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martes, 11 de septiembre de 2007

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE MAGDIEL

El tragaldabas petulante que dirige “El Correo”, el mismo que dicen que es el nieto pródigo del Amauta, escribía esta semana en su papelucho chistoso pero provocador, sus berrinches ultrasónicos de cortesana despechada, luego de que el Tribunal Constitucional colocara algunas estocadas certeras, sobre el lomo curtido de la creciente intolerancia persecutoria del gobierno, decretando la inconstitucionalidad parcial de la ley, conocida como ley anti ONG.

Sus aullidos, desgarrados y desgarradores, a falta de sustentación argumental válida o ingeniosa, se detenían a insultar y a cotejar su nombre con el nombre “Magdiel”, nombre de pila del Doctor Gonzáles Ojeda, miembro de TC, al que sus certitudes ególatras y vanidosas nominaban inaudito y raro; insinuando de paso, que el suyo propio, posee un atorrante grado de conspicuo y aventajado. Es su estilo: “solo yo y nadie más que yo.”

En este tópico amateur pero lastimoso, creo que asumir con auténtica decencia un nombre poco conocido en el Perú, es mucho más digno que portar con indecencia y maldad, un nombre conocido y de tan dignas como respetadas evocaciones en el mundo entero.

Pocos saben que el Doctor Magdiel Igdalías González Ojeda, es un viejo conspirador de los telares artesanales que tizaron en el Perú, hace más de 35 años, los rudimentos soponciales de la Cooperación Técnica Internacional. La constancia y tenacidad characata hicieron que este ilustre hijo de la ciudad blanca, consagrara algunos de sus años profesionales a la administración y al desarrollo de la cooperación, en su frágil faceta de filosofía y en su mancillada contextura de política con sus barnices variopintos y desabridos, pero siempre manteniendo coherencia y una cierta altura, hasta que el Apra la hizo trastabillar, para hacerla caer estrepitosamente en la confusión de veleidosas cacofonías, en la grosera ignorancia de sus finalidades, en la extrafalaria asignación de sus roles y en la trasnochada definición de sus competencias.

Es verdad que la cooperación internacional, esa manifestación de solidaridad universal que en sus orígenes movilizó a los paises desarrollados, comprometiendo una importante aportación económica consagrada en su PIB y con destinación hacia los paises sub-desarrollados del resto del mundo, fue un pequeño suspiro de mala conciencia, destinada hacia los paises que comenzaban a confirmar su posicionamiento ineluctable en los rangos inferiores de la distribución de la riqueza universal.

Pero más que suspiro de mala conciencia, fue un acto mezquino, la promoción de la dádiva internacional, el fomento de la limosna con etiquetas de generosidad teóricamente desinteresada, que no solo no atenuó la miseria, sino que engrandeció la mendicidad. Los estados donantes se dieron cuenta rápidamente, además, que un sistema bien organizado de cooperación internacional, caía como guante a la mano, a las nacientes exigencias de expansión económica y dominio estratégico en el que competían las naciones industrializadas y se lanzaron a embaucar al mundo entero con sus certitudes ciclópeas, asegurando que la disminución de la “brecha” que separaba a los pobres de los ricos, podía ser calafeteada filantrópicamente por la cooperación internacional, a través de una eficiente “transferencia de tecnologías.” Resultado, nosotros nos quedamos con las magras transferencias y ellos se quedaron con las deslumbrantes tecnologías. Asi conocimos las mentiras universales que supieron dar sustento a otras mentiras y mentirosos nacionales, que se matricularon inmediatamente en esta farsa de lucha contra el subdesarrollo, en esta filosofía de la sumisión, en esta alianza para el progreso, que en efecto hizo progresar hasta el delirio cibernético, únicamente a los más poderosos del planeta.

A más de 50 años de tan bravías exhortaciones, continuamos ahí donde siempre estuvimos, entre el emplasto y las muletas, y más impotentes aun ante los nuevos designios señalados para los 50 años a venir, y que ya se condensan en el nuevo eslogan mentiroso: “Objetivo del milenio, erradicar la pobreza extrema en el mundo…” Y… siempre, contando por su puesto, con la colaboración “desinteresada” de los poderosos paises ricos…

Más modernos y menos avergonzados, los paises capitalistas donantes actuales de cooperación internacional no reembolsable, asumen sin ambages que este rubro, forma parte de los objetivos económico y financieros de su política diplomática exterior y de sus estrategias nacionales para proyectar más allá de sus fronteras sus expectativas de influencia geoestratégica. Es evidente que los proyectos de cooperación internacional activos en un pais, facilitan las negociaciones y las grandes transacciones comerciales, inclinando la balanza en favor de los donantes. Sin embargo, esos proyectos no responden y nunca han respondido a las exigencias de desarrollo nacional. No existe o existe infinitesimalmente una cooperación desinteresada. La prueba irrefutable de esta conclusión, son los resultados en África o en América Latina, los mismos que después de medio siglo de presencia cooperante, ese concurso resulta banal y marginal a todo contexto de inversión estructural, indiferentes y extraños a los esfuerzos de los gobiernos nativos, por concentrar todos los recursos económicos nacionales y extranjeros en una propuesta sistémica y combatir el sub desarrollo de manera racional y coherente. Es más, la mayoría de los proyectos de cooperación en el Perú, han costado caro al erario nacional por la obligación nominal de las contrapartidas en bienes, servicios o recursos nacionales, sin contar que los montos globales de la cooperación, convenientemente publicitados por el donante y el receptor, esconden o hablan muy poco de los porcentajes de operación administrativa, que generalmente son elevados por los techos salariales y por las obligaciones de seguro y otros que aventajan al pais donante.

Ahora bien, qué diablos vienen ha hacer las llamadas ONG, en esta genérica y sombría introducción. Este será el tema de la segunda parte de estas conversaciones en la capilla. Naturalmente y hasta aquí, nos hemos referido a la globalidad de la Cooperación Internacional que, agregando la palabra “técnica”, nos introduce en el universo de relaciones que conciernen a los acuerdos bilaterales o multilaterales, de gobierno a gobierno y que son ejecutados por los organismos del estado receptor de la cooperación, a través de sus múltiples dependencias y ministerios oficiales.

En un esquema de organización económica planificada o semi-planificada, la Cooperación Técnica Internacional asume el nombre de Sistema, porque involucra a todos los sectores de la organización del estado, a donde las tentativas de concentración de los recursos, tiene más promisorias esperanzas de utilidad y racionalidad, que el desconcierto y anarquía del sistema liberal que deja hacer y deja pasar, asústense, sin ningún verdadero control, ahí donde nuestra soberanía lo exige con las exploraciones disfrazadas de cooperación y que buscan, esencialmente, nuevos recursos energéticos, la prospección de minerales, nuevos insumos para la industria mundial de los fármacos, de la alimentación y un nutrido etc.
(Continúa)