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jueves, 21 de febrero de 2008

PRESIDENTE Y ASESINO

(Vira Gasot)
La sabandija despreciable, que orna de maestrías ruines su lenguaje ignominioso y ofensivo, se ha desprendido de sus lentes para limpiarlos lentamente con sus sucias manos. Con sus manos ensangrentadas en el Frontón.

Luego, toma el aire, con aire de humanoide y ventila a horcajadas sus pútridos conductos, mientras rumia sin pensar, mientras cavila sin recapacitar, mientras premedita qué decir, mientras fragua una repuesta que será tallada con el buril del desparpajo, con el cincel del cinismo y de la insolencia, hiriendo también a muerte, a la lengua castellana.

El periodista, acostumbrado a sus contorsiones y a sus encogimientos de reptil traicionero, a sus retortijones en forma de piruetas, pregunta sin muchas esperanzas, porqué han disparado, porqué han asesinado en Ayacucho, quiénes son los responsables… y el saurio responde, moviendo con exageración sus exageradas mandíbulas desligadas, y dice:


“La Policía ha actuado con gran convicción y decisión y yo felicito a la Policía, está muy bien que defienda al Perú, y ahora queremos ver cómo se traduce esto en el enjuiciamiento de los culpables. Los responsables de las muertes son los dirigentes que convocaron al paro agrario”.

“La responsabilidad de las muertes ocurridas son de los "seudodirigentes” y los agitadores extremistas que de una u otra manera empujan como carne de cañón a los pobladores, son ellos los que deben ser investigados”.

“Que sirva de lección para que cuando alguien promueve públicamente y agitadamente un paro, sepa a dónde está conduciendo a estas personas, que sepa a qué está abriendo las puertas. De ahora en adelante, si no es ahora mismo como dicen los fiscales, todo aquel que convoque a este tipo de movilizaciones tiene que ser directamente responsable de cualquier cosa que ocurra, de la destrucción y de la muerte de cualquier persona”.

“Antes de investigar al ministro del Interior, Luis Alva Castro, que se examine a los congresistas de la bancada nacionalista que instigaron el paro”.

El periodista, introducido en el laberinto implacable de la impotencia y de la indignación encabeza su información, de la única manera decente y honesta:
“En lugar de pedir una exhaustiva investigación que determine quiénes mataron a los manifestantes en Ayacucho y acabaron con la vida de dos de ellos, el presidente Alan García felicitó la actuación de los efectivos del orden que usaron indiscriminadamente sus armas de fuego…”

Finalmente, el pérfido reptil asume la posición rastrera y desplaza su enorme cavidad abdominal, la gastralia que sostiene el paquete de sus vísceras bien nutridas y entra en palacio de gobierno, hurrado por los búfalos, hasta la próxima declaración a la prensa, a donde de nuevo, felicitará con efusión, las efusiones de sangre de los que disparan contra el pueblo desarmado.