Los cuzqueños tienen estirpe de valerosos luchadores sociales y creo que será difícil agarrarlos de cholitos para hacer, de su público patrimonio histórico, un jugoso chanchullo privado, dirigido al enriquecimiento de algunos sátrapas, a quienes les vale un carajo redondo la riqueza histórico -arqueológica y el respeto a la inmunidad urbana antigua.
Esas riquezas son intocables porque constituyen el perfil o los perfiles patrimoniales que definen la autenticidad y la belleza de esa ciudad extraordinaria, tan admirada y considerada como única en todo mundo.
Cómo revuelve hasta la insolencia, las cretinadas de concebir leyes que extorsionan hasta el alma de los pueblos, so pretexto de modernidad y desarrollo, cuando en otros lados, en Europa por ejemplo y concretamente en Bruselas, se perfeccionan las técnicas de construcción civil que permiten rescatar las fachadas de aquéllos inmuebles (incluso de a comienzos del siglo pasado), que se encuentran técnicamente inservibles y cuando no es posible, todo se reconstruye con los detalles más rigurosos, como en Berlín, por ejemplo. Eso, señores, es respeto, es civilización…
Los que inspiran y los que elaboran caricaturas de leyes urbanas de “promoción turística” deben meterse en la cabeza, que la cirtadela de Machupicchu no ha sido elegida como una de la maravillas del mundo, desmembrada de de su entorno, sin Cuzco no hay Machipicchu, y viceversa porque la citadela y la ciudad cuzqueña son una unidad arqueológica, donde hay que respetar cada milímetro de su historia pre inca, inca, y colonial y sólo dios sabe cuantos machupicchus todavía se hallan escondidos en el Cusco.
La FederaciónTrabajadores cuzqueños que tiene una ilustre trayectoria en la defensa de los intereses populares e históricos de ese pueblo, debiera conducir un movimiento multi partidario y cívico de todas las instituciones locales, a fin de promocionar la promulgación de una Ley de clasificación e intangibilidad no privatisable de las áreas adyacentes a los monumentos históricos, considerando a toda la vieja ciudad, también como un monumento histórico intocable.