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domingo, 15 de julio de 2007

PRIMER MINISTRO: LLEGO LA HORA DE RENUNCIAR

(Vira Gasot)



“…La ira se acumula. Se sedimenta con el tiempo, como uno de esos callos amarillentos y duros, que son la suma de las cicatrices de incontables ampollas, llagas y cortes abiertos en las manos trabajadoras. Se alimenta de décadas de injusticia, desprecio y abuso, de cientos de de miles de horas, escuchando promesas incumplidas y rumiando frustraciones, de toneladas de trámites inútiles y petitorios extraviados en alguna dependencia, de miles de kilómetros caminados para terminar en el mismo punto…”

(Javier Diez Canseco)


Hace poco, la arrogancia de cómicas impostaciones, de súbitas exigencias evaluativas sobre el sector público, hacía pasear los histriónicos arrebatos del “tecnicismo racionalizador” del Doctor García, en los aireados y confortables salones de la burocracia. Arrebatos, que hasta amenazaron aplicarse a nuestros embajadores pero que, como en toda carrera de caballos locos, la parada es de burros; entonces, esas famosas evaluaciones se abandonaron, salvo para el sector magisterial que vió, claramente en esas imposiciones presidenciales, el propósito político falaz e inconfesable de su desestabilización sindical… a corto plazo. Nada más.

Con un puntero en la mano y con una pirámide vacía en notificaciones de ayuda visual, el “sesudo” discurso del Presidente hasta evocaba, citando con nombre propio a su digna esposa, esta célebre declaración: “Mi mujer me lo dice todos los dias, mañana tarde y noche, hay que evaluar para saber a dónde vamos…” Genial confesión que hoy se confirma, porque ni siquiera hemos llegado a determinar, evaluativamente, a dónde vamos y, por lo tanto, no podemos soñar de haber llegado a la antesala de la fijación de metas y mucho menos de objetivos…

El caos se instala. Decíamos ayer, que los mismos métodos de improvisación y de fantasiosas iluminaciones que en el pasado se aplicaron irresponsablemente y que dieron como resultado las catástrofes económicas devastadoras que todos conocemos, de nuevo se instalan en nuestro pais. Es clara la insolvencia de un presidente, que esgrime clamorosas inestabilidades sicológicas y por mucho querer parecerse populistamente al pueblo, asume un lenguaje, que al menos en el extranjero, se evalúa con desconcierto y con una cierta piedad, cuando por ejemplo, inaugura en la lexicología sociológica contemporánea, una nueva categoría social, “los comechados”.

Esta pasión por la evaluación debe ser recíproca, y en el otro platillo de la balanza, descubrimos que las organizaciones sociales han dado un primer y definitivo anuncio evaluativo claro y concreto de la actual acción gubernamental. Acción gubernamental que sintetiza una política de connivencias escandalosas con el gran capital, nacional y extranjero, que mitifica ad infinitum, una cacareada bonanza invisible e intangible para los pobres y que remacha su alianza con el imperio, en la declarada voluntad de instalar en nuestro país, los baldones antisociales del brutal neoliberalismo, con antifaz humano.

La evaluación del pueblo, dice no al triunfalismo exagerado del Doctor García y constata el imperativo de aglutinarse y fortalecerse porque la reacción ya ha sido enunciada: A más protesta del pueblo… más robocops…No queda otra cosa que forzar al gobierno a cambiar radicalmente su política hambreadora, ahora, en el acto. Por ello se impone, ineludiblemente, exigir la renuncia de Jorge del Castillo, el ineficaz y moribundo secretario y Primer Ministro, quien tuvo la osadía de anunciar la violenta represión, reiterando a los sindicalistas que, “guerra avisada no mata a muertos”, lo que trasformamos en: “guerra avisada, no resucita cadáveres”

Es imperativo también, constituir una plataforma coyuntural mínima, de todas las organizaciones concernidas, para exigir, en lo inmediato, la rápida liberación de Javier Diez Canseco, la renuncia obligatoria del Primer Ministro, del Ministro de Educación y del Ministro del Interior, actores mayores de la provocación y del génesis del conflicto, antes de reinstalar las negociaciones, brutalmente interrumpidas por el gobierno.