El fariseísmo en el Perú, ha parido a lo largo de la historia política, ejemplares divinos. Divinidad y genio substantivos para elevar los sofismas, las mentiras y las hipocresías, al rango paradójico de verdades supremas, verdades inatacables que lograron sobrevivir un cierto tiempo espacio histórico, pero ya murieron.
Sus personajes, hoy desinflados por la terquedad de la historia, yacen, lacónicamente, en el sillón de los recuerdos que hacen gracia y en la contemplación piadosa de sus imposturas. Falacias mentirosas que, sin embargo, tuvieron la virtud de ser claras y abiertas como un libro…
Por lo tanto, el combate ideológico o político contra ellas, era frontal y a muerte, con todos los agregados lícitos que la exacerbación de la sinceridad reclama y con todos los epítetos y adjetivos que la pasión y la impulsividad del fragor perdona, porque lo esencial no está, en el insulto circunstancial, ni en la frasecita displicente y asesina que condensa en pocas líneas nuestros deslices, nuestros absurdos, nuestras ausencias, nuestros complejos, nuestras carencias o nuestros defectos; lo esencial se encuentra en otro lado, lo esencial se encuentra en lo que hacemos y cómo lo hacemos. Lo esencial se encuentra en la investidura moral que cada quien confiere a sus actos sociales y políticos.
Asi, el Comandante Chávez, ya no se beneficia de la estatura intelectual de un digno opositor sofista de otrora. Hoy se beneficia de la rudimentaria palabra del panfletista jesuítico y mediocre, que ejerce sus oscuros postulados en un periódico purulento que funge y finge estar al servicio del pueblo y que, en un articulo malparido, denigra, amargamente, a uno de los latinoamericanos más limpios y más decentes y cuya integridad, en el fondo, es lo que desencadena su odio, a duras penas contenido.
La muñequita Álvarez Rodrich se rasga sus vestiduritas porque Chávez llama por su nombre a Aznar, como Aznar; a Fox, como a Fox y a Toledo, como Toledo, (el repugnante tríptico de la satrapía que Bush bendice), llegando a sugerir que la Cancillería considere un eventual “rompimiento” con él.
Más adelante y, olvidándose de sus párrafos precedentes en los que abomina, con su puritanismo maricón, los epítetos y los insultos, cae en su propio pozo, insultando graciosamente al Presidente venezolano, como “caimán de cloaca”
He aquí una de las razones, entre otras, por la cual se hacen las revoluciones. Las revoluciones no son solamente laminación de injusticias económicas y sociales inmemoriales, son también, impulsos fundamentales a un estilo de comportamiento correcto, de hombre, no de mariquita. A un estilo ligado al lenguaje claro, franco y honesto; es, el destierro del maniqueísmo y de la doblez…
¿Quién me enlaza?