(Vira Gasot)
Mataron al poeta, pero no mataron a la poesía.
Mataron al hombre pero no mataron su nombre.
Sus versos pesan hoy, tanto como la espada inmensa de su patria, la que defendió con su vida:
Versículos gigantes de una Biblia, con testamentos únicamente de amor sobre la tierra.
Más grandes y más hermosos todavía, 45 años más tarde: Cuando ese 15 de mayo, día también conjurado y traicionero, decretó que exactamente a la una y cuarto, en el reloj de la historia, su corazón debería ser acribillado, trepanado por aquellos a quienes había decidido consagrar desde sus entrañas, todos sus cuidados y todo su amor de revolucionario.
Pobres cachacos, también de piel cobriza y con los bolsillos planos, apenas comenzado el nuevo mes.
Pobres curas, doblemente miserables por que su ilustración en piedades cristianas sólo supo proteger y defender la exuberancia de los ricos, en contra de los pobres, allí, en las riveras del Madre de Dios.
Pobres pobladores invadidos por el raquitismo de la ignorancia incriminada, pobres gentes, gente pobre en el sentido etimológico, sorprendidos en la perplejidad de no tener nada, incluida la conciencia.
Ellos mataron a Javier, ellos lo resucitarán cuando su miseria acrecentada y multiplicada de remordimientos, integre el camino de la revolución.
Mataron al hombre pero no mataron su nombre.
Sus versos pesan hoy, tanto como la espada inmensa de su patria, la que defendió con su vida:
Versículos gigantes de una Biblia, con testamentos únicamente de amor sobre la tierra.
Más grandes y más hermosos todavía, 45 años más tarde: Cuando ese 15 de mayo, día también conjurado y traicionero, decretó que exactamente a la una y cuarto, en el reloj de la historia, su corazón debería ser acribillado, trepanado por aquellos a quienes había decidido consagrar desde sus entrañas, todos sus cuidados y todo su amor de revolucionario.
Pobres cachacos, también de piel cobriza y con los bolsillos planos, apenas comenzado el nuevo mes.
Pobres curas, doblemente miserables por que su ilustración en piedades cristianas sólo supo proteger y defender la exuberancia de los ricos, en contra de los pobres, allí, en las riveras del Madre de Dios.
Pobres pobladores invadidos por el raquitismo de la ignorancia incriminada, pobres gentes, gente pobre en el sentido etimológico, sorprendidos en la perplejidad de no tener nada, incluida la conciencia.
Ellos mataron a Javier, ellos lo resucitarán cuando su miseria acrecentada y multiplicada de remordimientos, integre el camino de la revolución.