Tal parece que hoy, el Ministro de Vivienda acude ante la Comisión de Fiscalización del Congreso para explicar cómo funcionan los contratos, entre el Ministerio que jefatura y los órganos de comunicación que reciben notas de prensa “travestís” o transformables en alcahuetadas, o en alcahueterías adulonas.
¿Tendrá el Ministro, la osadía de no desperdiciar esta magnífica oportunidad, de esclarecer la candorosa ignorancia de los papis de la patria, mostrándoles cómo se desarrolla, en el Perú, la sutil relación empleador empleado, o más bien en este caso, anunciador y medio?
En la conocida modalidad del toma y daca que consiste en aderezar y enderezar, por un “puñado de dólares”, la imagen de quien lo necesita, las prácticas corruptas e inmorales que se producen en el periodismo nacional son memorables e inmemoriales. Ellas tocan la línea editorial que se curvea entre los silencios y los inciensos de una falsa independencia, y, la publicidad abundante en hemorragias de complacencia, que actúan como bálsamos bienhechores de egos, yendo desde los recintos presidenciales y ministeriales, hasta el ego, incluso, del que firma la ordenes.
En este pantanoso terreno, donde todos han hundido los pies alguna vez, los más cínicos dirán que fue un “error” como preconiza y anticipa el Ministro, cuando el error verdadero patalea impotente por hacerse entender y desde luego, a nadie le conviene escuchar, porque todos se mojan y solo excluye a unas cuantas gloriosas excepciones, que dicho sea de paso, se cuentan, con los dedos de la mano… de un manco.
Pero los pagos camuflados por los conceptos que el Ministro tendrá a bien explicar, al “levantar” artificialmente las imágenes, no son las únicas modalidades que mellan la “imagen” del medio. Hace poco, hemos leído espantados cómo, algunos altos políticos del gobierno se prestan a la bajeza de constituir files con informaciones impregnadas de una minuciosidad tan meticulosa como innecesaria, para traerse abajo aun periodista que molesta, asimilando falsos contextos y deformando largos consensos.
Pocos habrían aceptado esta inmoralidad. Los que lo aceptaron, confirman que el espíritu corrupto y las practicas ética y moralmente vedadas, alcanzan a anunciantes y anunciadores, allanando el camino hacia la mafia organizada de la información mentirosa, de la que todos son tributarios y de la que se sirven para decir “su” verdad…
Esta vez, la sangre tampoco llegará al rió. Es suficiente recordar que entre los parlamentarios, existe un buen número de ellos quienes se han servido y se sirven de la prensa, agilizando la dinámica del hoy por ti y mañana por mí…
