en el fuero municipal, hay que modificar la ley orgánica que lo regula. El doctorcito lo sabe muy bien. Y nosotros, estamos aprendiendo poco a poco, cómo mueve las fichas de su metapolítica, cómo se manifiesta su arte de buscar los obstáculos legales ideales para “frenar” sus iniciativas, y, aparecer ante el gran público, como la víctima propiciatoria que quiere “hacer mucho” por el Perú, pero no lo dejan… Obviamente, la admiración se multiplica…”Alán, t’es malin…”
El doctorcito, con su dictatorial decreto ley, lo que pretende es socializar la miseria. No es jerarquizando a la población en función a su número lo que debe determinar el valor remunerativo de un alcalde, es a la inversa, hay que jerarquizar el número de problemas estructurales que padece una comunidad, tanto más pequeña cuanto mas desestructurada se presenta, y, requiere por lo tanto, una priorización y atención urgente a sus necesidades, es decir, una presencia económica activa del estado, comenzando por la aprobación de salarios decentes de quienes tienen la responsabilidad de ocuparse des sus problemas.
La óptica de su concepción de austeridad, arrasa ilegalmente contra los sueldos y salarios, lo que teóricamente sería formidable si el monto del ahorro que se pudiera lograr, fuera “macro” y contribuyera real y efectivamente a erradicar los problemas endémicos que padecen justamente las pequeñas colectividades, pero su volumen es microscópico, y en términos de macroeconomía, ese volumen ridículo no podrá jamás hacer faz a los graves problemas en materia de salud, educación, vivienda, infraestructura, agua, desagüe, luz etc. Esas poblaciones no tienen nada, acusan un cero, un cero tan grande como la ignorancia del doctorcito y su miopía que no ve o no quiere ver dónde se encuentra la verdadera miseria y cuáles son las reales prioridades para combatirla.
Contrariamente a sus propuestas, el efecto que ellas van ha generar, llaman más bien al voluntariado de la incompetencia, a la gestión eficaz y subterránea de una de corrupción generalizada, lo que ya está ocurriendo, tristemente, lamentablemente, en otros sectores austerizados…