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martes, 4 de marzo de 2008

ESPAÑA, APARTA DE MI ESTE RAJOY

(Vira Gasot)
Ayer, los españoles han colmado hasta la saciedad, sus expectativas de asistir a un espectáculo político preparado por la moderna insurgencia de las modas comunicativas que privilegian, sensiblemente lo baladí y lo intrascendental, dejando para más tarde o para jamás, la discusión de fondo o el fondo de una discusión sobre el futuro de España o en todo caso, sobre su futuro político económico inmediato.

La España de Rafael Alberti cambia de piel aceleradamente, con la segunda “cara a cara” que organizaron los medios de comunicación de ese país y que presentaron un bochornoso “je t’aime España, moi non plus”, en un debate patético patológico entre el Presidente Rodríguez Zapatero y el Jefe de la oposición, Mariano Rajoy, dejando complacidos ambos, y sobre la cuneta del olvido, a las otras agrupaciones políticas, que la gran democracia española ha silenciado, ignorado o despreciado.

Que sepamos, España no vive un régimen presidencialista, tiene sus Cortes y estas elecciones, por efecto del perverso marqueting, han desvirtuado su carácter de consultación legislativa, aplastando ilegalmente la voz de quienes no se reconocen en las opciones bipartidistas publicitadas hasta el delirio masificante.

Quince años después, se ha logrado a reunir en un plateau de TV. al perro y al gato, al Real Madrid y al Barça, a la rumba y al pasodoble, es decir, se ha logrado reducir a dos, las alternativas que obligatoriamente serán los caminos por donde todos los españoles deberán transitar, sin medias tintas ni tintas medias y ambos, Zapatero y Rajoy , han hecho de su debate, un ensayo de aquello que podría decir, “mira que diferente soy de ti cuanto te imito” Lo cual es lógico cuando la partitura del debate se aprueba de antemano y cuando se excluyen de la discusión las preguntas que avergüenzan y las repuestas que comprometen…mutuamente.
De todos modos, el candidato de la derecha obtusa y recalcitrante, Don Mariano Rajoy, que cree que estas elecciones son la prolongación de las elecciones del 2004, en las que sus argumentos se estacionaron en Atoche, ha cometido un atentado inconcebible contra si mismo y pienso que su carrera política se ha terminado, mientras que, Zapatero, cosecha el frágil fruto telegénico de una noche borracha de benéfico “audimat".