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jueves, 14 de agosto de 2008

FUJIMORI: INGENIERO DE LA INDUSTRIA DE LA MUERTE Y LA TORTURA

Es verdad que el odio, es un sentimiento divino y casto. El único sentimiento verdadero que no se pierde en la fugacidad, como el amor se pierde entre sus múltiples continentes de fragilidad y patetismo.

No es malo odiar a la monstruosidad con abundante generosidad, pero sin ella. Con serenidad pero con distancia, castigando pedagógicamente, como Walter Palacios castiga con sus palabras sosegadas, a aquel ingeniero que quiso implantar la industria de la muerte y la tortura en nuestro país y que casi lo consigue.

Sus reflexiones, deben ser escuchadas por quienes lo juzgan. Porque su veredicto se dirigirá al futuro, por que ese veredicto esperado implica respetar y hacer respetar los fundamentos de la vida, y porque también, significa respetar a las vidas que extinguió con despotismo, crueldad y ensañamiento.

Deslindes. Nada personal, ingeniero Fujimori


Hasta ahora continúa usted en la cárcel, ingeniero Fujimori.

No importa que no esté en un penal de máxima seguridad para delincuentes peligrosos donde debería estar. No importa que terminado el proceso judicial y expedida la sentencia, usted pueda ser absuelto o condenado benévolamente a una pena mínima debido a sus pactos con el oficialismo. No importa. Lo que interesa es que usted está preso y en el banquillo de los acusados y que su pasada arrogancia de poderoso dictador se desdibuja cuando se presenta ante el tribunal gritando teatralmente, dormitando o riéndose con descaro.

No es nada personal, ingeniero Fujimori. No es que quiera desquitarme después de haber sufrido en carne propia y durante dieciséis años persecución, exilio y encarcelamiento por parte de su gobierno y los regímenes que le sucedieron, para finalmente ser absuelto de los delitos de traición a la patria y terrorismo en todos los procesos penales que se me abrieron y en todas las instancias judiciales incluida la Corte Suprema.

Repito, no es nada personal. Es más bien una sensación de alivio verlo finalmente preso y sometido a juicio penal.

A usted no lo han torturado, ingeniero Fujimori, y eso es bueno. Es bueno que no lo hayan privado del sueño, del agua y la comida durante largos días. Que no le hayan aplicado descargas eléctricas en los testículos ni hayan apagado cigarrillos en la piel de su cuerpo.

Es bueno que no lo hayan violado. Que no le hayan quebrado los huesos. Que no lo hayan quemado vivo. Que su cuerpo no se encuentre en una fosa común aún desconocida. Que no lo hayan arrojado vivo desde un helicóptero en vuelo a la espesura de la selva o al fondo del mar.

Mejor dicho, ingeniero Fujimori, es bueno que a usted no le hayan hecho ni le hagan nada de las barbaridades que sus subordinados hicieron, obedeciendo sus "directivas" presidenciales, a miles de peruanas y peruanos y a otros ciudadanos extranjeros algunos de los cuales eran inocentes mientras que otros, es verdad, cometieron muchos crímenes en acciones terroristas pero que, como personas, debían de recibir un trato humano, digno.

El actual gobierno le brinda todas las facilidades para que tenga un lugar de reclusión con entretenimientos, visitas las veinticuatro horas del día y otras gollerías. Tiene usted atención médica permanente con intervenciones quirúrgicas en clínicas para salvaguardar su salud. En buena hora. Solo que ese trato no lo reciben los miles de presos peruanos y por lo tanto el principio constitucional y jurídico de igualdad ante la ley, no se cumple.

Se dice que usted es un anciano ex jefe de Estado y por esa consideración debe tener un trato especial (mejor dicho de privilegio). No dicen que hay presos con más edad que usted y que como Presidente pisoteó la Constitución, cerro el Parlamento, intervino el Poder Judicial perpetrando un autogolpe de Estado e instaurando una dictadura cívico-militar. Olvidan reconocer que usted se enriqueció ilícitamente con pingües negociados corrompiendo a funcionarios, jueces y altos mandos de las Fuerzas Armadas y presidiendo uno de los gobiernos más corruptos y asesinos de nuestra historia.

Pero pase lo que pase, ingeniero Fujimori, lo que importa es que usted ahora está preso, sentado en el banquillo, acusado de haber cometido horrendos crímenes de lesa humanidad. El país espera y desea que se le imponga una sentencia justa y ejemplarizadora. Si eso se logra, los peruanos habremos avanzado hacia el reencuentro con la dignidad, el honor y la ética. Asi sea.


Walter Palacios Vinces