(Vira Gasot)
Últimamente, una consigna que nunca se sabe a ciencia cierta de donde viene, parece embalar a los editorialistas de ciertos diarios del continente, cuyos patrones remojan sus intereses en el polígono…del interés del sistema que defienden y, sibilina o patéticamente, lanzan sobre la faz de la tierra sus pensamientos inquietos, que luego se transforman en inquietudes del pensamiento, para finalmente cobrar su forma reaccionaria, en el marco bien pensado de campañas inquietantes y mentirosas, es decir, en el bombeo de la insidia y de la preparación psicológica masiva de operativos, que arrastran a los borregos y a ciertos blogoborregos, en el objetivo comunitario de los servicios de inteligencia nacionales y extranjeros, bajo pretexto de defender, a capa y espada “los valores de nuestra civilización”, “el estado de derecho”, la “democracia” y otros eufemismos que esconden a la caperucita roja, los dientes filudos del lobo feroz.
¿Venezuela prepara una guerra con Colombia?
¿Bolivia pedirá la intervención militar de Chávez?
¿Chile se arma hasta los dientes para atacar al Perú?
¿Ecuador suspira con la coyuntura para dirimir sus nostalgias?
¿Otros paises estarían disponiéndose a abrir viejas heridas fronterizas?
Venezuela no tiene aspiraciones belicistas de expansión, por la naturaleza propia de su revolución pacifista, lo que no excluye el deber y la obligación de prepararse para una probable contingencia que de toda evidencia, se atiza lentamente desde Washington y Cali.
Uribe, en su última gira por el viejo continente, prospectó la disposición de Francia y España para impulsar su estrategia de internacionalizar el conflicto interno, comenzando por intensificar la aplanadora militar contra las FARC y cortando de paso, las influencias veleidosas de muchos intelectuales europeos, cuyas posiciones reconocen a los insurgentes y al gobierno colombiano, en una situación de indiscutible beligerancia militar activa.
Uribe ha conseguido su objetivo de mantener la clasificación de “terroristas” a los alzados colombianos, porque esto, jurídicamente, le deja las manos libres para abrir la segunda fase del terror legalizado, que busca en suma, afianzar las posiciones de la vieja y la nueva oligarquía terrateniente en la Colombia de los desplazados obligados, y, liquidar de paso, toda aspiración de libertad e independencia Bolivariana en la región.
A propósito, parece mentira que en nuestros paises cunda la ociosidad reflexiva del simplismo “académico” que continua a acordar a las FARC, el anacrónico membrete de “terroristas” “criminales” y “asesinos”, otorgando asi, el salvoconducto a la perpetuidad de la guerra, el cierre de la discusión y el diálogo por la paz, luego: la legitimación de las exacciones de un único “beligerante”, absurdo.
En el caso de Bolivia, muchos escenarios se manifiestan plausibles pero el único que podría entrañar un conflicto armado, sería aquél a donde el primer tiro será disparado por la desesperación de la derecha reaccionaria boliviana. Esa derecha racista, revanchista y obtusa, que ve con impotencia colérica, cómo en el terreno legal que ellos jamás respetaron, Morales se afinca, con sensatez y solidez. Si ello ocurre de esta manera y una Guerra civil se instala, ¿serán condenadas las brigadas internacionales del nuevo mundo?, ¿habrá en Bolivia muchos apristas como en la guerra civil española?
En cuanto a Chile, una probabilidad de enfrentamiento bélico se contempla y se estudia largamente en sus institutos armados y desde hace muchísimo tiempo. Aún cuando los sectores no castrenses, entre ellos, su clase política muestre mayoritariamente signos condenatorios sobre una tal eventualidad, los apetitos y las codicias, como en el 79, siguen siendo abrumadoras y latentes y sólo será cuestión de pretextar un pretexto cualquiera, para despertarnos en otro morro, tal vez en Tacna o Arequipa, sin descontar que podemos convertirnos en invasores, si el socialismo llega a verdaderamente gobernar en Chile y si, afianzándose en los otros países de la región, evoluciona demasiado en el sentido contrario de los intereses imperialistas.
En el caso de Bolivia, muchos escenarios se manifiestan plausibles pero el único que podría entrañar un conflicto armado, sería aquél a donde el primer tiro será disparado por la desesperación de la derecha reaccionaria boliviana. Esa derecha racista, revanchista y obtusa, que ve con impotencia colérica, cómo en el terreno legal que ellos jamás respetaron, Morales se afinca, con sensatez y solidez. Si ello ocurre de esta manera y una Guerra civil se instala, ¿serán condenadas las brigadas internacionales del nuevo mundo?, ¿habrá en Bolivia muchos apristas como en la guerra civil española?
En cuanto a Chile, una probabilidad de enfrentamiento bélico se contempla y se estudia largamente en sus institutos armados y desde hace muchísimo tiempo. Aún cuando los sectores no castrenses, entre ellos, su clase política muestre mayoritariamente signos condenatorios sobre una tal eventualidad, los apetitos y las codicias, como en el 79, siguen siendo abrumadoras y latentes y sólo será cuestión de pretextar un pretexto cualquiera, para despertarnos en otro morro, tal vez en Tacna o Arequipa, sin descontar que podemos convertirnos en invasores, si el socialismo llega a verdaderamente gobernar en Chile y si, afianzándose en los otros países de la región, evoluciona demasiado en el sentido contrario de los intereses imperialistas.