La monarquía absolutista de la paranoia, los guetos acantonados en la diatriba y el odio militante contra occidente, la síntesis integrista más tenebrosa de la criminalidad religiosa islámica, los emergidos de insondables fondos del paleolítico inferior, también están de retorno.
Altaneros y amenazantes muestran sus largos cuchillos homicidas, aún calientes de la sangre inocente de los que acaban de degollar, amparados por la doble oscuridad que los protege, la suya, clandestina y fratricida, y, la otra, sospechosa de enredarse entre las sombras de lo infructuoso, de la inoperancia cruel de aquellos que, se nominaron para combatirlos: Los Talibanes han regresado.
Este último 8 de abril, un joven de 23 años Adjmal, Naqshbandi, ha sido decapitado fríamente, despiadadamente, en un distrito de la provincia meridional de Helmand, principal bastión de la insurgencia armada de los talibanes. Este joven afgano, también era periodista y últimamente acompañó, como interprete, al periodista italiano Daniele Mastrogiacomo, que afortunadamente fue liberado el 19 de marzo, gracias a un intercambio de importantes prisioneros talibanes, decidido por Kabul, al parecer, como consecuencia de una fuerte presión diplomática ejercida por el Primer Ministro Italiano.
Naqshband, no poseía ni la solidaridad internacional, ni pesaba políticamente lo suficiente, para que el Presidente Afgano, Hamid Karsai, decidiera su suerte de otra manera, dejando en libertad a algunos cuadros menores a cambio, como lo habían solicitado los talibanes. Del chofer Sayed Agha, también decapitado, nadie habla demasiado.
Un representante del Mola Islamista Dadullah, jefe militar de los talibanes, anunció secamente, que se había procedido al degollamiento en razón de la obstinación presidencial a aceptar sus exigencias y que incluso, el ultimatun se había reportado en dos ocasiones. El último, no fue respetado porque consideraron que las autoridades de Kabul se desinteresaron completamente de la suerte de los rehenes y, según dijo, “hoy, los hemos matado a las 15.05 y poco importa si hubiera sido ayer o mañana…”
El presidente Karsai, atrincherado en la defensiva, frente a las críticas y ataques por su flexibilidad en la aceptación de las condiciones de liberación impuestas por los talibanes, en el caso del periodista italiano, Mastrogiacomo, explica que su aprobación obedecía a una razón excepcional, determinada por la fuerte presión del Primer Ministro Italiano, Romano Prodi, quien lo puso entre la pared y la espada, al confiarle que su gobierno estaba sobre el punto de caer si este asunto no se resolvía favorablemente.
Karsai, en su descarga, anuncia que en el futuro no tratará con los terroristas ni se producirá ninguna concesión, como tampoco se aceptarán condiciones para la eventual liberación de cautivos. El Presidente afgano, asume la difícil disyuntiva de elegir entre la inflexibilidad que provocará muertes seguras e inocentes y las razones de Estado que impiden pactar con los criminales…
Este negro domingo 8 de abril, se anunció también el ataque a un convoy militar y la muerte de siete soldados de la OTAN, seis de ellos canadienses y de cinco policías locales; anuncio que complementa el intricado contexto en el que, el gobierno francés, hace pública su preocupación por la suerte de dos de sus ciudadanos y tres afganos que trabajan en la ONG, Terre d’ Enfance, que actualmente se encuentran detenidos en el territorio en el que opera el Mola Dadullah. Esta Asociación sin finalidad lucrativa, actúa en el cuadro de la solidaridad internacional que beneficia a unos 300 niños y sus familias en Afganistán, su director es, Antoine Vuillaume…
Esta intensificación de las acciones de guerra, es, sin ninguna duda, consecuencia de la creciente influencia que el conflicto Irakí promueve entre los paises de la región, exaltando justificadamente el sentimiento antiamericano, generado a su vez, por la ciega invasión de un país musulmán hermano, sin tener a la hora actual ni tampoco antes, razones que justifiquen esa monstruosa invasión y su irracional continuidad.
Insistencia demencial del disminuido intelectual Bush y de los criminales neofascistas conservadores que, a pesar de existir, incluso al interior de los Estados Unidos, una tendencia antiguerra que se incrementa cada vez más en número y en actividad, persisten en hundir al mundo en un baño de sangre universal.
Es, previsible, que la tendencia hacia la iraquización de Afganistán acelere sus etapas, como también es previsible que el Pentágono destape todas sus cartas, anunciando en cualquier momento, que la operación “castración” contra Irán, ha comenzado. Único camino de obcecación nuclear que avizoran los que no aceptan la humillante derrota que están ocupados a engullir…
