Francia, ha enfundado en un viejo tocuyo negro todos sus lustros y todo su deslumbramiento universal, para guardarlos en la “cave” oscura de la reacción ultra derechista…El petizo Sarkozy acaba de cerrar la puerta de su extraordinaria historia de tierra generosa y del exilio mundial, de una forma virulenta y desagradecida.
Virulenta, porque ha declarado que Francia no puede recibir toda la miseria de la tierra y ha dictaminado la expulsión pura y simple de 25.000 personas…Desagradecida, porque el y su familia, no han terminado de afiliar su propia cultura extranjera, en el espacioso continente de la diversidad y la integración.
El nuevo Napoleón del racismo selecto y selectivo que gobierna con los fastos escandalosos de un monarca omnímodo y todo poderoso, reniega también, de aquel Mayo 68 que abrió al mundo, nuevas conjeturas sobre si mismo y que le dio, a el y a su familia, una real posibilidad democrática de existir y devenir lo que es hoy…lo que son ahora…
Francia se cierra a la humanidad desesperada y Europa ensaya nuevos remedios para viejas enfermedades, las fronteras se comprimen, los muros y las vallas se multiplican, la escalada represiva se intensifica y hasta se acude al testimonio de la ADN antes de otorgar las nuevas visas de entrada, creándose paralela y vergonzosamente, la denigrante tarjeta azul para impulsar la inmigración selectiva, aquella que desvalijará de sus recursos humanos notables, a los paises pobres que, además, financiaron su instrucción…
El corolario asfixiante de estas agresiones a la vida, son los centenares de cadáveres sembrados en los acantilados marinos del Mediterráneo.
Las decenas de miles de vidas comprimidas y rotas en los espacios de la incierta espera, que son los nuevos y modernos campos de concentración.
Los millones de seres humanos con sus niños a la cabeza, amortizando en la clandestinidad, la ilegalidad de los sobreprecios de la salud, de la educación, de la vivienda… Saldando las cuentas oscuras del chantaje y la extorsión malhonesta de los circuitos mafiosos del trabajo en negro y viviendo la sobre explotación inescrupulosa y no delatable… Sufriendo la persecución indesmayable de una policía que se agiganta irracionalmente, en número de efectivos y en material…Y toda esta costosísima armadura de caducos tinglados, ¿para qué?
Nada podrá impedir a nadie huir de la miseria. Ninguna sólida frontera, ni el más violento de los gritos xenófobos podrán asfixiar la necesidad de vivir.
Mientras el sur de las condolencias y de todos los dolores de la tierra no transforme su horizonte, no habrá horizontes para nadie, no habrá horizonte para el hombre.