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jueves, 12 de abril de 2007

ELECCIONES II

(Vira Gasot)

A escasos diez dias de la elecciones en Francia, la verdadera campaña ha comenzado, oficialmente, a la medianoche del domingo último. La fiebre electoral alcanza este año, una temperatura raramente registrada, por la inversión total de los pretendientes al Eliseo, quienes multiplican sus apariciones en la vasta red de los medios de comunicación que, incluyen, a los órganos públicos, privados y partidarios, asi como sus apariciones
multitudinarias, a lo largo y ancho del hexágono francés.

La gran novedad de esta campaña, es el uso intenso de Internet, que ha provocando, sociologicamente, un fenómeno inesperado y cuyas reales consecuencias son todavía difíciles de evaluar, pero que de momento, pulveriza los cánones tradicionales de la comunicación en política, convirtiendo a la interacción en un método incisivo de contacto directo, entre los candidatos y los electores potenciales.

Esta nueva realidad, ha privado de trabajo inmediatamente a los intermediarios tradicionales del periodismo político especializado, reduciendo su espacio y opacando a las célebres figuras que en el pasado, eran inconturnables y por las que había que pasar a despecho de sus desplantes lapidarios y de su ironía, a menudo corrosiva y malvada. Todo esto ha cambiado de la noche a la mañana, incluso, como lo habíamos señalado antes, las presentaciones en la TV, tienen otro carácter por la suplencia de las “vedettes” por ciudadanos de a pié, cuya participación espontánea y directa no pasa, como antes, por el atento filtro del moderador, o los cuestionarios de preguntas que eran examinadas con lupa, por los estados mayores de campaña, hoy, derogados. ¿Definitivamente?

A esta fiebre electoral, hay que agregar el efecto perverso de las encuestas que activan la adrenalina de los jefes de campaña y los precipitan ha efectuar correcciones de rumbo en el camino, sobre la marcha, bajo la amenaza de ser eficaces en el mensaje político o engullidos indefectiblemente por el adversario, lo cual, da como resultado, un inevitable descenso en la calidad del combate político que, en estos últimos dias, adquiere una fragancia contraria a aquella de la legendaria y agradable esencia del perfume francés.

Insultos despiadados, golpes bajos, videos explosivos, declaraciones irascibles, amenazas violentas, derivas racistas en fin, toda la panoplia de instrumentos prohibidos hace su repentina aparición, enlodando y degenerando el debate. Esos insultos y conductas de carácter racista, pertenecían en el pasado, únicamente a los líderes del Frente Nacional, del ultra nacionalista Jean Marie Le Pen. Hoy, fuerza es de constatar que estas prácticas se extienden hacia otros candidatos, que, como Nicolas Sarkozy, desnuda poco a poco su visión determinista y lineal de la sociedad, dejando planear los argumentos tan caros a un cierto neonazismo renaciente, aquel que confiere muchísima importancia a la raza y a sus “deformaciones genéticas”

Así, Sarkozy sostiene que la pedofilia y las tendencias suicidas de una cierta juventud, por ejemplo, son debidas a “predisposiciones genéticas específicas”, lo que ciertamente está en coherencia con esa vieja idea según la cual, diagnosticando desde la edad de tres años, se pueden determinar los rasgos característicos de la delincuencia. Espeluznante declaración, autentificada en múltiples ocasiones que dice mucho de la futura política del niño y el adolescente, que se pondrá en ejecución, de ser elegido Presidente de la República.

En un registro, menos escandaloso por sus connotaciones ultra conservadoras sobre el comportamiento humano, otro tipo de comportamiento despeina la elegancia y el respeto, cuando por ejemplo, Ségolène Royal et François Bayrou se dan de trompadas acusándose recíprocamente de mentirosos, en los espinosos “dossier” que conciernen la inseguridad, la emigración y la identidad nacional. Sobre este último punto, Le Pen no esconde su reprobación a todo lo que resulta de la emigración, incluido Sarkozy, a quien denomina “hijo de emigrante, que probablemente hubiera sido en su país, un excelente húngaro”, recordándole implícitamente que no es a él a quien corresponde hablar de identidad nacional….

En fin, podríamos detenernos largo tiempo a desarrollar estos aspectos que, no por ser anecdóticos y anecdotarios, dejan de traducir la temperatura real que agita a los unos y a los otros, Esas “poses” que preceden al gran combate, no impedirán tampoco que en la lucha por el poder se produzcan alianzas, que comienzan a anudarse ya, discretamente debajo de la mesa y que provocan un cierto miedo, por que ellas comportan en el vientre, una fronda de incertitud, una sospecha de enfrentamiento y de ruptura social de esa, a pesar de todo, relativa paz social, a la francesa.

Sobre un fondo de incertitudes, la campaña se desarrolla enfrentando a un probable 42% de electores, es decir 18 millones de personas, que se declaran indecisas o que su candidato puede cambiar, varias veces, de aquí al dia de las elecciones. Lo que complica el trabajo de los encuestadores. En el 2002, los indecisos sumaban alrededor del 30 % Esta población se localiza en las capas de la juventud y de las mujeres, en las categorías más populares del electorado. En estas elecciones, la indesición ha ganado otros sectores profesionales intermedios cuya actitud se deba, probablemente, a la irrupción en fuerza de la oferta que hace el centrismo, acumulando un impactante 18 %. El elector francés estaba acostumbrado a la ecuación Izquierda derecha que prácticamente ya no existe, lo que hace más difícil su determinación.

Para nosotros como observadores distantes, creemos que si bien, las encuestas tienen un carácter relativo en cuanto a su fiabilidad in temporánea, estas son mutantes, extremamente mutantes y sorpresivas pero, si observamos su tendencia general, pueden esclarecernos mucho o al menos darnos ciertas luces. Si por ejemplo, juntamos el total de las encuestas de todos los institutos de sondeo en los últimos 30 dias, encontraremos que el 99 % de ellas dan como ganador a Sarkozy; en una media que se extiende entre el 33 y el 36 % lo que le confiere, largamente, la ventaja de pasar en primer lugar a la segunda vuelta. El pedazo restante de la torta, acordaría a Royal un entre un 20 y 22 % a Bayrou entre un 16 18 % y Le Pen entre 16 y 18 % El resto de los 8 candidatos no parecen haber decolado en la campaña, lo que les permitirá repartirse el porcentaje restante.

Esperemos que esta lógica sea desmentida, en beneficio de la candidata socialista a quien, gentilmente le hacemos un guiño de ojo.



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