Terminaron las agitaciones electorales legislativas en España y sus resultados puntualizan el ascenso de una tendencia bipartidista que se concentra en el PSOE y el PP, laminando las aspiraciones de los partidos regionales y de las formaciones políticas minoritarias que, como Izquierda Unida (IU), Ezquerra Republicana (ER), Chunta de Aragón (CHA) y Eusko Alkartasuna (EA) han menguado sensiblemente o desaparecido casi totalmente del mapa político.
Estas formaciones, han visto expirar sus ilusiones de constituirse en elementos claves para tentar pactos y alianzas en la conformación del gobierno, dado que el PSOE obtiene 169 escaños confortables y el PP con 153, han aumentado ambos, sus apoyos respecto al 2004. El descalabro de IU y ERC es inapelable, mientras que, los nacionalistas moderados, se mantienen en sus márgenes tradicionales.
El PSOE, es en suma el legítimo ganador de las décimas elecciones generales de la democracia española siendo su líder, José Luís Rodríguez Zapatero, quien ha logrado imponer su carisma, asegurándose el cargo con un nota aceptable en el examen, pero lejos de ser excepcional. Mariano Rajoy, candidato del PP, fracasó en su segundo intento de lograr la presidencia del Gobierno, aunque mantuvo sus resultados con una relativa mejoría con respecto al 2004.
La participación de la población española en estas elecciones fue del orden del 75,33%, los socialistas con cinco escaños más, con relación a las elecciones del 2004, obtienen el 43,72% de los votos (un punto más). Los populares ganan cinco escaños y dos puntos más (40,13%) respecto al 2004. El bipartidismo se consolida más que en las pasadas elecciones, pues ambos partidos ocuparán 323 de los 350 escaños en Congreso. En la próxima legislatura, los socialistas necesitarán en cada votación el apoyo de siete diputados de otros grupos políticos para obtener la aprobación de sus leyes y proyectos.
Una vez más, las previsiones y los sondajes se manifestaron desafortunados en sus pronósticos y la esperada derrota avasalladora que los socialistas esperaban del PP, no fue tan dramática, como lo parecía en las primeras horas, pero tampoco fue contemplativa con este partido que decidió privilegiar lo que los españoles llaman “la crispación”, durante la legislatura pasada y que consistió en atarantar a la población, con tremendismos y visiones catastrofistas de las acciones de Zapatero, que de toda evidencia, una tal estrategia les ha costado sumamente caro.
La estrategia confesada por los dirigentes del PP, de inocular el miedo y la duda en las filas socialistas, exacerbando el tema de la inmigración, agitando innoblemente contra la política gubernamental sobre el terrorismo, confundiendo a las comunidades autónomas, en la critica despiada sobre sus reformas estatutarias, tampoco han dado resultados, pues la abstención de los votantes que presumiblemente castigaría al PSOE, no se ha producido, si se tiene en cuenta que mas bien el avance electoral de Zapatero, al no haber sido contundente, ha sido suficiente y eficaz.
El PP logra más escaños que en 2004, un poco más de votos y un mayor porcentaje, y evita el desastre que auguraban las primeras encuestas, pero no logra reducir la brecha con los socialistas que sigue en 16 escaños, como en 2004, convirtiéndose en oposición, por la segunda vez y si por la segunda vez los organigramas de acción política mediata e inmediata de ese partido, se deslizan en los márgenes estrechos de la agitación y la convulsión social innecesarias, el punto de quiebre se habrá sellado de manera irreversible.
Estas formaciones, han visto expirar sus ilusiones de constituirse en elementos claves para tentar pactos y alianzas en la conformación del gobierno, dado que el PSOE obtiene 169 escaños confortables y el PP con 153, han aumentado ambos, sus apoyos respecto al 2004. El descalabro de IU y ERC es inapelable, mientras que, los nacionalistas moderados, se mantienen en sus márgenes tradicionales.
El PSOE, es en suma el legítimo ganador de las décimas elecciones generales de la democracia española siendo su líder, José Luís Rodríguez Zapatero, quien ha logrado imponer su carisma, asegurándose el cargo con un nota aceptable en el examen, pero lejos de ser excepcional. Mariano Rajoy, candidato del PP, fracasó en su segundo intento de lograr la presidencia del Gobierno, aunque mantuvo sus resultados con una relativa mejoría con respecto al 2004.
La participación de la población española en estas elecciones fue del orden del 75,33%, los socialistas con cinco escaños más, con relación a las elecciones del 2004, obtienen el 43,72% de los votos (un punto más). Los populares ganan cinco escaños y dos puntos más (40,13%) respecto al 2004. El bipartidismo se consolida más que en las pasadas elecciones, pues ambos partidos ocuparán 323 de los 350 escaños en Congreso. En la próxima legislatura, los socialistas necesitarán en cada votación el apoyo de siete diputados de otros grupos políticos para obtener la aprobación de sus leyes y proyectos.
Una vez más, las previsiones y los sondajes se manifestaron desafortunados en sus pronósticos y la esperada derrota avasalladora que los socialistas esperaban del PP, no fue tan dramática, como lo parecía en las primeras horas, pero tampoco fue contemplativa con este partido que decidió privilegiar lo que los españoles llaman “la crispación”, durante la legislatura pasada y que consistió en atarantar a la población, con tremendismos y visiones catastrofistas de las acciones de Zapatero, que de toda evidencia, una tal estrategia les ha costado sumamente caro.
La estrategia confesada por los dirigentes del PP, de inocular el miedo y la duda en las filas socialistas, exacerbando el tema de la inmigración, agitando innoblemente contra la política gubernamental sobre el terrorismo, confundiendo a las comunidades autónomas, en la critica despiada sobre sus reformas estatutarias, tampoco han dado resultados, pues la abstención de los votantes que presumiblemente castigaría al PSOE, no se ha producido, si se tiene en cuenta que mas bien el avance electoral de Zapatero, al no haber sido contundente, ha sido suficiente y eficaz.
El PP logra más escaños que en 2004, un poco más de votos y un mayor porcentaje, y evita el desastre que auguraban las primeras encuestas, pero no logra reducir la brecha con los socialistas que sigue en 16 escaños, como en 2004, convirtiéndose en oposición, por la segunda vez y si por la segunda vez los organigramas de acción política mediata e inmediata de ese partido, se deslizan en los márgenes estrechos de la agitación y la convulsión social innecesarias, el punto de quiebre se habrá sellado de manera irreversible.