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domingo, 10 de agosto de 2008

Bolivia: Del miedo a Evo, al medioevo.

Bolivia se apresta a reencontrarse con su destino. Con la gran cita que la historia le reserva, para sepultar este domingo, un escollo más, en la penosa vía cruxis que impone la concepción democrática de acceder y ejercitar el poder, respetando a las mayorías y a las minorías, sin maliciosos “saltos cualitativos” , sin dejarse llevar por los autoritarismos nacionalistas o partisanos, ni por las imposiciones de fuerza que pudieran debilitar, aun más, la frágil institucionalidad Boliviana. Por primera vez en toda la historia de ese país, hoy se vota por plebicitar o por revocar.

Las dos clásicas posturas que organizan la lid, se insurgen desde la esquemática confluencia de intereses socio económicos, a la vez dispares y antagónicos, pero con un telón de fondo que rivaliza entre ser la causa originaria de la desigualdad altisonante, o el emblema inmovilista y vergonzoso del que los poderosos se sirvieron y defienden, cueste lo que cueste, por otros cien años de esclavitud: El racismo.

Ese racismo ciego y más que centenario amenaza con prolongarse en el corazón de las instituciones. Ese racismo animal y regresivo que fabricó las grandes fortunas y las desigualdades más intolerables, es único e inconfundible en América del sur, por sus características criminales y delictivas y porque además, contribuyó a sumir a ese país entre las coordenadas imposibles de la crisis y de la inestabilidad permanentes, tristemente estables, durante más de un siglo de matanzas y de injusticias abominables contra los nativos originarios.

Durante más de un siglo, las poblaciones silenciosas y mayoritarias del Alto Perú, heridas de pigmentos emparentados con los colores de la tierra, nunca adquirieron la condición ni la consideración de ser, también, seres humanos a parte entera. Aun cuando las fugaces buenas intenciones paternalistas, o aun cuando los vientos rebeldes del 52 abogaron por los “pongos” , los “pongos” siguieron siendo “pongos” . Hoy, los “pongos siguen siendo “pongos”. Un poco más que los perros, es cierto, pero animales de carga en la escala valorativa de las progenituras, herederas de ese racismo institucional abyecto pero señero. Son las mismas progenituras que abogan, actualmente, porque los indios continúen siendo “pongos”, sinónimo cruel de sumisión total y de escandalosa explotación infrahumana.

Por ello, la cita del domingo 10, tiene una inmensa significación, no tanto porque la opción de Morales requiera de un sólido espaldarazo, sino por que a partir de dicha fecha, la voz del “pongo” será verdaderamente entendida en su sentido de reivindicación histórica y porque a partir de ese momento, los “pongos” tendrán por primera vez el derecho de configurar el camino de su historia nacional, con la creación de nuevas estructuras de organización sociopolítica, dentro de una nueva concepción de nación que incorpore a todas las nacionalidades y donde la legalidad rime armoniosamente con legitimidad y constitución concuerde con autonomía, en singular y en plural.

Los señores de la luna o más exactamente de la media luna, han comprendido las dimensiones de la disyuntiva y se preparan, se preparan desempolvando viejas fórmulas y ardides leguleyos del siglo pasado. Saben que tienen que barrer el paso a Evo y a sus ideas humanistas y socialistas, aunque tengan que regresar al medioevo. Para lograrlo, todo vale, desde las huelgas de hambre sustentadas en estómagos llenos, hasta la recolección de fusiles prestos para la asonada callejera, para desencadenar la revuelta sediciosa, el fermento de la anarquía, que efectúe los llamados desesperados al golpe de estado. La traicionera invitación estúpida a la guerra civill. Tácticas equívocas que a lo sumo retardarán los plazos del vencimiento de la letra, pero provocarán una renovada, una más intensa y más imparable respuesta popular. Dejen recobrar a los bolivianos su derecho a la dignidad y funden una institucionalidad que refleje el justo mosaico social que los identifica a todos.