El resultado de estas declaraciones, produjeron la muerte de una religiosa, y en todo el mundo, la cólera musulmana se extendió hacia todos los confines provocando manifestaciones y actos de violencia, cuyas secuelas todavía se lamentan hoy, más allá del implícito perdón que las equilibradas palabras del Gran Moufti turco, Ali Bardakaglu, recepcionaron y ofrecieron a un papa de dudosas erudiciones, en su primera visita a Turquía.
Hoy, el Papa nos gratifica y nos colma con esas perlas pontificales que desnaturalizan la esencia de las cosas, la verdad de los acontecimientos o la interpretación erronea de la historia, con su vertiente de veracidades interesadas, e inclinadas por el costado donde respira lo retrógrado y lo regresivo:La postura religiosa intelectual del medioevo. Hoy, el Papa sostiene en América Latina:
“El anuncio de Jesús y de su evangelio, no ha significado en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas ni tampoco ha impuesto una cultura extranjera…”
“Cristo fue el salvador a quien los indios aspiraraban en silencio…”
“La utopía de redonar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no habría sido un progreso, sino una regresión…”
La evangelización en América, fue un proceso de crueldades, una de las más indignas en la historia de la civilización. La Biblia, asociada al poder político sirvió eficazmente en la exterminación genocida de millones de nativos. Un genocidio del que jamás se habla demasiado, para mostrar los Verdaderos límites de esta catástrofe humana protagonizada por la Iglesia Católica, contra un sistema eficaz de alta organización social y política, que el mundo conocerá más tarde, y mal
Los escritos de Bartolomé de las Casas, el sacerdote dominicano que denunció los abusos que se cometieron en nombre de la fe, son tibios y tímidos testimonios frente a la despiadada y criminal acción de los evangelizadores, que no vacilaron en borrar poblaciones enteras, hasta imponer un adhesión forzada, una religión extraña y absurda; absurda por el grado de contradicciones perceptibles ya, a la época, esa diferencia abominable entre la “palabra divina” y los actos cotidianos de los misioneros.
El hombre americano fue considerado como un sub-hombre sin derechos, al que la iglesia se ensaño con su lengua, su cultura, su música, su religión, sus vestimentas… Habría que enviar al Papa, los bandos españoles durante la ocupación, para que se de una idea de lo que representó la bárbara represión legislada por la corona y aplicada por la Iglesia.
Otro Papa de sensibilidad diferente, como Juan Pablo II, había humildemente pedido perdón en 1992, por estos actos que enlodan la visión histórica de la evangelización. Benedicto XVI, ha venido al Brasil para desmentirlo e inaugurar así, un negacionismo precoz, secundado por los guardianes actuales (de inspiración opusdeicista) de la fe católica que se desinfla, irremediablemente, y que se convertirá de aquí a algunos años, en una secta cerrada y oscura.
Frente a estas indecencias con la historia, afortunadamente resta la memoria,la nobleza y el verdadero rostro del salvador en las personas y en los actos de los
que enarbolan la Teología de la Liberación, esos sacerdotes silenciados por la curia, pero escuchados con respeto y verdadera autoridad, por quienes
aman a cristo de verdad.
¿Quién me enlaza?
