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lunes, 26 de mayo de 2008

ALVARO ROJAS

Desde los días aquellos en que los sueños podían ser permisibles, pocas veces coincidimos y las otras, nos diferenciábamos con lo que hoy ha desaparecido en el Perú: La simpatía respetuosa por aquel cuyas ideas nos eran antipáticas. Alvaro, a diferencia de su hermano, ha guardado una absoluta coherencia y una soberbia honestidad, para todos ejemplar.
Nada más a lo dicho por Hildebrandt, salvo que su desaparición súbita, me descuadra y me entristece hondo.