¿Para qué sirven esas reuniones de los representantes de los paises más poderosos de la tierra, si sus conclusiones, cuando llegan a ser unánimes no se instrumentalizan y no pasa nada, o cuando la discordancia es unísona y tampoco no pasa nada, a la excepción de mostrar sus relumbrones aparatosos en una una vitrina exhibicionista, lujosa, perfectamente inútil, discursivamente baldía…?
El suntuoso balneario de Heilingendamm es la nueva vitrina de la sociedad universal del poder y de las finanzas. Vitrina frágil expuesta a una organización mediática desenfrenada que ha visto, una vez más, sustituir en importancia informativa los graves y cruciales puntos de su agenda, por una contestación multitudinaria que ha sido mantenida a raya, y hoy, desplazada a los extramuros, aislando a los socios y compadres protagonistas de este evento, en un castillo lujoso pero de cristal, en una evidencia indiscutible e irreconciliable: la existencia dos universos paralelos, el primero que evoca y defiende desde su fortaleza imperial, sus inmensos intereses económico financieros y el segundo que defiende, en las plazas y en las calles, los intereses de la humanidad…
Después de una fastuosa recepción comida, en un Castillo de factura barroca, como conviene a tan insignes representantes planetarios, han aparecido las primeras incongruencias disímiles en cuanto al calentamiento de la tierra, en medio de un romántico y falso recrudecimiento de las
incidencias que originaron la guerra fría entre Rusia y Estados Unidos.
En los prolegómenos organizativos del conclave que reúne a los paises industrializados, Ángela Merkel se había entusiasmado con las declaraciones del presidente Bush, quien creó la ilusión de desear trabajar en este G-8, sobre un “acuerdo post Kyoto.” Se trataba solo de una ilusión, puesto que, Washington, en la autorizada voz de Jim Connaughton, no cuenta formalizar ningún acuerdo antes de los próximos 18 meses, periodo en el que deberá ponerse de acuerdo con los principales responsables de la emisión de gaz, como la India y la China. No existe pues, un objetivo global a largo plazo, de reducción de las emisiones de gaz. La discusión ha sido reportada de oficio para el 2009, mientras todos, con la ONU incluida, deberán, en las exiguas ambiciones de la Merkel frente ha este renovado fracaso, reconocer el origen humano de las nocivas emisiones de gaz.
En cuanto a la verdad o a la mentira de los apremios norteamericanos por constituir su “bouclier” defensivo, a partir de los territorios checo y polaco para amenazar a Rusia, Bush se ha mostrado locuaz para disuadir una tal interpretación que Putín dramatiza, un poco histriónicamente y fuera de contexto histórico: “La guerra fría ha terminado”, le ha dicho el presidente americano, recordándole de paso, ciertas infracciones a la democracia como ellos la entienden y la defienden.
Observaciones que han aumentado la triple soledad de Putín, la nostalgia de las ex repúblicas de fuertísima influencia Soviética, hoy desmembradas; la desaparición de la escena política de uno de sus mejores amigos y aliados en occidente, el ex presidente Chirac y las desafinidades con el actual presidente francés, Nicolás Sarkozy.
Todo entrará en el orden después de esta cima, y todo se arreglará con un toquecito fuerte en la espalda de Putín, cuyos sueños de la pasada grandeza de la “Rusia Eterna”, solo sueños son y las exigencias del bloque al que pertenece, deberá respetar o perecer…
