Zumbarán como moscas arrasadas de insecticidas anti bichos.
Llevarán hasta el cielo su patética cacofonía concertando sus aullidos.
Para esta circunstancia, se inundarán en invocaciones sagradas.
Sobre la Libertad de Prensa y hasta los Derechos Humanos.
Caerán en la desesperación y el arrebato rabioso.
Dejarán caer, también, la frágil careta de la educación y la compostura.
Llegarán a insultar, como lo hace el pernicioso Álvarez Rodrich.
Elevando públicamente la invectiva grosera, al rango editorial.
Con la mano en la Biblia mentirosa de esa democracia abusiva y dictatorial.
En cuyo nombre se fraguan y se han fraguado desde siempre los peores escarnios.
Escarnios contra la conciencia humana.
Las más deshumanizantes embestidas contra dignidad del hombre y del ciudadano.
Las más impúdicas enajenaciones colectivas de alienación social.
Proclamarán, hasta perder la decencia, las presuntas ilegalidades:
La ilegalidad de no haber renovado la licencia de funcionamiento de RCTV,
Un antro cerrado ya, por otros gobiernos, en dos ocasiones anteriores.
Por su vocación tenebrosa a solventar el enfrentamiento y el caos.
Por promover revueltas sediciosas, en nombre de la democracia.
Democracia sobre la cual se zurran olímpicamente.
Toda estocada certera en la columna vertebral de la oligarquía, siempre ha provocado el grito desesperado de socorro. ¿Socorro de quién? ¿De las Fuerzas Armadas, garantes atávicas de los intereses financieros de la explotación? ¿De los Organismos Internacionales que en América Latina, todavía no han abandonado desde hace cincuenta años, su ubicación registrada en el patio trasero del imperio?
Los mercaderes del audio visual han sido expulsados del templo de la comunicación.
Siempre han pretendido ser los dueños a vida, de la modulación y fabricación de contenidos estupidizantes y desinformativos.
A partir de ahora, una nueva dimensión conciente de respeto por el hombre se abre para los todos los venezolanos. Buena suerte…
