(Vira Gasot)
Ahora que han cesado las abundantes informaciones, sobre la posición porcentual de los candidatos y en general, sobre el acto de la Elección Presidencial en Francia, llega el momento de la reflexión sobre el significado de las mismas y, sobre todo, el intento de analizar las probabilidades que se erigen para alcanzar la victoria final, y que el 6 de mayo, coronará, como Presidente de la moribunda V República francesa, a Ségolène Royal ó a Nicolas Sarkozy, únicos vencedores de una primera vuelta de incertitudes y de fricciones coronarias, que no ha aportado sorpresas sustantivas, salvo la sorpresa de no haber ninguna que lamentar…
La mayor parte de los periódicos de Europa, coinciden en señalar que esta primera vuelta electoral, ha permitido retornar a la clásica alternativa, izquierda, derecha y aleja, de ese modo, el escenario insoportable que representó la victoria de Jean Marie Le Pen, en 2002, cuando el ultra conservador Presidente del Frente Nacional, logró acceder a la segunda vuelta, teniendo como opositor al actual Presidente de la República, Jacques Chirac, quien obtuvo un lamentable 20%...
Ese fatídico dia, se produjo en Francia una doble conmoción. De un lado, la eliminación vergonzosa del socialista Lionel Jospin, quien inmediatamente después de anunciada su derrota, optó por depositar las armas, renunciando a la Secretaría del Partido Socialista y a toda actividad política pública, y, se auto condenó a un ostracismo del que tímidamente osó salir, en las inmediaciones de las Primarias Socialistas, para tomar sin duda, la temperatura de un eventual retorno, pero las trazas aun visibles del inesperado abandono de sus huestes, lo han devuelto al limbo, que en política si existe, contra la opinión papal…
La otra conmoción sin duda más vasta, aquella que alcanzó a todos los republicanos, fue la que produjo el sentimiento de vivir la inminencia del fango, de caer en las sentinas del racismo, en la dolorosa probabilidad de ver a la Francia eterna, prisionera de la más expurea ideología ultraderechista, abiertamente nutrida por el nacionalismo fascista, de remembranzas hitlerianas, es decir, en las antípodas de la democracia y de la libertad… Había por lo tanto que hacer de tripas corazón y votar sin remilgos por el candidato de la derecha menos malo, ungiendo a Chiarac con más del 80% de los votos.
Así se barrió el paso a Le Pen, un poco como en el Perú, guardando las distancias, cuando el pueblo peruano se vió obligado a votar por el “mal menor”, concediendo una legitimidad “ilegítima” o al revés, al Dr. Alan García…
Cinco años de total ineficacia distinguen al gobierno chiraquiano, cuyo acceso al poder, a diferido sus cuentas pendientes con la justicia, por haber estado enredado en un sin número de pequeñas y grandes corrupciones, que se remontan a los tiempos en que era el alcalde de París y que tocan las planillas remunerativas de empleados fantasmas, o la manipulación en el acceso a las viviendas, en fin, varios tópicos reprobables que han ido hasta condicionar su apoyo a Sarkozy, pidiéndole, en contrapartida, una cierta protección que lo ponga al abrigo de una probable y futura persecución judicial…
En el plano económico, los resultados son desalentadores, Francia ha disminuido sensiblemente el volumen de sus exportaciones y una fronda de desajustes económicos se conjuga, con un malestar social que se expresa en la aumentación del paro laboral y en la indefinición suicida de desentenderse de los problemas que aquejan a una juventud fraccionada y dividida, entre los que pertenecen a la inmigración y viven en los suburbios y, la otra, francesa o europea, que vive en los barrios odorados de exclusividad. ..
En el aspecto internacional, Francia ha perdido completamente su presencia y su significación, sobre todo, después del catastrófico no a la constitución europea, votada y aceptada por 18 de sus paises miembros, lo que la hecho sumir, además de la crisis de identidad, en una crisis moral y social que hubiera podido ser más grande de no haberse producido la aventura escalofriante de la guerra en Irak, conducida por Bush y frente a quien se levantó y enfrentó, como símbolo de la reprobación universal…
Ha sido pues, y es, en suma, el miedo pánico lo que parece movilizar a los electores franceses. En esta ocasión, el incremento de más de diez puntos por encima del 71,6% en las elecciones precedentes, ratifican su aprobación global al sistema democrático en plaza, lo que ha decantado, en la opinión mayoritaria de los órganos de prensa, toda aspiración o tentación nacionalista, confiriendo a la consulta popular un carácter plebiscitario que va más allá del relevo de personas y que busca, según ellos, una real disyuntiva en la que cada una de las alternativas restantes sean sopesadas, maduradas y explicitadas sin demagogia ni en el contenido ni en la forma. ¡Ahora, ha pescar en el centro! Parece que dijeran al unísono los periódicos de una y otra tendencia, haciendo alusión a los casi 7 millones de votantes que colectó François Bayrou.
Esta claro que, la única certitud compartida por muchos de los analistas políticos, es que Francia no “acepta” los extremos. Si el candidato conservador Nicolas Sarkozy ha mordido indecorosamente entre el electorado de Le Pen, para configurar la impresionante cifra de 11,5 millones de electores que ha alcanzado, es porque su discurso ha seducido a un gran número de personas para quienes la prioridad política en Francia, es acabar con el problema de la inmigración, al que inmediatamente se agrega el problema de la delincuencia, binomio que facilita las conclusiones presurosas del ciudadano corriente, quien, ve, en esos “flagelos sociales”, la amenaza concreta contra su pais y contra su trabajo.
Sarkozy, sin embargo, y en nuestra modesta opinión, representa el caballo de Troya que ha logrado introducir en el esquema republicano, una proposición que deberá radicalizarse en relación proporcional a sus necesidades de captación del voto Lepenista. La diferencia entre Sarkozy y Le Pen, está en la forma, pero no en el fondo. Fondo en cuyas profundidades oscuras se encuentran y se reconocen, con estilos diferentes, es cierto, pero con una inconfundible manera de tipificar los males de la sociedad, por las tangentes expeditivas que hacen abstracción del derecho a la diversidad del pensamiento y a los derechos humanos…
La candidatura de Ségolène Royal, asume características que van mejor al encuentro de la Francia democrática y antifascista que la distinguen en la historia. Su programa, sin haber osado hasta el momento tocar sensiblemente al modelo económico en vigencia, tiene acentos de un contenido social que se expresa en dimensiones humanas y sociales significativas, lejos de la visión megalómana de Sarkozy, de creer que el engrandecimiento de ese país pasa únicamente por el éxito de la variable económico financiera.
Éxito que deberá conseguirse al precio de la desintegración del sistema social que Francia ha alcanzado, con la contribución generosa de varias de sus generaciones. Por ello, la eventual victoria socialista dependerá de no dejar pasar otro argumento que no sea la justa satanización de la opción Sarkozy, no sólo por su carácter racista e impopular, sino porque representa el costado más negro y más voraz del capitalismo moderno…Pensar en Bayrou, es un sueño. El campesino bearnais hace sus cálculos para las legislativas…
Puerto Rico