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sábado, 22 de marzo de 2008

EL POBRE PAREDES CASTRO

(Vira Gasot)
Juan Paredes Castro, como la inútil mayoría de sus semejantes, esas tantas otras alimañas que ilustran la doblez y las transformaciones, llamémoslas ideológicas, nos permite distinguir la evolución del cinismo hasta la desembocadura de la contradicción y hasta la negación perversa y total de si mismo.

Una de las razones de estas depilaciones forzadas de su Look inmoral, es sin duda (además del poco amor por si mismo), el dinero y, también, esa opiácea como falaz sensación de pertenecer a la clase social que exige sus maromas de balbuceo servil, maromas de ofidio repelente.

Dos misterios dice que encierra, -en su editorial de hoy-, “el complejo pequeño mundo del régimen de Hugo Chávez”. Uno, gira alrededor de su caja chica y del destino que la misma tendría en relación con algunos liderazgos y movimientos políticos e inclusive militares fuera de Venezuela…y el otro misterio, se alimenta de su duda metafísica de saber cuán verdaderos son los sentimientos ideológicos de esos líderes latinoamericanos, beneficiarios de la caja chica de Chávez y si su amor es por el chancho o por los chicharrones.

Esta maroma ofídica, introduce de sopetón la duda, conduciendo al lector en el tortuoso esquema condicional; con el que los periodistas experimentados en el negocio de la desinformación, suelen sembrar o diseminar la afirmación falsa y venenosa: Dicen que “podría”, “sería muy probable”, “tendría” etc. y en el caso que nos ocupa, según Paredes, la caja chica de Hugo Chávez, “tendría” una destinación financiera, que beneficia a ciertos liderazgos y movimientos políticos e inclusive militares fuera de Venezuela, léase Ecuador, Bolivia, las FARC, Ollanta Humala, Mario Huamán, las izquierdas pro soviéticas etc.etc.

¿Vale la pena responder?
¿Vale la pena inquietarse, por ese tipo de periodismo editorial, galvanizado de aseveraciones caricaturales y desniveladas?
¿El periódico más importante del Perú, osa sustentar su seriedad en artículos firmados por anticucheros sin carreta, que nadan en la más infame de las mediocridades?

¿El susodicho Paredes ha olvidado sus odas fumantes pero poco sinceras a la democracia de participación plena, su abigarrado pasado de incensario velazquista, con sus centenares de opacos escritos y ostentosos garabatos dedicados a la gloria del participacionismo social que Venezuela recoge admirativamente?

¿Era su verbo de poco ilustre supuración, una expresión del desamor oculto por el chancho, o era su permanente predilección por los chicharrones?

En todo caso, en las paredes revolucionarias de su época se escribía, paredón a los traidores, pero este Paredes nuestro, se conjuga con las tapias y es, por lo tanto, un tapado bicho inmoral.